El agujero de la capa de ozono alcanzó en septiembre, en la Antártida, una profundidad nunca registrada para esta época del año, informó la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El área del agujero de ozono sobre la Antártida cubre en la actualidad una superficie dos veces y media superior al territorio de Europa comprendido entre los montes Urales y el océano Atlántico.
Durante varios días del mes pasado, el agujero de ozono se extendió sobre zonas septentrionales del océano Glacial Antártico, a 55 grados de latitud Sur, y en dos ocasiones se proyectó inclusive sobre el territorio continental del cono sur de América.
La reducción de la capa de ozono en la Antártida obedece a la acción del cloro y del bromo expulsados por los compuestos químicos utilizados por el hombre, como los clorofluorocarbonos (CFC) y los halones.
Las estadísticas jamás habían registrado índices tan altos de extensión y profundidad para el mes de septiembre, dijo el jueves en rueda de prensa el científico Rumen Bojkov, asesor especial del secretario general de la OMM en asuntos ambientales y ozono.
A comienzos de septiembre se presentaron ya indicios de la gravedad del fenómeno que se avecinaba, cuando se verificó que se extendía por una superficie superior a los 16 millones de kilómetros cuadrados.
En la segunda mitad del mes, el agujero de ozono superó en las mediciones de cada día los 25 millones de kilómetros cuadrados, una dimensión dos veces y media superior a la del continente europeo.
El promedio de los últimos años para la segunda quincena de septiembre oscilaba en unos 20 millones de kilómetros cuadrados, aunque en 1993 se había registrado una marca aún no superada de 22 millones.
Como un ejemplo de la profundidad del agujero, la OMM citó que más de 85 por ciento de la capa de ozono resultó destruida en la baja estratósfera sobre una superficie de más de 10 millones de kilómetros cuadrados.
Mediciones realizadas durante la segunda mitad de septiembre en las bases antárticas de Marambio, a 64 grados de latitud Sur; Syowa, a 69 grados, y Neumayer, a 70 grados, demostraron que la capa de ozno estaba cerca de la aniquilación.
Bojkov observó que en septiembre de 1998, el ozono declinó con mayor rapidez que nunca antes, según demostraron los datos suministrados por los países miembros de la OMM que utilizan estaciones y satélites del Sistema de Observación Mundial del ozono.
Durante la primavera austral de la Antártida se verifican las condiciones ideales para que la acción de elementos químicos como el cloro y el bromo ataquen al ozono.
En ese período confluyen el estrecho vértice estratosférico circumpolar aislado de los grandes intercambios norte-sur, las temperaturas extremadamente bajas de la baja estratósfera (80 grados bajo cero) y la presenciua de aerosoles.
La convergencia de los tres fenómenos crea las condiciones que aceleran la destrucción del ozono, elemento básico de protección contra los rayos ultravioletas que dañan la vida en la Tierra.
La comunidad internacional estableció medidas, como el protocolo de Montreal, para la eliminación del uso de las substancias que agotan la capa de ozono.
Los científicos de la OMM y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estiman que solo a mediados del siglo próximo comenzarán a sentirse los efectos de esas medidas de eliminación de elementos químicos que destruyen el ozono. (FIN/IPS/pc/mj/en/98