Una campaña para erradicar la mutilación genital femenina en Costa de Marfil comienza a rendir sus frutos a medida que las mujeres a cargo de la peligrosa tradición dejan de practicarla.
Unas 20 mujeres en el oeste de este país africano dejaron de realizar la operación y se incorporaron a la campaña, aseguró Constance Yai Kipre Tape, presidenta de la Asociación de Derechos de la Mujer Marfileña.
"Gradualmente comienzan a comprender que la vida humana es más importante que sus intereses tradicionales y económicos, y que están ayudándonos a erradicar este mal social", dijo.
Se ignora la cantidad de mujeres que practican la mutilación femenina en este país de casi 14 millones de habitantes, pero según Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), unos cuatro millones de mujeres se sometieron a la operación.
El gobierno creó una comisión en 1996 para encarar el tema, luego de que organizaciones de mujeres presionaron para prohibir la práctica.
La presidenta de la comisión es Guei Bah Agnes Kone, de 75 años, quien durante 40 años trabajó realizando este tipo de operaciones. Su nombramiento muestra la voluntad del gobierno para "erradicar la práctica en el lapso más breve posible", según funcionarios.
Kone encabezó delegaciones que viajaron a zonas remotas del país y exhortó a sus ex colegas a cesar la mutilación genital femenina.
"Dejé mis instrumentos quirúrgicos hace siete años, después de enterarme de que la práctica podía provocar la muerte, aunque ninguna de mis pacientes murió durante mis 40 años de trabajo. Estoy contenta de ver que otras hacen lo mismo cuando me ven a mí al frente del equipo de la campaña de erradicación", explicó.
La campaña para erradicar la mutilación femenina se enfrenta a una lucha sin cuartel, ya que la práctica es parte importante de los ritos tradicionales de algunos grupos étnicos marfileños.
Por ejemplo, entre los guere y yacuoba, del oeste del país, se cree que la mutilación protege la virginidad y garantiza el casamiento de las hijas.
La mutilación genital femenina supone la ablación de la parte superior del clítoris, o en algunos casos, de todo el clítoris y de los labios exteriores de la vagina. La herida luego es suturada, excepto por un pequeño orificio para permitir el pasaje de la orina y la sangre menstrual.
La mutilación casi siempre se realiza en condiciones insalubres, sin anestesia, por lo que es muy dolorosa y puede provocar graves infecciones, estado de shock o incluso la muerte.
Quienes practican la operación insisten en que es sólo parte de un ejercicio más amplio de iniciación que incluye enseñar a las niñas la forma de relacionarse con sus futuros esposos y de cuidar de sus hogares una vez casadas.
Muchas mujeres continúan practicando la mutilación porque es una fuente de ingresos, y a menudo se les paga por sus servicios con gallinas, cabras, ovejas o telas.
En 1996, el gobierno prometió, al inaugurar la comisión contra la mutilación, entregar fondos a las mujeres que realizan la mutilación para ayudarlas a iniciar actividades alternativas de generación de ingresos.
Pero la promesa no se cumplió. "Es una lástima que las organizaciones de mujeres sustituyan una violación de los derechos humanos por otra. Nosotros nos ganamos el pan con las operaciones durante siglos. Ese era nuestro derecho", dijo una mujer.
La mutilación genital se practica en casi todos los países de Africa. El porcentaje de mujeres adultas sometidas a la operación varía entre 98 por ciento en la mayor parte del cuerno de Africa, a algunos grupos en otros países.
Costa de Marfil, como la mayoría de los países africanos, también es signatario de la Convención sobre los Derechos de la Infancia, de 1990. Los artículos 19, 24, 36 y 37 de la Convención se refieren al problema de la mutilación genital femenina y piden a los estados miembros que erradiquen su práctica. (FIN/IPS/tra-en/md/mn/aq/hd/98