Duró pocas horas el entusiasmo generado por las buenas noticias de Estados Unidos. Las bolsas del continente americano volvieron este viernes a la desconfianza habitual, luego de la euforia en la tarde del jueves.
Las bolsas brasileñas cerraron en baja, de 2,42 por ciento en Sao Paulo y 0,9 por ciento en Río de Janeiro, sepultando el optimismo despertado en la víspera por la sorpresiva rebaja de la tasa de interés estadounidense.
El visto bueno del Congreso de Estados Unidos al aporte de 17.900 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI) también contribuyó a que la bolsa paulista cerrara el jueves con un alza de 6,66 por ciento, acompañando un desempeño similar de los mercados de Buenos Aires, México y Nueva York.
La decisión del Congreso aumenta la posibilidad de ayuda internacional para aliviar las dificultades que encuentra Brasil para financiar un déficit de cuenta corriente externa de 32.000 millones de dólares al año y frenar la fuga de capitales, que persiste desde a gosto.
Pero los buenos efectos se disiparon en la noche del mismo jueves, al concluirse que el recorte de la tasa de interés dispuesto por la Reserva Federal (banco central de Estados Unidos) se debió a problemas internos, como la perspectiva de desaceleración económica, y no a consideraciones internacionales.
En Brasil se duda de que el gobierno cumpla la meta prometida al FMI de reducir el déficit fiscal a tres por ciento del producto interno bruto (PIB), lo que representa más de 20.000 millones de dólares en recorte de gastos y aumento de impuestos.
El mismo presidente del Banco Central, Gustavo Franco, dijo este viernes que la ayuda externa no soluciona la crisis brasileña. Es necesario equilibrar las finanzas públicas y el momento ofrece una buena oportunidad para eso, señaló.
La alternativa de devaluación cambiaria está totalmente descartada, reiteró Franco por enésima vez.
El presidente Fernando Henrique Cardoso prometió informar la próxima semana detalles del ajuste fiscal que se mantendrá durante tres años y cuyo objetivo será poner fin al acelerado crecimiento de la deuda pública, que ya supera los 300.000 millones de dólares, o 38 por ciento del PIB.
En los medios polticos y en el mercado financiero, sin embargo, se cree que el programa sólo será definido en todo su alcance después de la segunda ronda electoral, el 25 de este mes, de la que surgirán los gobernadores de 13 de los 27 estados brasileños.
La magnitud del ajuste depende en gran parte de la decisión del Congreso frente al proyecto de reforma de la previsión social, el rubro que más pesa en las cuentas del gobierno. En trámite hace dos años, la enmienda constitucional depende de una última votación en la Cámara de Diputados aguardada para noviembre.
Un acuerdo con el FMI, que permitira a Brasil disponer de unos 30.000 millones de dólares y aliviar la presión sobre su balanza de pagos, depende de medidas "creíbles" para alcanzar el ajuste fiscal mínimo de 20.000 millones.
Mientras, se mantiene la fuga de capitales, calculada entre 300 y 500 millones de dólares diarios y sólo atenuada por los ingresos que generaron las privatizaciones y la venta de bancos nacionales a grupos extranjeros.
Para estos días se espera el ingreso de unos 2.100 millones de dólares del holandés ABN Amro, que adquirió el Banco Real, y de 700 millones del español Bilbao Vizcaya, que tomó el control del Excel- Económico, una institucin brasileña que enfrentaba dificultades.
Las previsiones son que Brasil logrará mantener sus reservas internacionales en 42.000 o 45.000 millones de dólares al fines de este año, cerca del límite de seguridad fijado por el gobierno, de 40.000 millones.
Pese a la reducción de intereses dispuesta en Estados Unidos, las tasas en el mercado brasileño a futuro siguieron en alza, ubicándose en 40 por ciento al año y con la previsión de una pequeña baja a 38 por ciento en diciembre.
La persistencia de elevados intereses señala la urgencia de la ayuda externa y del ajuste interno, ya que hace inevitable una recesión económica el próximo año y, al aumentar el costo de la deuda pública, agrava el problema del déficit fiscal. (FIN/IPS/mo/ff/if/98