Las elecciones para gobernadores quedaron indefinidas en los principales estados de Brasil y será necesaria la segunda vuelta, el 25 de este mes, para completar el diseño político del país.
Sao Paulo, Minas Gerais, el Distrito Federal, Río Grande del Sur y tal vez Río de Janeiro, oscilan entre los aspirantes de oposición y quienes respaldan al presidente Fernando Henrique Cardoso.
El presidente logró de modo holgado su reelección, según los institutos de encuestas, y el 1 de enero comenzará un nuevo periodo de gobierno de cuatro años.
En Río de Janeiro, las encuestas a boca de urna indican que Anthony Garotinho, de la coalición opositora de izquierda, tiene practicamente la misma cantidad de votos que los demás candidatos.
Pocos sufragios decidirán si el ex alcalde de Río de Janeiro, Cesar Maia, del oficialista Partido del Frente Liberal, ya ha sido elegido o tendrá que enfrentarse el día 25 con el segundo más votado.
En Sao Paulo, Paulo Maluf, del conservador Partido Progresista Brasileño, tendrá que confirmar el 25 su favoritismo ante el actual gobernador, el socialdemócrata Mario Covas, o la líder feminista Marta Suplicy, del izquierdista Partido de los Trabajadores.
El Partido Progresista Brasileño forma parte de la coalición que respalda a Cardoso, pero Maluf tiene proyectos propios. Su meta, intentada dos veces en los años 80, es la presidencia del país. Tenerlo de aliado genera muchos problemas políticos al presidente.
En Minas Gerais, que junto con Río de Janeiro y Sao Paulo forma el núcleo político y económico de Brasil, el empate entre el ex presidente Itamar Franco y el actual gobernador Eduardo Azeredo promete también una segunda vuelta intensamente disputada.
Sea cual fuere el resultado, Cardoso enfrentará problemas en Minas Gerais. Franco se convirtió en opositor de la política económica oficial y en obstáculo a que su Partido del Movimiento Democrático Brasileño apoye el gobierno central.
El ex presidente fue quien promovió a Cardoso a ministro de Hacienda en 1993, abriéndole el camino para poner en marcha el exitoso plan real de estabilización monetaria y, en consecuencia, llegar a la presidente en 1994.
Azeredo es miembro del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, de Cardoso, pero no tuvo en la campaña electoral un apoyo decidido del presidente, lo que puede crear roces en las relaciones entre ambos.
En Río Grande del Sur, otro candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores, Olivio Dutra, sorprendió al igualar este domingo, e incluso a aventajar, según la encuesta a boca de urna de que se trate, el actual gobernador, Antonio Britto, que apoya a Cardoso sin restricciones.
El Partido de los Trabajadores disputa también la gobernación del Distrito Federal, asiento de Brasilia. Su candidato es Cristovam Buarque, un intelectual que aparece como aspirante al liderazgo de la izquierda en Brasil.
Pero el favorito es el adversario de Buarque, el ex gobernador Joaquim Roriz.
De todas formas, el Partido de los Trabajadores fortaleció su hegemonía en la izquierda, al obtener una votación inesperadamente alta en varios estados importantes.
El triunfo en uno o dos de esos distritos representaría un problema adicional para el gobierno de Cardoso, ya sometido a las amenazas de la crisis financiera. (FIN/IPS/mo/ff/ip/98