KOSOVO: El papel de la OTAN en tela de juicio

La amenaza de uso de la fuerza por parte de la OTAN en el caso concreto de Kosovo no es objeto de cuestionamientos en la ONU, pero sí la posibilidad de que estas advertencias se conviertan en rutina frente a conflictos internos futuros.

Los dos lados de la moneda fueron ilustrados por el propio enviado de Estados Unidos Richard Holbrooke, quien negoció un acuerdo para la autonomía de Kosovo con el presidente serbio de Yugoslavia, Slobodan Milosevic.

La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) amenazó con apelar a la fuerza militar occidental contra las tropas serbias de Yugoslavia en Kosovo, lo cual las obligó a retirarse de esta provincia de mayoría albanesa.

Holbrooke dijo que esta actitud "sienta un precedente", al involucrar a las fuerzas militares de Occidente en la solución de un problema que todas las partes intervinientes consideran un conflicto interno de la República Federal de Yugoslavia.

Y en seguida aclaró que "el hecho de sentar un precedente no significa que establezca la intervención como norma".

Holbrooke añadió que muchos miembros de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) se molestarían si todos los conflictos internos fueran resueltos mediante la vigilancia y la intervención militar externa, como ha sucedido con Kosovo.

Sin embargo, no descartó que otras disputas internas pudieran generar reacciones similares tras un análisis "caso por caso".

Otros diplomáticos no están tan seguros de que esto sea lo correcto.

Un representante chino que pidió no ser identificado argumentó que el Consejo de Seguridad de la ONU se abstuvo de dar una clara señal de aprobación a la OTAN, y que, por lo tanto, no hay un precedente para lo que considera "interferencia" en la soberanía de los países.

Pero está claro que, aun cuando la ONU y los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea reconocen que Kosovo es parte de Yugoslavia, la OTAN pudo efectuar su amenaza de atacar si las tropas serbias no se retiraban de Kosovo.

El resultado fue que las tropas comenzaron a retirarse, lo cual postergó la orden de ataque de OTAN, aunque 400 aviones se mantienen en alerta. Los aliados de la alianza también acordaron enviar un contingente a la vecina Macedonia, donde Estados Unidos tendría un papel de "enlace", según Holbrooke.

Holbrooke dijo que en este caso lo importante fue que las democracias occidentales se tomaron un tiempo considerable para negociar sobre Kosovo, pese a conocer la importancia de la amenaza de fuerza contra Belgrado, una lección aprendida del conflicto en Bosnia-Herzegovina entre 1991 y 1995.

"Durante más de una década las autoridades yugoslavas de Belgrado han violado los derechos de los habitantes albaneses de Kosovo, argumentando que se trata de un problema interno", dijo Holbrooke.

Y consideró que esa tragedia podrá ser remediada en forma considerable tras el acuerdo con Milosevic, en el cual se prevén elecciones monitoreadas en Kosovo y planes para el retorno de unas 300.000 personas desplazadas por el conflicto.

Por otra parte, es evidente que este tipo de intervención internacional en asuntos internos no es nada nuevo. Sierra Leona y el Kurdistán iraquí son solo dos ejemplos recientes de este tipo de operaciones.

Milosevic está en situación parecida a la de Saddam Hussein, convertidos en parias internacionales, pese a que ningún país apoya la independencia de Kosovo o del Kurdistán.

Esos países tampoco aceptan que argumentos sobre la base de la soberanía nacional impidan realizar acciones a favor de los derechos humanos de las minorías kurdas y albanesas.

En la actualidad el espacio aéreo de Kurdistán está protegido y patrullado por aviones de potencias occidentales. El gobierno de Iraq aún mantiene la soberanía sobre todo su territorio nacional, lo cual no impide que Washington apoye de forma abierta a los separatistas kurdos.

No es un precedente alentador para Kosovo, donde 2.000 efectivos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE) estarán vigilando el cumplimiento de los acuerdos.

El problema podría empeorar porque Holbrooke negoció un retorno a la autonomía que Kosovo tenía en 1980, pero no considera en ningún apartado la posibilidad de independencia, que demandan tanto el Ejercito de Liberación de Kosovo (UCK) como los habitantes de la provincia que fueron víctimas de la represión.

Holbrooke y otras autoridades admiten el peligro de que tras la retirada serbia el UCK vuelva a tomar posiciones y detone un nuevo conflicto. Mientras, Belgrado es renuente a adoptar cualquier tipo de medida que pudiera debilitar su soberanía sobre Kosovo.

El embajador yugoslavo en la ONU, Vladimir Jovanovic, aseguró que "la vida en Kosovo se normaliza", y al mismo tiempo rechazó cualquier comentario sobre la posibilidad que Kosovo tenga un estatus diferente al de las otras provincias de su país.

En los últimos días se redujo la tensión en Kosovo, pero este tipo de problemas muy sensibles seguirán en el tapete, en especial si los países se preocupan de que la intervención esté realmente "sentando un precedente". (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/lc-mj/ip- hd/98

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