El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, tendrá dificultades para mantener el capital político renovado con su reelección, pero que se hizo tan volátil como las reservas cambiarias que el país había acumulado hasta julio.
El triunfo categórico en la primera vuelta elimina incertidumbres y reafirma el liderazgo de Cardoso, asegurando así condiciones para promover el ajuste fiscal y obtener ayuda financiera internacional para mantener a flote la moneda nacional amenazada por la crisis.
El presidente obtuvo, según las encuestas a boca de urna el domingo, 56 por ciento de los votos, porcentaje que se había reducido la mañana de este lunes a 50,66 por ciento, de acuerdo con el escrutinio oficial parcial de 83,99 por ciento de los votos emitidos.
El presidente ganó también fuerza para promover la aprobación de reformas como la de previsión social, pendientes en el Congreso legislativo hace más de dos años.
Pero las medidas impopulares que tendrá que adoptar y los escollos políticos que aún enfrenta podrán corroer su autoridad antes que se inicie formalmente su segundo mandato, el 1 de enero de 1999.
El riesgo que corre es el de repetir el deterioro que sufrió a fines de 1986 el entonces presidente José Sarney, quien postergó para después de las elecciones medidas de emergencia. La maniobra echó a perder el plan de estabilización económica adoptado nueve meses antes y la legitimidad del poder conquistado.
Cardoso buscó evitar un efecto similar, al anunciar hace tres semanas que dispondrá duras medidas para que el Estado no siga gastando más de lo que la sociedad se dispone a aportarle.
Pero fue un anuncio genérico que no transmitió "el real tamaño de la crisis" y los sacrificios que se exigirá a la población, según el economista Luciano Coutinho, de la Universidad de Campinas.
El principal candidato opositor, Luiz Inacio Lula da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores, acusó el presidente de haber impedido un debate sobre la crisis y los problemas nacionales durante la campaña. El país está "al borde del abismo y las víctimas eligieron a su verdugo", afirmó.
Cuando se concreten las medidas y empiecen los efectos del alza de las tasas de interés, la probable recesión con aumento del desempleo puede desmoronar la popularidad de Cardoso y el cauteloso voto de confianza que representaron las elecciones del domingo.
El esfuerzo fiscal, según expertos e informes del gobierno que ya trascendieron, debe alcanzar unos 20.000 millones de dólares, o 2,5 por ciento del producto interno bruto.
El recorte de gastos públicos se hizo muy difícil a causa de la Constitución de 1988, que ya se hizo "vieja y anacrónica", según el ex ministro de Hacienda Mailson da Nóbrega. El ex presidente Sarney acusa la Carta Magna de hacer ingobernable el país, al elevar los gastos públicos sin asegurar ingresos.
En esas condiciones y en un período de estancamiento o recesión económica, los expertos consideran prácticamente imposible obtener el superáavit fiscal primario esperado, sin aumento de impuestos, una alternativa que encuentra fuertes resistencias en la sociedad.
Además, la reelección del presidente en la primera vuelta no despejó el cuadro político. En cerca de la mitad de los 27 estados brasileños, el nuevo gobernador sólo se definirá tras la segunda vuelta el 25 de octubre.
Un ajuste fiscal exige negociaciones con los gobiernos estaduales, responsables de gran parte del déficit. En muchos casos será necesario negociar con el gobernador saliente y el electo.
La oposición tiene posibilidades de conquistar la gobernación de los estados más importantes. Es el caso del ex presidente Itamar Franco en Minas Gerais y de candidatos de izquierda en Rio de Janeiro, Rio Grande do Sul y Sao Paulo, además del Distrito Federal.
En Sao Paulo, sigue indefinido quién disputará la segunda vuelta con el ex alcalde de Sao Paulo, Paulo Maluf. Están empatados el actual gobernador, Mario Covas, socialdemócrata como Cardoso, y Marta Suplicy, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
Los resultados respecto del Senado, que renueva un tercio de sus miembros, fueron negativos para la coalición de centroderecha que gobierna el país. Los grandes victoriosos fueron el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), dividido en relación con el gobierno de Cardoso, y el PT.
El PMDB se quedó con 10 de los 27 senadores elegidos el domingo, con lo que volvió a tener la mayor representación en el Senado.
El PT, que constituye la oposición más radical, obtuvo seis escaños, un resultado sorprendente. Los liberales y los socialdemócratas de la coalición oficial conquistaron cinco y cuatro lugares respectivamente.
Otro problema para Cardoso será que el Congreso vote antes del fin del año medidas indispensables de ajuste fiscal, como la enmienda constitucional de la reforma previsional y leyes que reglamenten la reforma administrativa.
Hay políticos, principalmente opositores, que niegan legitimidad al actual Congreso, compuesto de muchos parlamentarios que no fueron reelegidos, para aprobar decisiones cruciales.
Por eso, proponen la investidura inmediata de los nuevos diputados y senadores, sin esperar la fecha prevista para eso, el 2 de febrero. (FIN/IPS/mo/mj/ip/98