JAMAICA: Programa educativo sensibiliza a estudiantes ricos

Los escolares de zonas adineradas de Jamaica se sensibilizan ante realidades distintas a las suyas gracias a un innovador programa educativo que los lleva a realizar servicios comunitarios en orfanatos, hospitales y cárceles, entre otras instituciones.

En la iglesia de St. Margaret, en Kingston, niños de 10 a 12 años leen cuentos a otros niños más pequeños, mientras les enseñan a leer.

En otra zona de la capital, un estudiante de 16 años escucha con atención mientras una señora mayor, internada en una casa para ancianos, le cuenta sobre "los tiempos de antes".

Para muchas de las escuelas ubicadas en zonas adineradas de Jamaica, este tipo de actividades, cada vez más populares en esta isla del norte del Caribe, representan un intento de utilizar los programas escolares para salvar la brecha entre ricos y pobres.

En algunas de estas escuelas, los estudiantes no se gradúan si no realizan servicios comunitarios.

"Sentimos que algunos de nuestros alumnos sólo conocían sus propias experiencias. Necesitaban estar en contacto con los menos afortunados, así que comenzamos el programa" de servicios comunitarios, explicó Caroline Foster, maestra de la Academia Hillel, una escuela secundaria judía privada en la comunidad de clase alta de Cherry Gardens.

Los 250 alumnos de la institución realizan al menos 10 horas de trabajo comunitario durante el año académico de septiembre a junio.

Tradicionalmente, Hillel ha sido un lugar de estudio para alumnos de la clase alta. En la academia estudian muchos de los hijos de las 21 familias que controlan 80 por ciento de la riqueza privada de este país.

Algunos observadores sostienen que estos niños y jóvenes no comprenden lo que es pasar hambre o dormir junto a seis o siete hermanos en un dormitorio pequeño. No saben lo que es vivir con un salario semanal de 23 dólares o estar por debajo de la línea de pobreza, argumentan.

Tampoco comprenden lo que significa tener que abandonar la escuela a los 12 años para ayudar a mantener económicamente a la familia.

Unos 800.000 jamaiquinos viven en la pobreza, casi un tercio de la población de 2,5 millones, lo que significa que ganan el salario mínimo o menos. Ahora estos niños de clase alta se enfrentan a la pobreza por primera vez.

"El programa reveló el lado humanitario de los alumnos", dijo O'Neal Mundle, maestro de la escuela secundaria St. Catherine, en la ciudad de Spanish Town.

El programa exige a los alumnos que ayuden en escuelas públicas y privadas, centros de atención diurna, orfanatos, hogares para ancianos y hospitales.

En el colegio St. George, de Kingston, algunos estudiantes visitan a los reclusos de la Penitenciaría General, hablan con ellos, los escuchan y les brindan palabras de aliento. Los estudiantes de St. Catherine ayudaron a trasladar documentos del viejo tribunal en Spanish Town a su nuevo edificio.

Los servicios comunitarios sensibilizaron a los estudiantes al mundo exterior, sostuvo Mundle. Algunos estudiantes quedaron impresionados tras una visita a un hospital donde ancianos, enfermos y pobres pasan sus últimos días. Muchos de esos alumnos ni siquiera conocían esa zona del país.

En una de las visitas a uno de los orfanatos, Stephanie Matalon, de 13 años, decidió donar parte de su ropa a niños pobres.

Renee Slepak, alumna de Hillel, encabezó una campaña para recoger ropa y juguetes para un orfanato que había visitado. Los niños en ese orfanato fueron abandonados al nacer o perdieron a sus padres, muchas veces debido a la violencia criminal.

El programa de servicios comunitarios comenzó hace cuatro años, pero recién se está aplicando en algunas escuelas, sobre todo en aquellas administradas por la Iglesia Católica. En un principio los niños se resistieron al mismo, pero una vez que vieron de qué se trataba, lo aceptaron de buena gana.

"Al principio, más de la mitad de los alumnos se opuso al programa. Ahora, casi todos demuestran gran interés", dijo Foster.

"El proyecto está revelando mis capacidades de liderazgo", aseguró Mark Thomas, alumno de St. Catherine. Los padres de los estudiantes consideran que el programa es una idea excelente.

"Creo que es importante que todos los niños participen en este tipo de programas", opinó Neville Lewis, padre de un alumno.

La reacción de las instituciones que se benefician con la ayuda de los jóvenes también ha sido favorable.

"Algunas de estas instituciones tienen poco personal, así que la ayuda es bienvenida. Quedan impresionados con los buenos modales y lo útiles que son los alumnos", dijo Foster. (FIN/IPS/tra-en/pr/hd/cb/aq-ml/ed-dv/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe