(Arte y Cultura)

Los líderes de Corea del Sur y Japón acordaron profundizar las relaciones entre sus pueblos, pero la difícil historia que comparten ambos países hace que muchos coreanos teman una posible invasión cultural japonesa.

Los temores surgieron tras el acuerdo alcanzado en una reunión cumbre, celebrada en Tokio el día 8, entre el presidente coreano Kim Dae Jung y el primer ministro japonés Keizo Obuchi.

Por el acuerdo Seúl se comprometió levantar a partir de 1999 la prohibición que afecta a la importación y circulación de productos de la cultura popular japonesa, incluso las películas.

Aunque el acuerdo parece inofensivo, podría dejar al descubierto los estrechos pero dolorosos vínculos que existen entre este país y su antigua metrópoli y enemigo, Japón.

Japón ocupó a Corea del Sur durante 35 años, hasta la rendición de Tokio en la segunda guerra mundial en agosto de 1945. Aunque las heridas de la historia aún no cicatrizaron del todo, la cultura popular japonesa es el último grito de la moda entre los jóvenes sudcoreanos.

La afición coreana a las películas japonesas se manifestó cuando la obra "Historia de Abril", un film poético y romántico del director japonés Shunji Iwai, fue elegida favorita por los estudiantes coreanos en el tercer Festival Internacional de Cine de la ciudad de Pusan, realizado en septiembre.

"Hago películas para la juventud, porque los jóvenes tienen una sensibilidad que trasciende las fronteras nacionales", dijo Iwai.

La popularidad de las películas japonesas también implica buenas ganancias. De esta manera, el levantamiento de la prohibición generaría una nueva y gran oportunidad comercial para Japón.

Pero a la industria fílmica coreana le preocupa que una invasión de películas japonesas perjudique al tambaleante mercado nacional, y algunos observadores advierten sobre las consecuencias negativas que los "violentos y obscenos" videos japoneses tendrán sobre la juventud.

Esa oposición se basa en la ambivalencia que los coreanos demuestran hacia la cultura japonesa en general.

Más conservadores, los coreanos de más edad quieren mantener el intercambio cultural con Japón en su estado actual porque temen que su incremento haga sombra a la cultura coreana.

Pero los ancianos no lograron impedir que la ofensiva japonesa, a través de la moda, los entretenimientos y las historietas, sea disfrutada clandestinamente por la juventud de este país.

Otros analistas aseguran que no hay razón para preocuparse. "Las películas japonesas serán una amenaza menor, una vez que se diluya el atractivo de la novedad", opinó Kang Han Sop, profesor del Instituto de las Artes de Seúl.

A lo largo de los años, la prohibición a la importación de películas japonesas y otros productos culturales sólo benefició al mercado negro, donde se venden en forma clandestina.

Así mismo, los seguidores de la cultura de Japón arguyen que existe la idea equivocada de que esa cultura está basada en la pornografía y la violencia. Algunos observadores protestan porque, por ejemplo, muchos grupos musicales coreanos se limitan a imitar las modas japonesas.

Bandas japonesas como "Otaku" y los "Indies", que se jactan de su originalidad, tienen equivalentes coreanos.

Así mismo, bandas de rock supuestamente subterráneas, como los Hermanos Organismo, de Seúl, tocan ante multitudes de estudiantes universitarios que afirman estar hartos de los cantantes de la televisión que interpretan para adolescentes extasiados.

Más allá de la música, el veterano director de cine Park Chul- su dice que Corea del Sur y Japón pueden unir sus fuerzas para hacer películas aun mejores. Ahora se encuentra trabajando con un equipo de producción coreano y actores japoneses en Japón.

Eso está muy bien, sostienen otros observadores, pero de todas maneras los coreanos deben estar atentos y preservar su propia cultura.

"Antes de abrir la puerta, el gobierno debe ofrecer una red de seguridad más fuerte que impida el ingreso de películas obscenas a las tiendas de videos", opinó Chang Dong-hyun, encargado de relaciones públicas de la Academia Juvenil Coreana.

Pero a pesar del debate sobre cómo mantener alejada a la cultura popular japonesa, nadie puede negar que la misma ya penetró profundamente en la cultura coreana.

En ese sentido, el acuerdo del día 8 quizá sólo haya sido el reconocimiento oficial de lo relacionadas que están en la práctica las culturas populares de Japón y Corea del Sur, a pesar de los dolorosos vínculos que en el pasado compartieron los dos países. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/aq/cr/98

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