/BOLETIN-INTEGRACION/

El territorio disputado por los ejércitos de Ecuador y Perú en 1995 no tiene valor económico ni posibilidades de asentamiento humano, concluyeron misiones científicas que estudiaron la zona.

"Es como aquel episodio de la guerra del Chaco, en el que soldados bolivianos y paraguayos se aniquilaron por la captura de un pozo de agua en un desierto que al final se descubrió que estaba seco", comentó al respecto el periodista Lino Montes.

"La parte peruana de la cordillera del Cóndor es un lugar inhóspito y deshabitado. Lo único que se puede hacer con ese lugar es no tocarlo y dejarlo como está", afirmó Walter Wust, quién participó en la misión cientifica que estudió la zona en 1994.

"Las comunidades selvícolas solo la utilizan para cruzarla, pues no allí no encuentran alimentos", dijo, por su parte, la socióloga Imelda Vega, quien realizó en 1983 un estudio encargado por el gobierno peruano.

En el lado peruano de la cordillera del Cóndor se encuentra Tiwinza, escenario de los combates más encarnizados en 1995, que adquirió peso político y emocional para las poblaciones de Ecuador y Perú y cuyo destino es el nervio central del Acuerdo de Paz suscrito el lunes.

El acuerdo, propuesto en el fallo de una misión arbitral integrada por Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, ratificó la vigencia del tratado limítrofe suscrito en 1942, el Protocolo de Rio de Janeiro, y asignó a Perú el flanco oriental de la cordillera del Cóndor.

Según el fallo arbitral, Perú debe transferir al Ecuador la propiedad de un kilómetro cuadrado en Tiwinza, donde ese país construirá un santuario en honor a sus soldados muertos en 1995.

Tambien se establecen algunas concesiones comerciales y de navegación favorables a Ecuador en los rios amázonicos, pero para la población de los dos países la cuestión central en la disputa territorial es Tiwinza.

El kilómetro cuadrado será cedido como propiedad inmueble al Estado ecuatoriano situada en territorio bajo soberanía de Perú, en el escenario de la última y más dura batalla de la guerra de 1995.

Tiwinza, bautizada así por Ecuador después de invadirla en 1995 y defenderla durante dos largos meses, pudo ser causa de un conflicto bélico de mayor envergadura pero la mediación diplomática detuvo el fuego y obligó a los contendientes a negociar.

Esta cesión irrita a los peruanos, porque les recuerda que su ejército no pudo desalojar de allí a las tropas de Quito, y parece insuficiente a los ecuatorianos, obligados a retraer su aspiraciones de un corredor territorial hasta el río Amazonas.

Los informes suscritos con más de 10 años de diferencia por la socióloga Imelda Vega Centeno y el ingeniero forestal Walter Wust coinciden en destacar el escaso valor económico y social de la zona.

"Después de la guerra de 1981, el gobierno del presidente Fernando Belaúnde me encargó estudiar la región de la cordillera del Cóndor para ver si existían posibilidades de colonizar", recordó Vega Centeno.

"Como ahora, se hablaba entonces de establecer fronteras vivas, es decir poblar la zona para impedir nuevas infiltraciones de soldados ecuatorianos, pero concluimos que no existían condiciones para colonizar", dijo.

"Sería un desastre enviar colonos a intentar explotaciones agrícolas o ganaderas en una región inhóspita y sumamente frágil", comentó.

Vega Centeno añadió que las aldeas de colonos y los asentamientos de comunidades selvícolas más próximos están a más de 100 kilómetros al sur.

Por su parte, Wust, ingeniero forestal que integró la misión que en 1994 estudió la zona peruana de la cordillera del Cóndor, coincidió en que esa área tiene escasas posibilidades de albergar vida humana.

"Es una zona ubicada entre los 1.500 y 2.000 metros sobre el nivel del mar. Su relieve es accidentado, formado por acantilados cortados casi a tajo, con vegetacion exhuberante pero sobre suelos exiguos y deleznables", dijo Wust.

"La cordillera del Cóndor está formada por una serie de paquetes geológicos plegados de tal manera que la parte ecuatoriana tiene pendientes suaves, lo que ha favorecido su poblamiento, y la parte peruana es muy cortada", agregó.

"Casi no existe suelo. La vegetación está aferrada a las rocas, de modo que es altamente susceptible a la erosión", añade.

Wust y Vega Centeno consideraron correcta la recomendación de los países que arbitraron la disputa fronteriza de crear un parque ecológico desmilitarizado en el escenario de la guerra de 1995.

"Es una zona muy vulnerable, pero al mismo tiempo de gran importancia para el ambiente de una región muy extensa. (El parque) Garantiza el equilibrio hídrico en la parte baja, pues actúa como una gigantesca esponja que capta el agua que da de beber a las gentes que viven mas abajo", señaló Wust. (FIN/IPS/al/mj/ip dv/98

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