La Octava Cumbre Iberoamericana comenzó hoy en esta ciudad portuaria del norte de Portugal rodeada de múltiples actividades colaterales y anticipando más acuerdos que desacuerdos entre los mandatarios de 19 países de América Latina, España y Portugal.
El acuerdo más generalizado es la convicción de que la gloabalización de la economía y las relaciones internacionales es un proceso inevitable, así como que ese fenómeno posee caracteríticas positivas y negativas.
Uno de los desacuerdos fue la diferente apreciación de cuáles son esas características y la posición que debe adoptarse ante ellas.
En el aspecto práctico, los cancilleres acordaron por consenso someter a la aprobación de los mandatarios la constitución de una Secretaría Permanente de Cooperación Iberoamericana, tras rechazar días antes la propuesta española de que se crease una Secretaría General Permanente de la Conferencia.
España propuso hace dos meses la creación de la Secretaría, para lo cual ofreció la sede en Madrid y cubrir su presupuesto de funcionamiento.
La mayoría de las cancillerías, y en especial las de Brasil, Portugal y México, se opusieron a crear una Secretaría y, además, señalaron que en el caso de constituir un organismo iberoamericano su financiación deberá estar a cargo de todos los países, en proporción a su producto interno bruto.
Al aprobar la creación de la Secretaría Permanente de Cooperación Iberoamericana, tampoco se designó a Madrid como sede, sino que se fijó un plazo de un año para diseñar su estructura, objetivos y presentar una propuesta a la próxima cumbre una propuesta, así como para designar al Secretario.
Pero éste no es el único contratiempo que enfrentó España. También recibió las protestas de Portugal por haber convocado una cumbre paralela en España, a la que el centroderechista jefe del gobierno español, José María Aznar, invitó a los mandatarios democristianos una vez finalizada la cita de Oporto.
Oficialmente, los gobiernos de Portugal y España negaron la existencia de fricciones por ese tema, pero fuentes diplomáticas locales confirmaron su desagrado.
Otra fricción, como en todas las cumbres, se produjo en torno a Cuba y su presidente, Fidel Castro. En las anteriores citas, Castro recibió críticas en público de Aznar y del presidente de Argentina, Carlos Menem, quienes le reclamaron medidas democratizadoras en su país.
Pero en Oporto el asunto llega más allá de las críticas y las polémicas. El presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán, dijo que no participará en la Novena Cumbre, que por acuerdo de las conferencias españolas, se deberá realizar en 1999 en Cuba.
Castro ironizó sobre la posición nicaragüense y señaló a Alemán que si buscaba un país democrático debía ir a otro planeta.
No obstante, los cancilleres también renovaron su consenso para incluir en la declaración final un llamamiento a Estados Unidos para que derogue la ley Helms-Burton y ponga fin al embargo a que somete a Cuba.
En cuanto a la globalización, el tema central que ocupa la atención de los mandatarios, los desacuerdos reconocen dos posiciones opuestas aunque, finalmente, la declaración final recoge un consenso.
La delegación mexicana insistió en que la declaración final debía poner énfasis en los aspectos positivos de la globalización y en los métodos y acuerdos entre los países participantes para aprovechar esos aspectos.
Otras delegaciones, y con mayor fuerza la cubana, plantearon la necesidad de puntualizar que el proceso de mundialización exacerba las diferencias entre el Norte industrializado y el Sur en desarrollo y, dentro de los países, entre pobres y ricos.
En todo caso, las mandatarios reclaman a los organismos financieros y a la comunidad internacional que se adopten medidas más eficaces para garantizar la transparencia y la estabilidad de los mercados.
En el ámbito sudamericano se produjo un importante acuerdo sobre el conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú.
Los cuatro países garantes presentes en la Cumbre, Argentina, Brasil y Chile (el cuarto es Estados Unidos), lograron que los países en conflicto acepten su dictamen sobre libre navegación de los ríos amazónicos, la integración regional y la transparencia militar, que incluye suministros bélicos y movimientos de tropas.
Para el cuarto y último punto, el establecimiento de un límite definitivo, también lograron un acuerdo, ya que los presidentes Jamil Mahuad, de Ecuador, y Alberto Fujimori, de Perú, recibieron el acuerdo de sus parlamentos respectivos para comprometerse a aceptar la solución que propongan los mediadores.
La Cumbre se vio conmocionada por la detención en Londres del ex dictador chileno Augusto Pinochet, actual senador vitalicio, producida a pedido del juez español Baltasar Garzón, quien está instruyendo un proceso por genocidio y violación de derechos humanos fundamentales.
Ante el reclamo del gobierno chileno, por considerar que Pinochet no debía ser detenido por portar pasaporte diplomático, el canciller de España, Abel Matutes, declaró que su gobierno respeta la independencia del Poder Judicial y dijo que el fiscal del caso presentó un recurso en contra del auto del juez Garzón. (FIN/IPS/td/ag/ip/98