Las estrictas normas de la Unión Europea dispusieron a las empresas de biotecnología a explorar nuevos territorios para realizar sus actividades, y muchas de ellas tienen los ojos puestos en la desregulada Africa.
Esta estrategia fue denunciada ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo, donde se analiza la conveniencia de convocar a una conferencia mundial para establecer un código de conducta sobre biotecnología que proteja a regiones como el continente africano.
La lista de actividades biotecnológicas prohibidas en Europa comienza por la clonación de humanos, la modificación del código genético de una persona y la reproducción artificial de embriones con la misma información genética de otra persona viva o muerta.
También están prohibidas las invenciones cuya explotación o publicación violen el orden público o la moral, y cualquier modificación del código genético de los animales que les cause sufrimiento o incapacidad a menos que sea con el objeto de beneficiar a la misma especie animal o al ser humano.
La Unión Europea (UE) además impone restricciones a la manipulación de especies vegetales y de la reproducción animal.
De acuerdo con las denuncias analizadas por el Parlamento Europeo en las últimas semanas, algunas transnacionales buscan evitar estas regulaciones trasladándose a Africa, donde esperan operar con total impunidad.
Algunas de estas empresas ya empezaron a impulsar la eliminación de ciertas barreras comerciales ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el desmantelamiento de algunos obstáculos a las inversiones que persisten en ciertos países en desarrollo.
La presidenta de la Alianza Radical, Catherine Lalumiere, advirtió en el Parlamento Europeo que en un mundo donde las distancias resultan minimizadas por la tecnología de las telecomunicaciones, las empresas podrían realizar en Africa sus investigaciones sobre actividades prohibidas en otras partes.
Lalumiere consideró que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería convocar una reunión mundial de autoridades, investigadores, empresas, comités de bioética y grupos de derechos humanos para elaborar el código de conducta sobre biotecnología.
Otros parlamentarios estuvieron de acuerdo con esta propuesta. El holandés Gijs De Vries planteó que es imperativo convocar a esa conferencia, o de lo contrario las ciencias "cuyo objetivo debería ser el de defender principios básicos podrían convertirse en 'ciencias de la muerte' en una región que debe resolver otro tipo de problemas".
Si se realizara esta conferencia, debería lidiar con un inmenso negocio mundial. Sólo en Europa, el mercado de la biotecnología alcanzará los 96 millones de dólares en dos años, aunque en 1997 registraba un volumen de 'apenas' 12.000 millones de dólares.
El representante del Partido Europeo del Pueblo, Carlo Casini, destacó que la conferencia es necesaria para "enfrentar la invasión de organismos modificados genéticamente y los acelerados avances de este tipo de investigaciones, que Africa no está preparada para resistir".
"¿Qué harán estas empresas transnacionales si en esa parte del mundo se desata una crisis como la de las vacas locas?", preguntó Casini.
Destacó que incluso países como Estados Unidos, que alardea de tener el sistema alimentario más seguro del mundo, suele registrar millones de casos relacionados con intoxicaciones alimentarias cada año.
El vicepresidente de la comisión sobre asuntos legales y derechos ciudadanos del Parlamento Europeo, Willi Rothley, estuvo de acuerdo sobre la necesidad de tomar precauciones, pero consideró que la instalación de las empresas en Africa podría tener un impacto positivo al abastecerla de alimentos de mejor calidad.
"Además se crearían millares de puestos de trabajo", comentó Rothley, para quien una conferencia mundial sobre el tema debería considerar "una diferencia entre lo que es útil y lo que es peligroso para estos países".
Normas mundiales como las que propone Lalumiere también tendrían un impacto en las exportaciones africanas de productos como bananas, tomates y naranjas, cuya participación en los mercados está amenazada por la aparición de variedades modificadas genéticamente.
La empresa Nestlé, por ejemplo, está terminando de realizar investigaciones sobre el café y el cacao en su laboratorio francés de Tours. Y cuando sus nuevas especies salgan al mercado, seguramente afectarán las economías africanas.
Pero el auge de la biotecnología implica otros desafíos. El parlamentario alemán Wilfried Telkamper destacó que mientras se enriquecen las industrias farmacéutica y química, que registrarán ventas por más de 42.000 millones de dólares en los próximos dos años, no ocurre lo mismo con la fuente de las sustancias empleadas.
"Ochenta y tres por ciento de la biodiversidad mundial y 80 por ciento de los recursos necesarios para las invenciones en biotecnología se encuentran en Africa y en el Sur en general", recordó Telkamper.
El parlamentario pidió tener en cuenta que "estos recursos suelen ser explotados sin el consentimiento de la población local", y manifestó su esperanza porque una reunión mundial sobre el tema pueda emitir principios para que los países "también se beneficien de su patrimonio". (FIN/IPS/tra-en/tha/nrn/kb/lc-ml/en-if/98