Las autoridades de Namibia y Zimbabwe reaccionaron con ira ante la creciente presión doméstica para que retiren sus tropas de la República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire), donde apoyan al asediado gobierno de Laurent Kabila.
Zimbabwe envió unos 3.000 soldados y Namibia unos 300. "Nuestros hombres están allí para salvaguardar la futura seguridad de Namibia", dijo esta semana el presidente namibio, Sam Nujoma.
"Como comandante en jefe de las fuerzas armadas, tomé las medidas necesarias para ayudar a nuestro agredido vecino y consocio en la SADC" (Comunidad de Desarrollo de Africa Austral)", declaró.
"Lo hice consciente de los peligros, incluido el de la muerte de nuestros hombres. Se trata de un acto honorable en defensa de nuestros intereses, porque podía ocurrirnos lo peor", dijo Nujoma, pero no se explicó.
El conflicto también envolvió a Angola, que integra la SADC al igual que Namibia y Zimbabwe.
En Harare, la capital de Zimbabwe, la decisión de enviar tropas a la RDC fue objeto esta semana de duras críticas de legisladores, quienes afirmaron que no fueron consultados.
"Mi pregunta es: ¿de dónde saldrá el dinero que se derrochará en la RDC?", inquirió el parlamentario Marko Madiro.
"Zimbabwe está pasando por una época económicamente difícil, y ya vimos cómo cayó nuestro dólar frente al dólar estadounidense. Esto nos afectará como nación", dijo otro legislador al ministro de Defensa, Movem Mahachi.
Mahachi, quien habló el miércoles a los parlamentarios sobre la participación de Zimbabwe en la RDC, enfrentó críticas por ese involucramiento en un momento de crisis de la economía nacional.
Trascendió que Zimbabwe invierte un millón de dólares estadounidenses por día para mantener sus tropas en la RDC.
Los legisladores expresaron su indignación por no haber sido consultados antes del despliegue de los soldados en la RDC, pero Mahachi arguyó que no había tiempo para informarles ya que la cámara no estaba en funciones cuando se tomó la decisión.
"Cualquier demora en el envío de tropas hubiera significado el derrocamiento del presidente Kabila por los insurgentes", justificó Mahachi.
Según Nujoma, la legalidad y legitimidad política de la asistencia a Kabila en vista de la "agresión abierta" de los rebeldes se consideraron con cuidado durante las consultas entre los jefes de Estado de Angola, la RDC y Zimbabwe.
"La RDC es un consocio de la SADC víctima de una conspiración de países africanos (Ruanda y Uganda, que negaron las acusaciones de instigación de la insurgencia). La nuestra fue una respuesta a un pedido urgente de la RDC al órgano de la SADC sobre defensa, política y seguridad", alegó.
Sin embargo, líderes políticos, organizaciones religiosas y otros grupos de presión de Zimbabwe y Namibia sostienen que no hay justificación para pelear una guerra fuera de casa.
Katuutire Kaura, líder opositor de Namibia, señaló que la Constitución nacional no prevé el suministro de armas de guerra o soldados a otro país "bajo ninguna circunstancia".
"Es inexplicable que Namibia, un país democrático, se involucre en un conflicto para mantener en el poder a alguien que no es nada menos que un dictador, que tomó el gobierno por medio de una rebelión armada", manifestó Kaura.
"Hasta ahora, el presidente Kabila no demostró ninguna urgencia por introducir un régimen democrático o siquiera prometer un gobierno de unidad nacional, tras 16 meses en el poder", señaló.
Ngeno Nakamhela, secretario general del Consejo de Iglesias de Namibia, sumó su voz a los críticos al opinar que la lucha de poder en la RDC no debería involucrar a soldados namibios.
"Este es un asunto puramente interno de la RDC. El envío de tropas a ese país podría propagar el conflicto por toda la región. La historia demuestra que esto puede suceder, como en recientes guerras en Europa y Asia", advirtió Nakamhela. (FIN/IPS/tra- en/tm/lm/mn/ml/ip/98