El presidente de Colombia, Andrés Pastrana, saludó hoy una "nueva era" en las relaciones con Estados Unidos al comenzar la primera visita de Estado de un mandatario colombiano a Washington en 23 años.
Pastrana exhortó al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a perseguir "el sueño común de una sociedad libre de drogas y un hemisferio occidental libre de drogas".
"Debemos continuar y continuaremos erradicando y prohibiendo, y debemos hacer más", instó Pastrana en la Casa Blanca, y agregó que Bogotá "está preparada para entrar en una nueva sociedad con el fin de combatir las drogas".
La afirmación sonó como una dulce melodía a los oídos de Clinton, quien está bajo presión de políticos radicales antidrogas, tanto en su administración como en el Congreso, preocupados por la posibilidad de que Pastrana diera prioridad a la negociación de la paz con los guerrilleros de Colombia sobre la guerra contra las drogas.
Clinton, por su parte, prometió trabajar como "amigo y socio" de Pastrana para "construir una paz duradera y digna".
Además, exhortó a los insurgentes y paramilitares colombianos a responder a "la audaz iniciativa de paz (de Pastrana) poniendo fin al terrorismo, la toma de rehenes y el apoyo a los narcotraficantes".
Tras las declaraciones de bienvenida, Clinton y Pastrana iniciaron las discusiones bilaterales.
Durante su visita de tres días a Washington, Pastrana se reunirá con la secretaria de Estado Madeleine Albright, el vicepresidente Al Gore, el jefe de la oficina de política nacional contra las drogas de la Casa Blanca, Barry McCaffrey, y otros altos funcionarios de gobierno.
También se reunirá con altos funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo y pronunciará un discurso este jueves ante la asamblea permanente de la Organización de Estados Americanos. El viernes se dirigirá al Club Nacional de la Prensa.
El presidente colombiano no se reunirá con ninguno de sus críticos declarados en Washington, principalmente el presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Benjamin Gilman, y otros legisladores republicanos escépticos sobre los esfuerzos de paz de Pastrana.
La visita de Pastrana coincide con la última semana de campaña antes de las elecciones de mitad de período, el 3 de noviembre, y al igual que otros legisladores, Gilman está en su distrito de origen, en Nueva York.
La visita de Pastrana marca el fin formal de un período de ásperas relaciones entre Bogotá y Washington. Su predecesor, Ernesto Samper, tenía prohibido entrar a Estados Unidos luego de que Washington lo acusó de aceptar dinero del narcotráfico para su campaña.
Pese al congelamiento de las relaciones diplomáticas, la administración Clinton aumentó su ayuda a la policía antidrogas colombiana y, en menor grado, al ejército, hasta el punto de que Colombia recibió más ayuda para seguridad de Estados Unidos que cualquier otro país de América Latina.
Casi toda la ayuda estaba dirigida supuestamente a la lucha antidrogas, pero el ejército de Colombia está cada vez más a la defensiva contra varios grupos insurgentes de izquierda que actualmente controlarían cerca de 40 por ciento del territorio nacional.
La lucha entre el ejército y las guerrillas se complicó con la introducción y diseminación de grupos derechistas paramilitares que, en muchos casos, tienen el respaldo de los militares.
Los paramilitares están acusados de la mayoría de las violaciones contra los derechos humanos en Colombia, incluidas la tortura y las masacres, de acuerdo con organizaciones nacionales e internacionales que describen la situación de los derechos humanos en Colombia como la peor del continente.
El gobierno de Clinton, que heredó una política hacia Colombia dominada por la condición del país latinoamericano como el mayor proveedor de cocaína al enorme mercado estadounidense, gradualmente amplió la agenda e incluyó temas de paz y derechos humanos.
En una anterior visita a Washington, justo antes de asumir como presidente, el pasado agosto, Pastrana destacó la importancia de la búsqueda de la paz con los guerrilleros en sus discusiones con Clinton, como un factor crítico pero ignorado en la guerra contra las drogas.
Según trascendió, Clinton habría acordado que es necesario "desnarcotizar" la agenda bilateral y apoyar con más firmeza los esfuerzos de paz.
Pero los republicanos del Congreso se resisten a estas medidas y temen que los planes de Pastrana de retirar sus fuerzas de seguridad de cinco zonas controladas por los rebeldes -como medida de confianza para impulsar el proceso de paz- conduzca a la creación de zonas de libre cultivo de coca y amapola.
La evacuación del ejército de esas zonas comenzó este mes y terminará antes del 7 de noviembre, según se prevé. En los 90 días siguientes, comenzarán las negociaciones.
Gilman y otros republicanos intentaron imponer su punto de vista en septiembre al presentar un proyecto, que resultó aprobado la semana pasada, para agregar 2.300 millones de dólares al presupuesto antidrogas para los próximos años.
La mayoría del dinero adicional está destinado a la erradicación y prohibición de drogas, principalmente en países andinos.
El proyecto también exigía que Clinton suspenda toda ayuda a Colombia si el gobierno de Pastrana negocia con los guerrilleros zonas desmilitarizadas sin control sobre las drogas, pero negociaciones previas a la aprobación de la ley obtuvieron la facultad presidencial de no aplicar esa sanción por razones de interés nacional.
"El principal obstáculo al respaldo de Estados Unidos al proceso de paz de Pastrana siguen siendo los radicales del Congreso", opinó Winifred Tate, de la Oficina de Washington sobre América Latina. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml/ip/98