La campaña para las elecciones presidenciales de diciembre en Venezuela dio un nuevo viraje al concluir septiembre, cuando se consolidó la polarización entre dos candidatos: Hugo Chávez y Henrique Salas, según una encuesta difundida hoy.
Salas, un empresario y ex gobernador de un estado industrial y agrícola del centro del país, aparece con 31,3 por ciento de la intención de voto, frente a 41,6 por ciento de Chávez, un militar retirado que impulsó un golpe de Estado en 1992 y es apoyado por un Polo Patriótico dominado por la izquierda y ex militares.
La encuesta nacional de Datanálisis restó cuatro puntos porcentuales a Chávez, de 44 años, respecto de la medición de un mes atrás, mientras Salas, de 62 años, ganó siete, consolidándose en el segundo lugar.
Desde abril, cuando Chávez desplazó del primer puesto de los sondeos a la ex alcaldesa Irene Sáez y los partidos tradicionales "sacaron de la manga" la carta de realizar los comicios legislativos y regionales un mes antes de los presidenciales, la pelea se centró en el segundo lugar en noviembre.
El cálculo, coinciden candidatos y observadores, es que quien aparezca en segundo lugar tras la especie de "primarias" que representarán los comicios del 8 de noviembre, capitalizaría los votos de quienes busquen, más que nada, que Chávez no gane.
Salas, exitoso gobernador del estado de Carabobo los seis años que le permitió la ley (1989-1995), pero poco conocido en el ámbito nacional hasta que lanzó su candidatura, parece haber ganado esa batalla, lo que polariza la última fase de la campaña "entre las dos haches" de Hugo y Henrique.
La sólida ventaja de Chávez tiene como revés al que se agarran sus opositores el hecho de que su candidatura presenta un alto rechazo que, aunque disminuyó en septiembre, alcanza a 29,2 por ciento de los consultados, mientras que Salas es el aspirante con menos rechazo, 1,5 por ciento.
Salas, a quien sus adversarios atribuyen elitismo y nepotismo, es también quien más aparece como segunda opción de los encuestados que simpatizan con otra candidatura. En promedio, 25 por ciento lo tienen como alternativa, lo que llamativamente se eleva a 43 por ciento entre los votantes de Chávez.
Los dos aspirantes coinciden en ofrecer al electorado "autoridad" y "cambio radical", dos elementos exigidos por una población hastiada de corrupción, inseguridad, colapo de los servicios y brusco empobrecimiento, problemas de los que se culpa a la partidocracia que ha signado el modelo político local.
Pero para un segmento del electorado, cuyo peso el 6 de diciembre es la gran incógnita, el triunfo de Chávez premiaría una negativa acción golpista y terminaría por llevar al país a una autocracia de izquierda o derecha, aunque el ex militar se dice comprometido con una democracia real y renovada.
Salas, economista de la universidad estadounidense de Yale, asegura que sus cambios serán en democracia y no aislarán económicamente al país, como según los detractores de Chávez ocurriría con el triunfo de éste, y se beneficia del desgaste que el favorito soporta al concentrar todas las críticas desde abril.
Datanálisis había situado la distancia entre los dos candidatos en 19 puntos (46 y 27 por ciento) en su sondeo de agosto, cuando las mediciones colocaron a Salas en segundo lugar por vez primera, desplazando al tercer puesto a Sáez.
La cuarta colocación en el sondeo realizado entre los días 18 y 22 de este mes entre 1.200 electores corresponde a Luis Alfaro, estandarte del disminuido partido socialdemócrata Acción Democrática (AD), que junto con el socialcristiano Copei dominó los 40 años de democracia.
Pero Alfaro, de 76 años, tiene sólo 8,2 por ciento, mientras que Sáez, de 37 años, conocida internacionalmente por haber sido Miss Universo en 1981 y abanderada del partido Irene, de Copei y agrupaciones menores, sigue en su pendiente, con 7,8 por ciento, cuando llegó a tener 49 por ciento de las simpatias en 1997.
AD aún espera que, pese a la falta de "gancho" de su candidato, éste sea visto como la "alternativa a Chávez", una vez que, en las elecciones regionales y legislativas, el partido gane la mayoría de los 23 estados del país y se mantenga en primer lugar en el Congreso.
Pero los analistas y los directivos de las encuestadoras coinciden en que los sondeos evidencian que los resultados de noviembre no serán trasladables a diciembre, porque los casi 11 millones de electores muestran que su voto será personalizado y ajeno a disciplina partidaria en los comicios presidenciales.
Alfaro y Sáez calificaron el sondeo de sesgado, y aseguraron que "la verdadera encuesta" será la del 8 de noviembre, pese a que la ex alcaldesa soporta una creciente resistencia de dirigentes de Copei a mantenerle su respaldo.
Este miércoles, Copei pasó a tribunal disciplinario a Humberto Calderón, un dirigente nacional que pidió este mismo día abandonar a Sáez y llamar a sus militantes a un voto de conciencia, porque en diciembre se juega "vivir en democracia o dictadura" y quien garantiza lo primero es Salas.
Salas, por su parte, manifestó cautela en materia de apoyos y reiteró que no aceptará el respaldo formal de ningún partido, aunque acogerá los votos de todos quienes buscan que el país avance hacia el siglo XXI y no al siglo XIX.
Casi 39 por ciento del electorado se declara independiente y aunque, como todos los candidatos, Salas coqueteó con los partidos establecidos para apoyarse en una maquinaria, tuvo "la suerte" de no transigir con ninguno, al revés de Chávez y Sáez.
Entre quienes simpatizan con alguna fuerza política, sólo 29 por ciento lo hace por AD y Copei, 25 puntos menos de lo que esos dos partidos obtuvieron en la votación legislativa de 1993.
El Movimiento V República, de Chávez. tiene 11,5 por ciento de las simpatías, y el Proyecto Venezuela, de Salas, 7,3 por ciento, más que el apoyo que reciben las otras fuerzas parlamentarias que respaldan a Chávez, como el Movimiento Al Socialismo (4,6 por ciento) y Patria Para Todos (2,7 por ciento).
Chávez mantiene su mayor respaldo entre los hombres de más de 25 años, mientras soporta el mayor rechazo entre los jóvenes, menos propensos al resentimiento por un mejor pasado, y las mujeres madres, aparentemente menos inclinadas a apoyar una opción que represente una aventura incierta para sus hijos.
El aspirante del Polo Patriótico recibe respaldo en todos los estratos sociales, incluida la reducida clase alta, pero el rechazo a su triunfo aumenta a medida que crece el nivel educativo. (FIN/IPS/eg/ff/ip/98