La crisis económica que afecta a Corea del Sur aumentó el desempleo, incrementó la cantidad de divorcios y mandó al orfanato a muchos niños cuyos padres ya no los pueden mantener económicamente.
Kang In Kyu, de seis años, nunca llora. "Sabe que no arreglaría nada", explicó Ko Jae Kwon, director de un orfanato en Anyang, 30 kilómetros al sur de Seúl.
Kang se encuentra en el orfanato desde junio cuando su padre, desocupado desde que en enero perdió su trabajo en una firma constructora, ya no pudo mantener económicamente a su hijo. Su madre los había abandonado.
"De repente, luego de la crisis de diciembre vinieron muchos niños como In Kyu", dijo Ko, en referencia al colapso de la economía coreana.
El sufrimiento de Kang destaca uno de los mayores costos sociales de la recesión de Corea del Sur: el desgarramiento de los otrora estrechos lazos y estructuras familiares que en las sociedades asiáticas actúan como redes de seguridad en épocas de dificultad.
El estrés y las consecuencias sociales son especialmente graves para la generación criada en la prosperidad de la posguerra, a diferencia de los más viejos que soportan las dificultades de hoy con mayor estoicismo, luego de haber padecido la guerra de Corea entre 1950 y 1952.
Para los coreanos entre 40 y 50 años, el colapso económico del país significa un humillante retroceso al pasado. Incluso quienes pasaron la infancia en medio de las dificultades de la guerra pensaron que la pobreza había sido vencida, hasta que el año pasado Seúl tuvo que pedir un rescate financiero de 58.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional.
Mientras el país atraviesa su peor crisis en décadas, los padres abandonan a sus hijos al no poder mantenerlos. Muchos matrimonios no soportan la presión.
Las principales víctimas son los niños y los jóvenes. "Para una familia coreana que depende totalmente del ingreso del padre, un hombre sin empleo significa el fin de las fuentes de ingreso", señaló Joe Hung Shik, profesor de la Universidad Nacional de Seúl.
La falta de trabajo del padre es algo que Kang Young Hi, de 13 años, no puede aceptar, razón por la que se dedica a vagar por las calles de Seúl durante la noche. "Me da miedo volver a casa. Resulta muy doloroso observar a mi padre", explicó.
Tras el cierre de la fábrica de vestimenta de su padre, de 38 años, su madre tuvo que salir a trabajar como camarera. El padre de Kang se encuentra sólo en su casa, y con frecuencia se dedica a beber en un estado depresivo.
"Antes de la crisis, la mayoría de las llamadas eran por infidelidades. Pero ahora la mayoría son mujeres jóvenes que no soportan tener al esposo todo el día en la casa", explicó Lee Ok, director de un centro de asesoramiento familiar en Seúl.
Las tasas de divorcio se dispararon en el último año. Las solicitudes de divorcio en la corte familiar del distrito de Seúl aumentaron de 524 en enero a 850 en agosto. Se calcula que los problemas económicos provocaron más de la mitad de los casos.
"El divorcio ya no es el último recurso" para muchas parejas, dijo Kim Hyo Nam, principal consejera del centro de asesoramiento familiar de Seúl. A diferencia de sus padres, para quienes los hijos eran lo primero, los matrimonios jóvenes tienden a tomar el divorcio más a la ligera, agregó.
A medida que aumentan los divorcios, también lo hacen los "huérfanos por divorcios", que ni la madre ni el padre pueden mantener. La mitad de los 3.000 niños que residen en los 24 centros de bienestar infantil de Seúl proceden de familias divorciadas.
Además de soportar el estrés y la separación familiar, muchos niños también deben padecer el hambre. Investigaciones del Ministerio de Educación revelaron que 120.000 estudiantes de un total de 8,1 millones no almuerzan porque no pueden adquirir los alimentos en las escuelas.
La noticia conmocionó y avergonzó a muchos adultos que se enorgullecen de las décadas de industrialización que convirtieron a este país en una de las llamadas economías tigre del sudeste asiático. De todas maneras, muchos intentan ayudar a su manera.
Choi Ju Chan, director de un instituto de capacitación vocacional para adolescentes, dirige la sucursal en Seúl del Banco de Alimentos, una organización que recoge alimentos sobrantes de restaurantes, panaderías u otros lugares de comidas para alimentar a los niños pobres.
El Ministerio de Salud Pública informó que los niños pobres recibieron alimentos por valor de 614.000 dólares, donados por 2.630 comercios en el primer semestre del año. El gobierno considera otorgar incentivos impositivos a los donantes.
El gobierno también tuvo que utilizar fondos estatales para alimentar y mantener a los jóvenes en las escuelas. Seúl utilizó 17 millones de dólares este año para subsidios alimentarios destinados a 120.000 jóvenes pobres.
El Ministerio de Educación indicó que el presupuesto para la enseñanza se redujo de 13.400 millones de dólares en 1997 a 12.400 millones este año, y que descenderá a 11.600 millones en 1999.
Las encuestas señalan que 10 por ciento de las familias cuyos padres están desocupados consideran prescindir de la educación universitaria para sus hijos.
Seúl está considerando otorgar entre 28 y 36 dólares por mes en subsidios educativos a los niños pobres. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/aq/if/98