La salida del ejército para combatir la delincuencia común es un síntoma negativo que puede incrementar la militarización de la sociedad, advirtió hoy la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica (Codehuca).
Cerca de 500 efectivos del ejército de Honduras iniciaron este miércoles patrullajes conjuntos con la policía, con el fin de combatir la delincuencia común que afecta a las principales ciudades del país. La participación de militares en tareas de la policía civil ya tuvo lugar en Guatemala y El Salvador.
"A nuestro juicio es una decisión negativa que no contribuye al fortalecimiento de las incipientes democracias", dijo a IPS Factor Méndez, coordinador general de Codehuca, con sede en San José.
La violencia en América Central se origina, por un lado, en la insatisfacción de las necesidades básicas de la población y, por otro, en la ingobernabilidad motivada por la deficiente administración de justicia, la corrupción y el escaso profesionalismo de las fuerzas de seguridad, indicó Méndez.
Sólo en El Salvador, uno de los países más violentos de América Latina, se cometen entre 12 y 15 asesinatos diarios, según cifras de la Policía Nacional Civil.
Méndez afirmó que para corregir esta situación es necesario atacar las causas, empezando por la pobreza, que afecta a 60 por ciento de la población centroamericana, el desempleo y la falta de oportunidades.
En segundo término, agregó, es necesario que el Estado combata la corrupción y se profesionalice a las policías civiles para que sean capaces de prevenir el delito y corregirlo.
Méndez dijo que la experiencia en Guatemala y El Salvador revela que, cuando se anuncia la salida del ejército a las calles, se produce una especie de control social y se observa una disminución de las acciones de la delincuencia común.
Este efecto no es permanente, dura el tiempo que demoran las acciones del ejército, lo cual demuestra, según el experto, que las sociedades civiles de estos países y los gobiernos corran el gran riesgo de que los militares crean que su presencia en las calles es necesaria y, por tanto, debe ser permanente.
Los ejércitos de Guatemala, Honduras y El Salvador fueron acusados de las mayores violaciones de derechos humanos en la década del 80, cuando Guatemala y El Salvador libraban una guerra civil y en Honduras los militares mantenían una guerra "sucia" contra la población.
Pese a estos antecedentes, en Honduras no se han producido mayores reacciones contra la salida del ejército a las calles.
Los soldados realizaron el jueves patrullajes conjuntos con la Policía en los barrios y colonias de la capital afectados por una creciente ola de asaltos, robos y asesinatos, según informó el jefe policial de Tegucigalpa, coronel Luis Arias.
El operativo está a cargo del comandante del ejército, coronel Rodolfo Interiano, quien dijo que la misión policial de varios miles de soldados durará "algún tiempo", hasta controlar la delincuencia en la capital y las principales ciudadades del país.
Según informes provenientes de Tegucigalpa, militares recorrieron el centro de Tegucigalpa y registraron a pasajeros del transporte urbano.
Los patrullajes incluirán ciudades como Choluteca, en el sur, El Paraíso y Olancho, en el este, y San Pedro Sula, en el norte, el mayor centro industrial del país, donde el martes fue hallado el cadáver del empresario Alberto Mendieta, secuestrado el 6 de octubre por cuatro desconocidos.
La policía hondureña declaró que los 8.000 agentes con los que cuenta no son suficientes para enfrentar la ola delictiva. (FIN/IPS/mso/ag/ip/98