La construcción de un canal interoceánico similar al de Panamá sería, según algunos expertos, la salvación para la deprimida economía de Tailandia, donde comenzó la actual crisis mundial, pero para otros solo se trata de un sueño.
La idea, respaldada por militares y opositores y resistida en el gobierno, consiste en abrir un canal en el istmo de Kra, en el sur de Tailandia, para el pasaje de barcos entre los océanos Indico y Pacífico. Su costo sería de unos 20.000 millones de dólares y demoraría varios años en construirse.
La polémcia sobre la construcción del canal de Kra se remonta a medio siglo atrás y resurgió en julio, cuando algunos intelectuales lo propusieron como alternativa para reavivar la economía y atraer inversores extranjeros.
En una conferencia titulada "¿Se puede salvar a Tailandia?", varios economistas y banqueros plantearon reavivar el proyecto como forma de superar la "gran depresión" que afecta al país.
"Necesitamos un proyecto grande, como el Canal de Kra, para atraer la atención del mundo", sostuvo Somphop Manarangsan, un economista de la Universidad de Chulalongkorn en Bangkok.
Otros participantes en la conferencia coincidieron en que Tailandia necesita emprendimientos nuevos y de importancia para impulsar la economía y reemplazar a aquellos proyectos que están estancados o que fracasaron debido a la acumulación de deudas.
Desde el comienzo de la caída económica de Tailandia el año pasado, docenas de instituciones financieras se han declarado en bancarrota, muchas industrias cerraron y varios cientos de miles de personas perdieron el empleo.
La contracción de la economía tailandesa podría llegar a ocho por ciento este año, y la moneda nacional. El baht, cuya caída comenzó el 2 de julio de 1997 y precipitó la crisis en el sudeste asiático que luego se extendió a todo el mundo, se depreció 60 por ciento respecto del dólar.
Si se construye, el canal de Kra permitiría evitar el congestionado estrecho de Malaca, entre Indochina y la isla de Sumatra, y otros canales usados hoy por barcos petroleros y de carga que van hacia el sudeste de Asia, China y Japón procedentes de Europa, Medio Oriente e India.
Según estudios de factibilidad hechos en el pasado, el proyecto reduciría el viaje marítimo entre el oeste y el este de Asia en unos 3.000 kilómetros, lo cual equivale a tres días de navegación.
De acuerdo con los partidarios del proyecto, el angosto estrecho de Malaca, por el que pasan más de 3.000 barcos por día, está llegando a su capacidad máxima y cualquier aumento en el tráfico podría derivar en serios accidentes.
Sostienen también que el canal de Kra desplazaría a Singapur como centro de la actividad marítima en la región, papel que pasaría a cumplir Tailandia.
Singapur, que atiende cerca de 70 por ciento de los barcos que pasan por el estrecho de Malaca, se opone firmemente a la construcción del canal de Kra y a otros proyectos que le quitarían protagonismo.
Otra propuesta, de menor envergadura pero con objetivos similares al canal de Kra, es construir dos "puentes terrestres" para unir las costas este y oeste en el sur de Tailandia y el norte de Malasia, como parte de un triángulo de crecimiento que comprendería a los dos países y a Indonesia.
Los puentes terrestres, que comprenderían oleoductos y autopistas, serían usados para transportar petróleo y cargas por contenedores y de otro tipo, ahorrándole a los barcos el tiempo que les lleva navegar por el estrecho.
Pero, según los críticos, el proyecto costaría varios miles millones de dólares y no produciría ganancias a la inversión durante décadas.
También advirtieron sobre el riesgo de daño ambiental por posibles derrames del petroleros de los barcos en el área, donde muchas islas dependen del turismo.
El proyecto del canal de Kra también es cuestionado por problemas financieros y ambientales.
Un estudio hecho en 1973 por un organismo de Estados Unidos estimó que los costos de construcción del canal de 102 kilómetros de largo -20 más que el de Panamá- sería 5.600 millones de dólares, y sugirió que el uso de explosivos nucleares reduciría el costo a 3.500 millones.
Tal sugerencia despertó indignadas protesas de grupos ambientalistas.
Otro estudio, a comienzos de los 80, calculó el costo en 15.000 millones de dólares. Las estimaciones actuales lo ubican en más de 20.000 millones de dólares, un monto elevado para un país cuya calificación de crédito en los círculos financieros internacionales cayó a posiciones muy bajas.
A los estrategas tailandeses les preocupa que dividir la región sur en dos porciones aliente a los grupos separatistas en esa región mayormente musulmana a reanudar su antigua batalla por un estado independiente.
Este aspecto político siempre estuvo presente en el debate sobre la construcción del Canal de Kra, pero los defensores de la obra dicen que ahora ya no tiene valor.
"Actualmente existe la tecnología para construir el túnel del canal sin tener que literalmente cortar el país", dijo Vichai Panphoka, gerente general del banco alemán Dresdner en Bangkok.
Algunos economistas tailandeses dicen que el aspecto financiero no es un problema muy grande, pues el canal atraería inversiones de China y Medio Oriente, que tendrían grandes beneficios con la reducción del tiempo de navegación.
Japón y Corea también se beneficiarían, pues el canal sería una importante ruta de importación de petróleo desde Medio Oriente.
Para Tailandia, la construcción del canal implicaría una enorme demanda de materia prima, servicios y mano de obra: suficiente para compensar la recesión que afecta al país, según cálculos optimistas.
"El proyecto del Canal de Kra debería incluirse inmediatamente en la agenda nacional, ya que puede revitalizar a los sectores financiero y real de la economía", dijo el economista Somphop.
La propuesta de reflotar esta iniciativa recibió el apoyo de los altos mandos militares y de los principales grupos opositores, como el Partido de la Aspiración Nueva, del ex primer ministro Chavalit Yongchaiyudh.
Sin embargo, hay quienes advierten que este tipo de grandes proyectos no son una solución mágica para los problemas de Tailandia.
"Todos buscan una utopía, pero eso no ocurrirá rápidamente, y depende de la factibilidad", observó Arporn Chewakriengkai, asesor del primer ministro.
El viceprimer ministro Supachai Panitchpakdee, conocido economista, dijo que "el Canal de Kra requeriría mucho dinero y crearía muchas deudas, y tenemos que evitar proyectos que generan grandes deudas".
Sugirió que los partidarios del canal no deberían repetir el mismo error que ha llevado a Tailandia a la ruina: gastar mucho sin pensar mucho. (FIN/IPS/tra-en/ss/di-mj/dv/98