La irrupción masiva de jóvenes y adolescentes en las salas cinematográficas de Panamá revitalizó un espectáculo que a fines de la década del 80 parecía sucumbir ante los videojuegos y la televisión.
Desde 1995, cuando 1,7 millones de panameños entraron a las 25 salas de cine existentes entonces, el sector presentó un notable crecimiento hasta alcanzar 2,5 millones en 1997, 80 por ciento de los cuales eran menores de 18 años.
Debido "al gusto por el cine" que experimenta la generación actual, las cuatro compañías que controlan ese sector en el país han invertido en los tres últimos años 25 millones de dólares en la construcción de 44 nuevas salas, dotadas con los últimos adelantos en sonido, imagen, comodidad y atención al público.
"Las películas para menores de 14 años a veces no están tan buenas como se anuncia en la publicidad, pero ir al cine en grupo y disfrutar de las comodidades que hay allí compensa todo lo demás", comentó Ana Raquel, una asidua espectadora cinematográfica.
Sin embargo, "ir al cine es un lujo que apenas me puedo dar dos veces al mes", lamentó la adolescente, una situación que comparte con otros jóvenes que la acompañaban.
La entrada está unificada en 3,5 dólares, pero las "otras cosas" que rodean el espectáculo, como el chocolate, que cuesta al menos un dólar la unidad, los refrescos, el transporte y otros gastos "redondean por lo menos 10", indicó Ana Raquel.
Juan, un joven de 20 años, dijo que hace dos o tres años iba al cine acompañado de alguna amiga. Pero ahora "prefiero ir solo porque ya ni un chocolate se puede comprar dentro del cine", afirmó y se quejó además de la oferta limitada.
Pese a las críticas por el costo de las entradas, Enrique Martín, director de la cadena de cines Alhambra, considera que el mercado local tiene perspectivas de crecimiento para 120 salas en todo el país. Actualmente funcionan 69, la mayoría de las cuales se encuentran en la capital y la cercana ciudad de Chorrera.
Según Martín, la recuperación de las salas de cine es el resultado "de la fuerte recuperación del mercado cinematográfico global, motivado principalmente por corrientes internacionales que han producido una inflexión en el mercado del video".
Los cambios ocurren a partir de 1995, cuando en la industria del cine se hace una inversión en tecnología avanzada en materia de producción, junto a las inversiones locales en sonido, imagen y butacas "que atrajo un mayor público al espectáculo", señaló Martín.
Un segundo aspecto que contribuyó a la recuperación de las salas de cine en Panamá fue la promulgación en 1996 de una ley de protección de los derechos de autor y propiedad intelectual, que limitó el número de casas de alquiler de videos copiados en forma clandestina, sin pagar derechos.
Hasta esa época, el alquiler de una película de estreno grabada en una cinta de video para ver en casa costaba entre 1,25 y 1,5 dólares en la mayoría de las alrededor de 350 casas dedicadas a ese negocio, que a partir de la promulgación de la ley se redujeron a una veintena en todo el país.
Martín y el también empresario del sector Luis Sarlui coincidieron en que en el futuro la expansión de las salas de cine será hacia el interior del país, donde funcionan muy pocas.
En Colón, una ciudad sobre el Caribe de 90.000 habitantes, entre 1970 y 1980 cerraron las 14 salas de cine existentes.
Una situación similar ocurrió en la central ciudad de Santiago, cabecera de la provincia de Veraguas, que con una población superior a 45.000 personas no contaba con ninguna sala de cine hasta hace dos años.
"El mercado da para más. Prueba de ello es que cada vez que se abre una nueva sala se encuentra la demanda necesaria para cubrir la oferta, y si esto sigue así quiere decir que aún queda un margen y que éste puede cubrirse con nuevas inversiones", afirmó Martín. (FIN/IPS/sh/ag/cr/98
