El consumidor brasileño no está preparado para enfrentar el aumento del costo del crédito, opinaron analistas en vista del efecto adverso que tuvo el alza de las tasas sobre la vida cotidiana de los ciudadanos.
El gobierno de Brasil, señalado como víctima potencial de la crisis financiera internacional, aumentó a mediados de septiembre la tasa básica de interés del Banco Central de 29,75 a 49,75 por ciento anual.
El objetivo consistía en detener la sangría de dólares de las reservas internacionales del país, pero la repercusión fue negativa sobre la vida cotidiana de los brasileños, en especial de la clase media.
Hoy, el crédito a través de tarjetas o préstamos bancarios puede llegar a costar hasta 15 por ciento al mes o más de 150 por ciento al año.
El abogado Marcos Diegues, del Instituto de Defensa del Consumidor (Idec), afirmó que el consumidor brasileño no está preparado para hacer frente a tan altas tasas.
A la hora de comprar, el consumidor no calcula cuánto va a pagar de intereses durante el plazo de financiamiento, y además la crisis sorprendió a muchos brasileños endeudados con cheques especiales de bancos (créditos automáticos) y con administradoras de tarjetas de crédito, explicó.
Los analistas financieros siempre recomiendan que, en momentos de crisis, el consumidor procure saldar sus deudas. Pero eso no siempre es fácil, porque con las altas tasas de interés y la fuga de dólares, el país se encamina hacia la recesión.
"No hay dinero en plaza", sostuvo la microempresaria Nanci de Souza, que se enfrenta a la morosidad de sus clientes y debe renegociar sus deudas con los bancos.
Una deuda de 1.000 reales (1.200 dólares) puede duplicarse en menos de tres meses, porque además de los altos intereses se aplican multas por atraso y otras tasas, explicó De Souza.
Para evitar que las deudas se transformen en bolas de nieve imposibles de parar, el gobierno aprobó una norma que prohíbe multas superiores a dos por ciento en caso de atraso en el pago de tarjetas de crédito y préstamos bancarios.
El presidente de la Asociación Brasileña de Empresas de Tarjetas de Crédito, Waldemar Pety, destacó que el porcentaje de morosos llegó a cuatro por ciento debido a los altos intereses, aunque el promedio histórico en el sector es de 0,5 por ciento.
Pety aconseja a sus asociados que negocien las deudas con sus clientes. "No sirve de nada matar al deudor", declaró.
Datos de la institución muestran que 65 por ciento de los usuarios de tarjetas de crédito que se atrasan en el pago lo hacen porque gastaron demás, 15 por ciento por problemas imprevistos y 12 por ciento debido al desempleo.
Existen 10 millones de brasileños con tarjetas de crédito y 23 millones de tarjetas en circulación, informó la Asociación. Entre las principales administradoras, la tasa de interés varía entre nueve y 15 por ciento al mes, frente a una inflación mensual inferior a 0,5 por ciento.
Diegues, del Idec, quien trabaja desde hace casi 10 años en organizaciones de defensa del consumidor, nunca supo de alguien que haya ganado una acción judicial contra instituciones financieras por la aplicación de intereses abusivos.
La Constitución nacional, promulgada en 1988, tiene un capítulo específico sobre intereses que prohíbe el cobro de una tasa de interés superior a 12 por ciento anual, recordó Diegues.
Esa preocupación del legislador por poner un límite constitucional a los intereses se relaciona con el hecho de que Brasil siempre tuvo tasas elevadas, opinó.
"Sin embargo, esa ley nunca se cumplió", señaló Diegues, y citó como excepción el sistema financiero de vivienda, el único que tiene intereses de 12 por ciento al año, y "aun así, cobra otras tasas".
Por su parte, el gobierno tiene la certeza de que las tasas de interés no van a caer este año. "Va a ser una Navidad apretada", dicen casi todos los analistas y periodistas económicos.
La reanudación del crecimiento y la caída de los intereses dependen de los inversores internacionales y del mercado, señaló el secretario ejecutivo de la Cámara del Comercio Exterior, José Mendonça de Barros, uno de los articuladores del programa de ajuste fiscal que prepara el gobierno del reelecto Fernando Henrique Cardoso.
Según Mendonça, el primer trimestre de 1999 tendrá un bajo ritmo de actividad, y la normalidad total sólo deberá esperarse para el segundo semestre.
Mientras, los consumidores brasileños endeudados con bancos deben continuar renegociando sus deudas, como lo hacen los gobiernos con el Fondo Monetario Internacional.
"Es mejor recibir menos en un plazo mayor que no recibir nada", dijo una gerente de banco, ya acostumbrada a la fila de deudores que diariamente se forma frente a su escritorio. (FIN/IPS/awm/ml/if/98