Las elecciones que concluyeron el domingo con la segunda vuelta para gobernadores de 13 estados modificaron poco la correlación de fuerzas políticas en Brasil, manteniendo su dispersión y consecuente ausencia de hegemonía.
"El poder quedó mejor distribuido", evaluó el presidente del Senado, Antonio Carlos Magalhaes, líder del Partido del Frente Liberal (PFL) y jefe político absoluto en el nororiental estado de Bahía.
El PFL, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y el indefinido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) concentran 19 de las 27 gobernaciones estaduales. El PSDB, del presidente Fernando Henrique Cardoso, obtuvo siete y las otras dos fuerzas, seis cada una.
La oposición de izquierda, sumando laboristas y socialistas, aumentaron de cuatro a seis los estados que gobiernan, incluyendo algunos de gran peso político y económico, como Río de Janeiro y Rio Grande del Sur.
Los dos estados restantes quedaron en manos del conservador Partido Progresista Brasileño (PPB), el mayor perdedor en estas elecciones, cuya representación parlamentaria bajó de 77 a 60 diputados y de siete a cinco senadores.
El golpe más fuerte fue la derrota de su máximo dirigente, Paulo Maluf, para la gobernanción de Sao Paulo, tras mantenerse como favorito en las encuestas durante muchos meses y haber sido el más votado en la primera vuelta el día 4.
El triunfo en Sao Paulo, con la reelección del gobernador Mario Covas, y un pequeño aumento de sus diputados y senadores permiten apuntar un fortalecimiento del PSDB, sin asegurarle mayor poder dentro de la amplia coalición gubernamental.
Cardoso necesita el apoyo de los grandes partidos que componen su base parlamentaria, para aprobar las medidas de ajuste fiscal acordado con el Fondo Monetario Internacional.
Teóricamente, la coalicin reúne 381 de los 513 diputados y 69 de los 81 senadores, pero esa inmensa mayoría a veces no logra aprobar propuestas del gobierno, por diferencias o ausencia de muchos parlamentarios, según la experiencia pasada.
Las dificultades en aprobar las medidas consideradas ahora indispensables, como la reforma de la previsión social y aumento de impuestos, aumentaron tras las elecciones, admitieron Magalhaes y el presidente de la Cmara de Diputados, Michel Temer.
Además de los resentimientos dejados por disputas estaduales entre partidos de la coalición, los gobernadores electos y reelectos ya rechazaron aumentos tributarios y medidas que reduzcan ingresos fiscales de sus estados.
Esta posición la manifestaron incluso gobernadores socialdemócratas muy allegados a Cardoso, como Tasso Jereissati, de Ceará, un estado del noreste.
La oposición al gobierno de Cardoso ganó fuerza, pese a la grave derrota sufrida en Brasilia, con triunfos sorprendentes en Mato Groso del Sur y Río Grande del Sur, estados donde candidatos de la coalición gobernante aparecían como amplios favoritismo.
Aunque la representación parlamentaria de la izquierda es escasa -cuenta con sólo 21,6 por ciento en la Cámara de Diputados y 16 por ciento en el Senado, que renovó sólo un tercio- sus candidatos recibieron fuerte votación en las elecciones para diputados y senadores.
Además, el gobernador de Sao Paulo reconoció la importancia del apoyo de la izquierda para su reelección y anunció que este nuevo período de gobierno tendrá la participación de laboristas y socialistas, concediendo prioridad a los temas sociales.
Covas defendió también un acercamiento del presidente a los partidos de izquierda. Hasta ahora, el gobierno de Cardoso concentra sus esfuerzos en las reformas económicas liberalizantes, basándose para eso en la alianza de los socialdemócratas con la derecha. (FIN/IPS/mo/ag/ip/98