ELECCIONES-BRASIL: El dios del tiempo, aliado de Cardoso

El dios del tiempo es el gran aliado de Fernando Henrique Cardoso, reelegido hoy presidente de Brasil. Pero este segundo mandato empieza bajo sombrías amenazas económicas, al contrario de la luna de miel de cuatro años atrás.

Una sincronización perfecta de acontecimientos e iniciativas impulsó la carrera política del sociólogo Cardoso, que rompería la centenaria tradición brasileña que prohibía la reelección de autoridades ejecutivas.

En 1994, el plan real de estabilización económica, que Cardoso promovió como ministro de Hacienda, lo hizo imbatible. La elevada inflación que afligió los brasileños por más de dos décadas se desplomó en julio de aquel año, tres meses antes de las elecciones.

La oposición llegó a acusarlo de aplicar el plan real con fines más electorales que económicos. Pero millones de pobres favorecidos por la estabilidad de precios lo ayudaron a lograr entonces una aplastante victoria sobre el mismo adversario de este domingo, el ex obrero metalúrgico Luiz Inacio Lula da Silva.

La fortuna parecía haberlo abandonado este año. La crisis financiera nacida en Asia llegó a Brasil, provocando la fuga de 30.000 millones de dólares en los dos meses anteriores a los comicios y obligando al gobierno a adoptar medidas impopulares, como una brutal elevación de los intereses.

Pero pronto se vió que la coyuntura lo favorecía otra vez. Cardoso aumentó su favoritismo, según las encuestas. La crisis acentuó la tendencia conservadora del electorado, que se negó a aceptar cambios en un momento de turbulencia.

El huracán financiero habría afectado quizá su tentativa de reelección si hubiera ocurrido antes, con tiempo para que la población sintiera concretamente los efectos que se aguardan de ella, como la recesión económica, el desempleo y el recorte de gastos públicos, que tienen impacto directo sobre los pobres.

De todas formas, Cardoso empezará su nuevo período gubernamental, a contarse desde el 1 de enero de 1999, con medidas amargas y, probablemente, con pérdida de respaldo popular.

"Ahora él tendrá que deshacer el nudo en metió al país", se consuela una electora de izquierda, que por tercera vez sufrió con la derrota de su candidato, Lula.

Cardoso aprovechó las oportunidades que contribuyó a crear para convertirse en el primer presidente brasileño reelegido para un segundo mandato consecutivo.

Nacido en Río de Janeiro en 1931 e hijo de un general del ejército, estudió sociología cuando estaba en ascenso esa ciencia humana. Una vez graduado se desempeñó como profesor en la Universidad de Sao Paulo (USP), la más importante del país.

El golpe militar de 1964 lo llevó a un exilio voluntario en Chile, donde trabajó en la Cepal (Comisión Económica para América Latina) en la época de mayor influencia de esa agencia de Naciones Unidas.

Su Teoría de la Dependencia, escrita junto con el chileno Enzo Falleto, le dió proyección internacional.

Tras algunos años de profesor en una universidad de Francia, Cardoso volvió a Brasil, pero la dictadura militar le impidió volver a su cátedra en la USP, y lo jubiló de modo compulsivo. Fundó entonces un centro de estudios, escalón inicial para su ingreso en la política.

En 1978 lanzó su candidatura al Senado por Sao Paulo, tras afiliarse al Movimiento Democrático Brasileño, el único partido de oposición permitido por el régimen militar. En la ocasión contó con el apoyo de Lula, que surgía entonces como el principal lider sindical del país.

Elegido suplente, Cardoso llegó al Senado en 1983, cuando el titular de la banca, Franco Montoro, obtuvo la gobernación del estado de Sao Paulo. En 1985 disputó la alcaldía de la ciudad de Sao paulo, pero fue derrotado.

Los errores de aquella campaña sirvieron de lección. Perdió preciosos votos al admitirse ateo y mostrar arrogancia, dejándose fotografiar en el sillón de alcalde en vísperas de los comicios, confiado en el favoritismo que le atribuían las encuestas.

Reelegido senador en 1986, tuvo actuación destacada en la Asamblea Constituyente de 1987-1988. En 1988 presidió la fundación del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, que proponía un sistema parlamentario de gobierno, rechazado en plebiscito en 1993.

En 1992 fue nombrado canciller, una función que anhelaba y para la cual era considerado el candidato ideal, por su prestigio internacional, por hablar varias lenguas, su capacitación intelectual y sus amistades en todo el mundo.

Pero el vuelco decisivo de su carrera ocurrió en mayo de 1993, cuando el entonces presidente Itamar Franco lo convocó al Ministerio de Hacienda, usualmente encabezado por economistas.

Cardoso reunió entonces a un grupo de brillantes economistas que desarrollaron teorías para combatir la "inflación inercial", alimentada por la indexación generalizada de los precios, como era el caso brasileño.

El plan real, puesto en marcha en febrero de 1994 y que culminó con la creación de la nueva moneda, en julio, tuvo el éxito que se le reconoce y lo condujo casi automaticamente a la presidencia del país, con derecho a la reelección.

El nuevo mandato de cuatro años le cae en las manos, sin embargo, con más espinas que flores. El reto de sacar el país de la actual crisis no le permitirá repetir que "gobernar Brasil es fácil", como dijo hace dos años. (FIN/IPS/mo/ff/ip/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe