Obstáculos políticos y legales impedirán que la investigación oficial sobre la fortuna del ex presidente de Indonesia Alí Suharto tenga éxito, pronosticaron expertos radicados en Australia.
El gobierno de Austria informó que en el primer trimestre de este año ingresaron 11.500 millones de dólares al sistema bancario de ese país europeo, una de las mayores entradas de capitales en su historia.
Analistas económicos sostienen que ese dinero pertenece a Suharto, obligado a renunciar en medio de protestas públicas en mayo último. El ex dictador, de 77 años, negó haber acumulado dinero o tener cuentas bancarias en el extranjero.
El gobierno indonesio designó cinco auditores para investigar la riqueza de la familia Suharto y la corrupción que fue decisiva en la caída de su régimen.
Entre otras versiones, se señala el uso indebido del dinero donado a las cinco fundaciones cartitativas que estableció el ex dictador durante los 32 años de su gobierno.
Las autoridades dicen haber pedido información sobre sus propiedades en Australia, Suiza y otros países. Pero pocos creen que las investigaciones tengan éxito, si bien fueron ordenadas por el presidente Bacharuddin Habibie en un intento de distanciarse de su predecesor y padrino político.
"Creo que esta investigación será muy difícil, sino imposible", comentó Arief Budiman, jefe del Departamento de Estudios sobre Indonesia en la Universidasd de Melbourne.
"El primer problema es político. La corrupción y el nepotismo alcanzan al presidente Habibie, que participó en actividades empresariales con Suharto y su familia. Será imposible para él llegar al fondo de la cuestión sin dañarse a sí mismo", agregó.
Suharto dijo que cooperará con las investigaciones oficiales. En septiembre afirmó en un discurso televisado no tener "un centavo de ahorros en el extranjero" ni cuentas bancarias o colocaciones fuera del país,"y mucho menos miles de millones de dólares".
Sus familiares afirman que perdieron su riqueza tras el colapso económico de Indonesia.
La revista estadounidense Forbes, especializada en asuntos económicos, dijo en 1997 que Suharto es la tercera persona más rica del mundo, con una fortuna de entre 10.000 y 40.000 millones de dólares.
El clan Suharto construyó una sólida base en Indonesia gracias a generosos subsidios estatales, prácticas laborales represivas y conexiones cercanas con altos funcionarios y poderosos empresarios.
Sus críticos dicen que esta familia consiguió participación en inversiones internacionales a cambio de abrir las puertas a empresarios extranjeros y facilitarles los trámites en la burocracia estatal.
Suharto y sus cinco hijos mayores habrían comenzado a diversificar sus inversiones con colocaciones en Birmania, China, Indochina y otros países asiáticos.
El primero en aventurarse en el extranjero fue Tutut, dirigiendo un consorcio de compañías que consiguió contratos de construcción de rutas en Birmania, Filipinas, Malasia y Tailandia.
Tommy Suharto también tiene intereses en Birmania. Entre otros, una concesión de explotación forestal de 75 millones de dólares que comenzará a producir chapas de madera el año próximo.
Al menos cinco de los hijos del ex mandatario tienen actividad empresarial en Australia, con campos de petróleo, centrales energéticas, fábricas y empresas publicitarias. Bambang Suharto tiene intereses en la farmacéutica Nufarm, radicada en Melbourne, y en la petrolera City View Energy.
Titiek, una de las hijas, posee parte de una fábrica de cemento valuada en 200 millones de dólares en Birmania, una compañía ferroviaria de tres millones de dólares en Turkmenistán y una planta textil en Uzbekistán.
El clan Suharto es propietario de cinco viviendas en Gran Bretaña, un establecimiento de caza en Nueva Zelanda, cinco propiedades en Estados Unidos y casas de descanso en Bermudas y las islas Caimán, según una lista difundida por George Aditjondro en septiembre.
Aditjondro, quien enseña en una universidad en Australia, también incluyó en su recuento una explotación forestal en Suriname, una flota de buques cisterna apostada en Singapur, inversiones en hoteles en toda el área de Asia y el Pacífico y un crucero de lujo registrado en Darwin, Australia.
Los críticos creen que la familia Suharto ya transfirió casi todos su fondos fuera de Indonesia, pero es difícil rastrear estas operaciones.
Por ejemplo, los bancos austríacos están obligados por ley a establecer la identidad de clientes que realicen transacciones por más de 16.000 dólares, pero las grandes operaciones normalmente son hechas por testaferros cuyo origen no es fácil de detectar.
Además, hay un límite difuso entre la actividad empresarial y la corrupción. "Como presidente, Suharto podía otorgar subsidios y concesiones. Casi todo eso está documentado, pero por su naturaleza es difícil de llevar ante la corte", observó Budiman.
"Sabemos que es injusto y corrupto, pero no necesariamente ilegal", agregó. (Fin/IPS/tra-en/an/di-mj/ip/98