La ayuda para el desarrollo descendió en 1997 al nivel más bajo de la historia, y los países donantes la usan para favorecer sus intereses de liberalización comercial, informó hoy en esta capital un grupo de organizaciones no gubernamentales (ONG) de todo el mundo.
La cantidad de ayuda brindada por los países industrializados el año pasado fue de 47.580 millones de dólares, 7,1 por ciento menos que en 1996, indica el último informe Realidad de la Ayuda, una evaluación anual realizada por un conjunto de ONG.
"Si las políticas fueran programas y las promesas fueran dólares, se podrían reportar grandes progresos en la erradicación de la pobreza este año", sostiene el estudio preparado por Ayuda de la Gente, de Noruega, EUROSTEP y el Consejo Internacional de Agencias Voluntarias.
La asistencia cayó 7,850 millones de dólares en 1997, colocándose en su nivel histórico más bajo: 0,22 por ciento del producto interno bruto de las 21 naciones donantes agrupadas en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), destaca el informe.
El descenso fue casi constante desde 1985, cuando la ayuda otorgada por las naciones industrializadas representó 0,35 de sus ganancias totales. El año pasado llegó a apenas 1,4 por ciento del gasto gubernamental combinado de los países de la OCDE.
Además, los miembros de la OCDE no cumplen las promesas hechas dos años atrás en el documento Dando Forma al Siglo XXI, denunciaron las agencias que elaboraron el informe.
Los compromisos incluyen el de trabajar para que en el año 2015 se reduzca a la mitad la cantidad de personas que viven en la pobreza absoluta, brindar educación primaria universal y disminuir significativamente la mortalidad de recién nacidos y madres.
Así mismo, los miembros de la OCDE se comprometieron a trabajar por la eliminación del trato desigual a las niñas y adolescentes en las escuelas, poner servicios de salud reproductiva al alcance de las mujeres y revertir los daños al ambiente causados por los esfuerzos de desarrollo.
Pero esos objetivos son socavados por intereses comerciales y políticos de los países ricos, afirma el informe.
"Las políticas comerciales de las naciones donantes a menudo contradicen directamente sus políticas de ayuda para el desarrollo", observó Jeff Chinnock, de ActionAid, un grupo de desarrollo con sede en Londres.
Por ejemplo, la Unión Europea creó programas de asistencia a los criadores de ganado en la zona del Sahel, Africa, pero durante la crisis de las "vacas locas" inundó la región con carne congelada, dijo.
"Seguiremos reclamando ayuda, pero ese no es el único elemento para promover el desarrollo", señaló Chinnock.
"Las políticas de los países industrializados deben contemplar cómo la globalización o la liberalización desenfrenada del comercio afecta a los países pobres. Deben promover formas de crecimiento coherentes con la erradicación de la pobreza", agregó.
A la preocupación de las naciones donantes porque los países pobres tengan una buena administración se deben agregar esfuerzos para despejar los obstáculos de la economía global a la reducción de la pobreza, opinó.
Esos obstáculos incluyen el peso de la deuda, los términos de intercambio desfavorables y una creciente pérdida de control sobre los movimientos de capitales.
El informe exhorta a que se respalden iniciativas para mejorar la posición de la mujer en la sociedad como estrategia de combate de la pobreza y que se preste más atención al impacto del desarrollo sobre las mujeres.
Así mismo, indica que algunos países ricos dirigen la ayuda al sector privado, apoyando iniciativas que favorecen sus intereses de crear un mercado libre más amplio.
Pero algunas naciones pobres necesitan desesperadamente esa ayuda para financiar los servicios sociales básicos, como es el caso de Mozambique y Malawi, destaca el reporte.
"Hay instituciones donantes, como el Banco Mundial, que ven la ayuda como un apoyo a la liberalización internacional. No nos interesa una asistencia dirigida a remediar los daños de los programas de ajuste estructural", manifestó Chinnock.
"Toda la agenda de ayuda está diseñada en el Norte y es usada como instrumento político: quien le paga a la orquesta es quien le dice qué canción tocar", dijo Mariano Valderrama, de CEPES-ALOP, una organización no gubernamental latinoamericana.
"La experiencia en el sector rural de América Latina muestra que las iniciativas para proyectos vienen desde el Norte industrial, y las declaraciones sobre desarrollo y participación de la sociedad civil son muchas veces retóricas", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/dds/rj/di-ml/dv/98