La segunda vuelta de las elecciones estaduales en Brasil, a realizarse este domingo, presentan de antemano un resultado negativo para el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso: una mayor división en la coalición que lo apoya.
Manifestaciones de Cardoso en favor de candidatos de su Partido de la Socialdemocracia generaron resentimientos entre sus aliados, que amenazan quitarle apoyo a decisiones importantes en el Congreso legislativo.
Eso puede dificultar la aprobación parlamentaria de medidas indispensables para el ajuste fiscal prometido por el gobierno, que intenta recuperar la confianza de inversionistas y de la comunidad financiera internacional en la economía brasileña.
El Congreso debe votar en las próximas semanas el aumento de impuestos, la reforma de la previsión social y otras medidas decisivas para que el sector público pueda reducir gastos y elevar ingresos, en un esfuerzo fiscal de 21.000 millones de dólares.
Los problemas más difíciles proceden del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que tiene la mayor representación en el Senado (un tercio de los 81 miembros) y la tercera en la Cámara de Diputados.
Al apoyar públicamente a los aspirantes de su partido, incluso con apariciones en la televisión, Cardoso se indispuso con líderes importantes del PMDB que disputan gobernaciones.
Es el caso del ex presidente Itamar Franco, quien en 1993 abrió el camino al ascenso de Cardoso al poder, al incorporarlo a su gabinete, y del ex ministro de Justicia del actual gobierno Iris Rezende y del inlfluyente senador Jader Barbalho.
Franco es favorito en Minas Gerais, mientras Rezende y Barbalho, candidatos en los estados de Goiás y Pará, respectivamente, aparecen relegados en las encuestas.
La campaña en el Distrito Federal, una circunscripción electoral que comprende Brasilia y sus ciudades satélites, también contribuyó al malestar.
El gobierno central dió respaldo formal al candidato del PMDB, Joaquim Roriz, pero en la práctica, el oficialismo favoreció las aspiraciones de reelección de Cristovam Buarque, del opositor e izquierdista Partido de los Trabajadores.
El ministro de Salud, José Serra, declaró su apoyo a Buarque y su colega de Hacienda, Pedro Malán, desautorizó medidas prometidas por Roriz que aumentarían gastos en un momento de austeridad fiscal.
En el estado más importante de Brasil, Sao Paulo, Cardoso apoyó a su correligionario Mario Covas, irritando a Paulo Maluf, líder absoluto del derechista Partido Progresista Brasileño, cuyos votos también son fundamentales en el Congreso.
Cardoso y su gobierno reservaron informaciones sobre el previsto ajuste fiscal para después de las elecciones, con el propósito de favorecer a los candidatos de su partido, advirtió Luiz Carlos Santos, aspirante a vicegobernador en la fórmula de Maluf.
Santos fue un importante colaborador de Cardoso, como ministro de Coordinación Política y líder del oficialismo en el Congreso. Dijo que la actitud del presidente y de algunos de sus ministros afectará el apoyo político al gobierno.
Al margen de esos problemas en la coalición, las encuestas apuntan un probable triunfo de la oposición en estados importantes como Río de Janeiro y Río Grande del Sur, además del Distrito Federal.
El ex presidente Franco, un nacionalista, también se define como opositor, y de triunfar en Minas Gerais, como lo pronostican los sondeos, aumentará su influencia en el PMDB, dividido entre una corriente de adhesión a Cardoso y otra que busca un camino propio .
Como resultado positivo para el gobierno, sin embargo, se puede contar una tendencia favorable a la austeridad fiscal. Los votantes rechazan candidatos conocidos por elevar los gastos públicos con obras que exigen abultadas inversiones.
Es el caso de Maluf, acusado dejar enormes deudas en la alcaldía de Sao Paulo, a cuyo frente estuvo hasta 1996. Al socialdemócrata Covas, en cambio, se le reconoce haber recuperado las finanzas del estado de Sao Paulo en su primera gobernación, desde 1995.
Los opositores con posibilidades de triunfo conceden prioridad al área social, en lugar de a las obras públicas. Además, esos candidatos se destacan por cierta moderación dentro sus partidos, especialmente Buarque, el gobernador del Distrito Federal, que dialoga con el poder central. (FIN/IPS/mo/ff/ip/98