Las estrategias de crecimiento basadas en el aumento de las exportaciones y de la inversión extranjera aplicadas por Asia dieron resultado en el pasado, pero a 15 meses de desatada la crisis económica en la región, millones de personas quedaron por debajo de la línea de la pobreza.
En julio había 79,4 millones de personas viviendo en la pobreza en Indonesia. El ente estatal de estadísticas estima que la cifra podría ascender a 120 millones a fin de año, casi dos tercios de la población de más de 190 millones.
A Indonesia le llevó más de 25 años lograr que la cantidad de pobres bajara de 60 por ciento de la población en 1970 a 11,3 por ciento, o 22,5 millones, en 1996.
La reducción de la pobreza se consideró un logro "brillante" del dictador Alí Suharto y muchos defensores del régimen lo presentaban como prueba de que la dictadura "valía la pena".
Las consecuencias de la crisis en los ingresos de la gente no son tan drásticas en Corea del Sur y Tailandia, pero tampoco son buenas.
Se calcula que el desempleo en Corea del Sur llegará a 10 por ciento a fines de año, comparado con 4,4 por ciento en octubre de 1997. En Tailandia la desocupación ascendía a 8,4 por ciento en febrero, frente al 5,4 por ciento anterior. Las proyecciones indican que a fin de año la cifra superará el 10 por ciento.
El Fondo Monetario Internacional proyectó que la pobreza en Tailandia afectará a casi 30 por ciento de la población de 60 millones a fines de este año, comparado con 13 por ciento cuando comenzó la crisis.
"El aumento a corto plazo de los precios de los productos agrícolas incrementó los ingresos en el campo de Tailandia, pero las poblaciones urbanas de clase media y baja recibieron un fuerte golpe", aseguró Voravidh Charoenlert, economista de la Universidad de Chulalongkorn, de Bangkok.
En las ciudades tailandesas la crisis económica anuló una década de mejoría en el ingreso y el nivel de vida para muchas personas, y dejó a muchos sin redes de seguridad social, agregó.
En Corea del Sur, Indonesia y Tailandia los gobiernos sólo ofrecen una cobertura limitada de beneficios sociales, como la jubilación, pensión por discapacidad, beneficios por enfermedad, maternidad y accidentes laborales.
En Indonesia estos beneficios se limitan en gran medida a los empleados públicos y los militares. El país también tiene programas de asistencia social locales dirigidos a los pobres y los marginados.
Sólo 10 por ciento de la fuerza laboral tailandesa está cubierta por el sistema de pensiones.
La inflación en Indonesia aumentó 46,5 por ciento en el primer semestre de este año, y los precios de los alimentos subieron 35 por ciento en el primer trimestre. En Tailandia los precios de los alimentos subieron siete por ciento desde que comenzó la crisis.
En ambos países, los alimentos representan una gran parte del valor de la canasta de consumo de los pobres: 71 por ciento en Indonesia y 55 por ciento en Tailandia.
Antes del comienzo de la crisis, había 22 millones de pobres en Indonesia, ocho millones en Tailandia y siete millones en Corea del Sur, pero en términos relativos la pobreza indonesia resultaba menor que la de los otros países.
Esto es en parte porque la línea de pobreza de Indonesia se encuentra, en dólares, cinco por ciento por debajo de la coreana y 40 por ciento por debajo de la tailandesa, lo que refleja diferencias en el costo de vida y en las normas sociales.
El Banco Mundial fija la línea de pobreza en un mínimo de 370 dólares por año y muchos países utilizan la nutrición como una base, junto con el ingreso, para medirla.
Estudios sobre la pobreza en el sudeste y el este de Asia atribuyen la caída de esta en las últimas décadas a factores como el menor crecimiento demográfico y el mayor crecimiento económico, que elevaron los salarios y el empleo y mejoraron los niveles de salud y educación.
En las zonas rurales, donde residen gran parte de los pobres de Asia, el acceso equitativo a la tierra y la presencia de establecimientos que utilizan gran cantidad de mano de obra se consideran factores fundamentales en la reducción de la pobreza.
Pero la estrategia de crecimiento liderada por el incremento de las exportaciones en países como Indonesia y Tailandia también aumentó la desigualdad entre el campo y las ciudades, porque los precios de los productos agrícolas se mantuvieron bajos para subsidiar a la población urbana.
Aunque 55 por ciento de la mano de obra de Tailandia trabaja en la agricultura, el valor del sector como porcentaje del producto bruto interno fue de 10,3 por ciento en 1995, mientras el del sector industrial representó 37,6 por ciento.
Los bajos salarios en las zonas rurales provocaron el aumento de la migración hacia las ciudades. En Indonesia, más de la mitad de la población que vivía en la pobreza antes de la crisis estaba concentrada en la isla de Java, que sólo tiene seis por ciento del territorio del país.
"La crisis económica es un buen momento para repensar los modelos de desarrollo económico aplicados por los gobiernos de la región y aspirar a un crecimiento más equitativo y menos dañino para el ambiente", manifestó Voravidh. (FIN/IPS/tra-en/ss/js/aq/if/98