El uso industrial de amianto aumentará en China, aunque se conoce el daño a la salud humana de este material cuyo uso se evita en el resto del mundo.
Sólo ahora el gobierno chino se da cuenta de los peligros que el amianto, usado en grandes cantidades en este país durante décadas, representa para quienes lo procesan y para el público que emplea artículos fabricados con esta sustancia, utilizada como aislante.
Sin embargo, no se procuran soluciones para detener su producción, revertir sus persistentes efectos sobre el ambiente o reemplazar el uso de amianto con sustancias menos dañinas.
Aunque el gobierno sabe que el amianto daña la salud humana, obstaculizó los estudios sobre sus efectos y sobre la prevención de las enfermedades que causa debido a falta de dinero y al empeño en alcanzar un desarrollo económico e industrial rápido.
El amianto, que tiene más de 3.000 usos diferentes, es conocido por causar enfermedades a quienes lo manipulan, incluyendo cáncer de pulmón y de estómago.
Los investigadores chinos estiman que solo en Estados Unidos se pueden adjudicar unas 130.000 muertes entre 1985 y 2009 al amianto, pero no conocen la cantidad de enfermos por la misma causa en su propio país.
Las últimas cifras disponibles son de 1986, cuando se detectó 4.000 enfermos a causa del amianto en China, de los cuales 600 murieron.
"Estimo que más de 100.000 personas están expuestas hoy a los peligros del amianto y que 10 por ciento de ellas probablemente están enfermas", dijo Liu Shijie, decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Médica de Beijing.
"Es difícil tener cifras precisa porque no hay dinero para financiar una encuesta nacional para evaluar la situación", explicó.
Al conocerse públicamente los efectos del amianto en la salud humana en los países industrializados de Occidente, el uso de las fibras de este mineral se redujo o eliminó en las viviendas y en la ropa.
Canadá, por ejemplo, es uno de los grandes productores de amianto del mundo, pero dejó de procesarlo. Aspirar partículas de amianto durante su procesamiento es más dañino que hacerlo durante la producción de materiales que lo contengan.
China apunta en la dirección contraria. Aumentó el uso del mineral e incluso procesa el amianto en bruto importado de Canadá.
"Antes importábamos amianto, lo procesábamos y luego lo exportábamos. Hoy procesamos el amianto producido dentro del país y aun tenemos que importar más para satisfacer la demanda nacional", observó Liu.
El amianto se usa, por ejemplo, en artículos a prueba de fuego, en la construcción, en los frenos de los vehículos y en caños de cemento. Esto expone a sus partículas no sólo a quienes trabajan en su procesamiento sino también al público en general.
"En las grandes ciudades, los policías de tránsito son los que están más expuestos, ya que los vehículos despiden partículas de este mineral contenidas en sus sistemas de freno", indicó Liu.
Esto se agrava "con el aumento del tránsito vehicular en Beijing y otras grandes ciudades", agregó.
El amianto no se usó en China hasta los años 40, cuando las fuerzas de ocupación japonesas iniciaron la explotación de la primera mina cerca de Dalian, en el noreste.
En los años que siguieron, sólo los campesinos lo usaban en los tejidos de algunas ropas y para hacer guantes resistentes al calor.
Las políticas industrializadoras conocidas como Gran Paso Adelante (1958-1960) lanzadas por Mao Zedong propiciaron un uso mayor del amianto.
La deforestación de enormes áreas boscosas para usar la madera y despejar el terreno para la agricultura dejó al descubierto yacimientos de amianto apenas debajo de la capa de tierra que cubría la superficie.
Cuando lluvias torrenciales lavaron esa capa, el amianto quedó expuesto y fue fácil para los campesinos acceder al mismo.
"Nuestros estudios muestran que en esa región el amianto se usaba para hacer cocinas de barro y blanquear las paredes de las casas. Hay incluso una tradición de entregar a las recién casadas un cuenco con amianto para blanquear las paredes de la cocina de su nueva casa", informó Liu.
Al iniciarse la transición hacia una economía de mercado tras el ascenso al poder del difunto Deng Xiaoping (1978-1997), las pequeñas explotaciones de amianto se fusionaron y regularizaron, y la producción del mineral aumentó.
El país tiene hoy cinco grandes minas de amianto de propiedad estatal y numerosas plantas de procesamiento operadas por gobiernos locales.
Según Liu, las condiciones de trabajo en esas minas son pésimas. En la más grande de ellas (Mangai, en la provincia de Quinghai, al oeste) se empleaban prisioneros para el trabajo de extracción.
En el futuro, entre 70 y 80 por ciento de todo el amianto nacional se extraerá de la mina Mangai, donde el gobierno realiza grandes inversiones para sacarle mayor provecho. Ya no se envían prisioneros a trabajar allí, pero es difícil implementar medidas de seguridad como ventilación y el uso de máscaras protectoras.
La ventillación disminuye la posibilidasd de inhalar partículas de amianto, pero es difícil llevar energía para hacerla funcionar en el área montañosa donde está la mina. Así mismo, los trabajadores mineros no quieren usar máscaras protectoras de goma en medio del calor del verano. (FIN/IPS/tra-en/ab/di/he/98