El primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, firmaron hoy en esta capital un acuerdo con mediación del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, para reanudar un proceso de paz paralizado durante 19 meses.
Por el acuerdo, Israel replegará sus soldados de 13 por ciento del territorio ocupado de Cisjordania, como parte de un demorado segundo retiro de fuerzas israelíes de la zona, y de 14 por ciento de territorio cisjordano que estaba bajo administración conjunta israelí y palestina.
El repliegue se llevará a cabo en un lapso de 12 semanas, pero a condición de "una creíble implementación de los acuerdos de seguridad" de parte de la ANP, puntualizó el portavoz del Departamento de Estado (cancillería estadounidense), James Rubin.
Israel también aceptó en principio la demanda palestina de realizar un tercer repliegue de fuerzas, como lo exigían los acuerdos de Oslo, antes de que se llegue a un acuerdo definitivo que delimite las fronteras de Palestina.
La magnitud y el momento del tercer repliegue serán decididos por una comisión conjunta, luego de que se complete el segundo retiro de soldados israelíes dentro de tres meses.
A cambio, Arafat aceptó varias exigencias israelíes en materia de seguridad. La ANP accedió a detener a 30 de los 31 sospechosos palestinos de terrorismo que Netanyahu exigió fueran sometidos a juicio en Israel, y a redoblar su esfuerzo para confiscar armas ilegales halladas en el territorio bajo control palestino.
Así mismo, la ANP se comprometió a impedir la incitación de la violencia contra Israel y sus ciudadanos.
Ambas partes acordaron que la CIA (Agencia Central de Inteligencia), en un papel sin precedentes para el organismo, decidirá si los palestinos hacen lo suficiente para reprimir a supuestos terroristas.
La CIA deberá verificar si los acusados son encarcelados y también mediará en las disputas sobre su tratamiento.
El acuerdo, negociado en la localidad de Wye Plantation, en el estado de Maryland, cumple con los requisitos mínimos para reimpulsar el proceso de paz iniciado en 1993 con los acuerdos de Oslo y que se encuentra paralizado desde hace 19 meses, aseguraron fuentes diplomáticas.
El tratado se concretó tras nueve días de negociaciones con la intermediación de la secretaria de Estado Madeleine Albright y la participación directa de Clinton durante más de 75 horas. El rey Hussein de Jordania, quien recibe tratamiento contra el cáncer en Estados Unidos, también estuvo presente en las negociaciones.
Otros puntos acordados incluyen la convocatoria por Arafat de una reunión especial del Consejo Central Palestino en dos meses para enmendar 26 artículos de la Carta Nacional Palestina, de 30 años, que exhorta a la destrucción de Israel.
La enmienda sería luego ratificada informalmente por el legislativo Consejo Nacional Palestino (CNP) y "todos los organismos correspondientes". Clinton asistiría a esa sesión del CNP, según el portavoz israelí Aviv Bushinsky.
Netanyahu pretendía que el propio CNP, que incluye a varios enemigos del proceso de paz, fuera el que enmendara la Carta, pero Arafat arguyó que esto ya fue hecho en 1996, cuando el Consejo votó por "cancelar los artículos contrarios" a los acuerdos de Oslo.
Además, Arafat ejerce un control mucho mayor sobre el Consejo Central que el CNP, el cual, según analistas, está cada vez más decepcionado con el proceso de paz y la presidencia de Arafat en los últimos dos años.
Palestinos e israelíes también llegaron a un acuerdo sobre varios puntos pendientes no vinculados directamente con el repliegue ni la seguridad de Israel.
Esos puntos incluyen la apertura de un aeropuerto y un parque industrial en Gaza y la creación de un pasaje seguro para los palestinos entre dos corredores situados en zonas de Gaza y Cisjordania bajo control de la ANP.
También se acordó firmar un pacto dentro de un mes para la construcción de un puerto palestino en Gaza, informó Bushinsky.
Por su parte, los israelíes aceptaron liberar un número sustancial (750 en principio) de los 3.000 palestinos presos en cárceles de Israel.
Los presos liberados no incluirán ningún miembro de la organización radical Hamas ni ninguna persona "con sangre en sus manos… es decir que no hayan asesinado a israelíes, árabes ni a nadie", explicó Bushinsky.
Aunque este pacto -si se aplica con éxito- pondrá fin al estancamiento que casi acaba con el proceso de paz, no soluciona las disputas mayores, que deberán resolverse en las llamadas negociaciones de "estatuto final" antes del 4 de mayo de 1999, según el cronograma original de Oslo.
Las disputas mayores incluyen la creación de un estado palestino y sus fronteras, el estatuto final de Jerusalén y el derecho de los palestinos emigrados tras la creación de Israel a retornar a su tierra natal.
Ambas partes tampoco alcanzaron un acuerdo explícito sobre otros dos temas pendientes en los últimos 19 meses de estancamiento.
El primero de ellos es la demanda palestina y estadounidense de que Israel suspenda la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén, y el segundo la amenaza de Arafat de declarar unilateralmente la independencia palestina el próximo 4 de mayo, cuando venza el plazo fijado en los acuerdos de Oslo.
El tratado, firmado en la tarde de este viernes, se vio amenazado durante varias horas por un conflicto que surgió a último minuto entre Netanyahu y Washington sobre la suerte corrida por un ex analista del Pentágono, condenado en 1986 a prisión perpetua en este país por espiar para Israel.
Funcionarios israelíes dijeron a la prensa que, durante las negociaciones, Clinton accedió a liberar al espía, Jonathan Pollard, quien es ciudadano israelí y es considerado un héroe entre los partidarios de derecha de Netanyahu.
Pero fuentes del gobierno estadounidense negaron que Clinton haya aceptado la liberación de Pollard. El enfrentamiento, que surgió la mañana de este viernes, provocó el aplazamiento durante cuatro horas de la ceremonia de firma en la Casa Blanca para presentar el nuevo acuerdo entre israelíes y palestinos.
El escollo finalmente quedó superado cuando Clinton, bajo fuerte presión de la inteligencia estadounidense que se opone a liberar a Pollard, prometió revisar el caso del espía. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq-ml/ip/98