CUBA: Inseguridad pública sigue a crisis económica

Rumores callejeros, acciones de la policía y declaraciones oficiales difundieron la alarma entre los habitantes de la capital de Cuba, testigos de una violencia sin precedentes en las últimas décadas.

En las calles más céntricas de La Habana cualquiera puede distinguir a los que viven del asedio a los turistas, el tráfico ilegal de cualquier cosa, el proxenetismo y hasta del asalto a transeúntes confiados.

"Estamos perdiendo una de las pocas cosas buenas que nos quedaba a los cubanos, la tranquilidad", advirtió Magalys Guzmán, una ingeniera de 38 años que hace unos meses decidió enrejar la puerta y todas las ventanas de su apartamento.

Con un salario mensual de 400 pesos cubanos (alrededor de 20 dólares, según la cotización de las casas de cambio abiertas por el gobierno), Guzmán pagó 100 dólares por la reja de la puerta y 35 por cada una de las cinco ventanas.

"Gasté (en protección) todo el dinero que me mandó mi hermano desde Estados Unidos para comprar cosas de primera necesidad que sólo se consiguen en dólares, pero es mejor tomar precauciones que lamentarse", dijo la ingeniera, que vive sola con sus dos hijos.

La violencia crece de la mano de la crisis económica que vive este país desde hace ocho años y, según fuentes periodísticas, podría convertirse en la "quinta columna" de los que buscan el fracaso del modelo socialista cubano.

En Cuba, una isla con una población de más de 11 millones de personas, se cometieron 7,8 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1995, más del doble de los que se registraban en los años 70, según estadísticas del Ministerio de Salud Pública.

Las víctimas descendieron a 6,8 por 100.000 habitantes el pasado año. Los hombres mueren más que las mujeres por esta causa, con una incidencia de 10,5 homicidios por cada 100.000 hombres ante tres por cada 100.000 mujeres.

Expertos y autoridades coinciden en su preocupación por el aumento de los delitos si se toma de punto de comparación la realidad cubana de hace pocos años. Pero aseguran que el problema resulta insignificante frente a la grave situación en otros países de América Latina.

La Organización Panamericana de la Salud considera la violencia un problema de salud y sostiene que en El Salvador y Guatemala, los homicidios llegan a 150 por 100.000 habitantes, proporción incluso superior a la de Colombia, donde el índice es de 89,5 por 100.000.

"Robos con fuerza o violencia (en la calle o en las viviendas, con gente dentro o no), arrebatos a nacionales o extranjeros, hurto y sacrificio de ganado mayor, constituyen algunas de las ilegalidades más recurrentes", informó Juventud Rebelde, órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Ese semanario de alcance nacional señaló que la década en curso trajo cambios en la sociedad cubana que implicaron "nuevas 'tácticas' de ladrones y truanes", que incluyen "hasta prácticas de la delincuencia internacional".

Entre los "nuevos delitos" para el escenario cubano se mencionan el proxenetismo, la corrupción administrativa, el tráfico internacional de drogas, y, como "una práctica residual", la paedofilia y la pornografía infantil.

Sesenta por ciento de las prostitutas cubanas tienen "uno o varios chulos (proxenetas)", aseguró el secretario del Partido Comunista en La Habana, Esteban Lazo, en un llamado a "dar una batida a los que hacen de la delincuencia un modo de vida fácil".

Como parte de la "operación Lacra", cuatro centros nocturnos de La Habana fueron cerrados "hasta nuevo aviso" la semana pasada, en un intento por frenar la prostitución y la venta de droga en esas instalaciones.

El portavoz de la cancillería, Alejandro González, aseguró que la campaña oficial contra la delincuencia, lejos de afectar el turismo, lo incentivará pues está dirigida a garantizar la tranquilidad.

Los rumores callejeros, nunca confirmados por la prensa nacional, transmiten las noticias de dos asesinatos en un fin de semana, una niña de ocho años secuestrada, y el asalto a un camión distribuidor de carne y a un restaurante especializado en la venta de hamburguesas.

La crisis económica iniciada en 1990 provocó una seria caída del nivel de vida, aumentó las diferencias sociales, valorizó el dólar frente al peso cubano y creó un campo de cultivo favorable a la delincuencia económica y marginal, según los expertos.

Estudios especializados señalan que los delincuentes cubanos se caracterizan por ser desempleados, trabajadores de baja calificación y personas de hábitos y costumbres antisociales, como la ingestión excesiva de bebidas alcohólicas y la participación en riñas y escándalos públicos.

La Encuesta Nacional de las Migraciones Internas, concluída el pasado año, comprobó que, con el empeoramiento de la crisis, aumentó la migración interna a La Habana, hasta más de 20.000 personas por año.

La mayoría de los inmigrantes no buscaron empleo en la capital, no mejoraron sus condiciones de vida y se dedicaron, fundamentalmente, a actividades ilícitas en el mercado subterráneo, según la investigación.

Las autoridades reconocen el incremento de los delitos en cantidad y gravedad, pero mantienen en reserva las cifras oficiales de robos, asaltos con violencia y asesinatos.

Un informe oficial reconoció en 1993 el crecimiento del delito común en Cuba desde 1970, pero, al contrario de la tendencia que parece ganar terreno en la actualidad, los hechos de alto grado de violencia tenían un peso insignificante en las estadísticas.

El Ministerio del Interior reportó entre enero y junio de 1990 una incidencia de 34 delitos por hora, de cada cinco delitos cometidos uno era catalogado de grave y casi 70 por ciento de los autores eran jóvenes entre 16 y 30 años.

Aunque ya en 1993 comenzó a hablarse de una "campaña oficial contra la delincuencia", es sólo ahora que la situación empieza a convertirse en un fenómeno preocupante para la población, sobre todo de La Habana.

Hacia 1993, los habitantes de la capital evitaban circular en bicicleta en horas de la noche, por temor a ladrones que hacían cualquier cosa por obtener, para revender más adelante, uno de los medios de transporte más codiciados en los años de crisis.

Ahora, buena parte de las personas optan de noche por quedarse viendo la televisión en su casa, y si salen de paseo prefieren hacerlo en pareja o en grupo, y nadie camina solo a esas horas por las calles de La Habana sino es por necesidad.

"El enfrentamiento de hoy exige medidas de urgencia. Y estas pasan en primer lugar, por el incremento del número y la preparación de los agentes del orden", afirmó Juventud Rebelde y reconoció que demorará "mucho" la erradicación del delito. (FIN/IPS/da/ff/pr/98

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