CANADA: Diamantes para mejorar calidad de vida de indígenas

La inauguración de la primera mina de diamantes de tipo comercial en América del Norte generó una gran expectativa en las regiones heladas de Canadá, pues puede mejorar la calidad de vida de los indígenas.

Los últimos estudios del gobierno revelan que los indígenas del subártico tienen una de las tasas más elevadas de suicidios, drogadicción y mortalidad infantil en todo el mundo industrializado.

Canadá es uno de los países que encabezan la lista de calidad de vida de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que considera aspectos como salud, educación y desarrollo económico. Pero si los indígenas canadienses tuvieran su propio país, estarían al menos en el lugar 50 de esa tabla.

Algunas indígenas se beneficiarán de los diamantes de la mina Ekati. La empresa ya contrató a varios de ellos para un trabajo bien remunerado: deberán ayudar a dividir las piedras entre las 'preciosas', para joyas, que valen 250 dólares el quilate, y las industriales, de 10 dólares por quilate.

Ciento cincuenta de los 750 trabajadores de la mina son miembros de comunidades indígenas y obtendrán beneficios como teléfonos celulares para comunicarse con el mundo exterior e instalaciones deportivas y recreativas.

El régimen acordado es de dos semanas de trabajo y dos libres, durante las cuales los indígenas podrán retornar a sus actividades tradicionales, como la caza y la pesca en sus territorios.

James Ectolook, vicepresidente de Nunavut Tunngavik Incorporated, un grupo que representa a los indígenas del Artico, dijo que su pueblo está de acuerdo con la apertura de la mina, aunque esperan respeto para la cultura local y el ambiente.

La región donde fue abierta la explotación de diamantes está ubicada cerca de la ruta migratoria de los caribúes, la principal fuente de alimento tradicional de los aborígenes del subártico, y la mayoría de las preocupaciones ambientales se refieren a la protección de los animales, que se mueven en gigantescas manadas.

El Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF) presentó el año pasado un recurso a la justicia para proteger a los caribúes, pero aceptó retirarlo cuando los operadores de la mina garantizaron la preservación de las zonas más sensibles.

Pasaron siete años entre el descubrimiento de los primeros diamantes en Point Lake, en los Territorios del Norte de Canadá, cerca del círculo polar Artico, y la apertura de la mina Ekati, propiedad de la compañía exploradora Dia Met, de este país, y de la australiana Broken Hill Proprierty Ltd.

La mina podría convertirse en uno de los 15 principales centros de producción de diamantes en el mundo, cuando alcance la meta de 3,5 millones de quilates de piedras de alta calidad por año. Y en dos años más, será abierta otra mina en la misma región.

Los yacimientos de Canadá tienen un porcentaje mayor de piedras preciosas que los de Rusia y Sudáfrica, los principales productores de diamantes del mundo.

Por ahora, la producción de Ekati se comercializará fuera del cartel sudafricano de la Organización Central de Venta. Pero algunos analistas locales consideran que los propietarios de la mina podrían cambiar de opinión, en vista de la baja de precios en el deprimido mercado de diamantes.

La mina está ubicada en una tundra rocosa, sin árboles pero salpicada de pequeños lagos, debajo de uno de los cuales fue identificado el yacimiento de diamantes.

El lago fue desecado y ahora se espera que la operación, que será a cielo abierto, produzca un kilo de diamantes por semana, una cantidad suficiente para llenar un recipiente de medio kilo de café.

La participación de los indígenas en el proceso de selección fue acordada tras una disputa que puso en relieve las divisiones regionales y raciales en este país.

Los dirigentes políticos de la poderosa provincia francófona de Quebec habían presionado para que esa lucrativa actividad fuera realizada en su territorio.

Pero los indígenas se impusieron, con el argumento de que la mina y otros 42 sitios de posible explotación están en su territorio ancestral.

En los últimos años aumentó el respaldo de las comunidades indígenas del norte canadiense a proyectos mineros. Los 5.700 inuit, por ejemplo, llegaron a proponer la reducción de la superficie de un parque nacional para dar lugar a una mina de níquel proyectada por la empresa Falconbrige Ltd.

"Lo más importante es que (la exlotación) no afecte a los caribúes. Si restamos una pequeña área al parque no causaremos daño a la manada", aseguró Nellie Cournoyea, directora de una corporación de desarrollo de los Inuit. (FIN/IPS/tra-en/mb/mk/lc- ff/pr/98

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