PERU: Invasión asiática se cierne sobre fábricas de ropa

El ingreso sin control de ropa de Asia llevó al colapso a la industria de la vestimenta de Perú, que hoy opera con solo 30 por ciento de su capacidad instalada y despidió a casi la mitad de sus trabajadores.

Muchas empresas afrontan la disyuntiva de declararse en quiebra. "Perdimos 80 por ciento del mercado interno", dijo David Lemor, presidente del Comité de la Industria de la Confección de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI).

Lemor lo atribuyó al aumento de más de 60 por ciento de las importaciones textiles y de confecciones procedentes de Asia, que de esta forma trata de paliar los efectos de su crisis.

El empresario sostuvo que la importación de algunos rubros de confecciones de Asia aumentó en 1998 más de 100 por ciento respecto de 1997. La importación de camisetas de tejido de punto, por ejemplo, subió 115 por ciento.

"Eso, en la práctica, significa que la ropa importada se está vendiendo hasta 30 por ciento más barata que las prendas nacionales", explicó.

En diversos puntos de venta, camisetas fabricadas en Taiwan se venden a 0,50 centavos de dólar, los pares de zapatillas coreanas, a un dólar, blusas de seda china, a tres dólares, y casacas acolchadas, a 10 dólares.

"Estimamos que la industria de confecciones perderá este año unos 700 millones de dólares por el efecto combinado del fenómeno meteorológico de El Niño y la crisis asiática", precisó Lemor, quien se manifestó sorprendido de que el gobierno no adopte medidas para hacer frente a los efectos de esa crisis.

"Perú es el único país que no hace nada por proteger a su industria y los resultados están saltando a la vista. La industria nacional está decayendo", añadió. Proyecciones oficiales revelan que el crecimiento industrial de este año será sólo de tres por ciento, la mitad de lo previsto.

El gobierno de Alberto Fujimori evita pronunciamientos directos sobre las importaciones asiáticas. El ministro de Industria, Gustavo Caillaux, dijo que el gobierno no aplicará medidas de protección, sino apenas "medidas para evitar la competencia desleal".

Estas disposiciones resultan ineficientes, a juicio de los empresarios.

"No es cuestión de saber si" a los empresarios "les gustan o no" las medidas del gobierno, replicó Caillaux. "Es cuestión de saber lo que más conviene al país y no necesariamente lo que más reclaman los empresarios es lo más conveniente para el país", sostuvo.

De acuerdo con la Superintendencia Nacional de Aduanas, sólo en los cinco primeros meses de 1998 las importaciones de Asia totalizaron 538 millones de dólares, más del doble que en el mismo período del año anterior, y representaron el 25,29 por ciento del total de importaciones peruanas.

Japón es el principal vendedor asiático de Perú, seguido de Corea del Sur, de donde procede la mayoría de la ropa que abarrota los mercados de este país latinoamericano.

Al mismo tiempo, las exportaciones de Pakistán e Indonesia a Perú aumentaron 284 y 95 por ciento en uno y otro caso entre 1997 y el primer semestre del presente año.

Perú compra a Asia infinidad de productos, como vehículos, artefactos eléctricos, hilados, neumáticos, tejidos estampados, tejidos crudos de poliéster, calzado, juguetes, artículos de porcelana, máquinas de coser, telas, fluorescentes, jeringas, guantes para cirugía, computadoras y relojes.

Mientras, las exportaciones de Perú a esos países apenas llegaron a 244 millones de dólares en los cinco primeros meses de 1998, monto casi 20 por ciento inferior a las ventas realizadas en el mismo período de 1997.

Si la situación es insostenible para los grandes empresarios confeccionistas agrupados en la SNI, las firmas medianas y pequeña de confecciones caminan al filo de la navaja, sin mercados, sin financiamiento y enfrentando una competencia a la que consideran desleal.

"Nuestra situación es gravísima. Las ventas bajaron 60 por ciento y debimos despedir a 50 por ciento de nuestros trabajadores. Estamos en serias dificultades para honrar nuestras obligaciones financieras y tributarias", sostuvo la Coordinadora de Empresarios del Emporio Gamarra.

"Vivimos una enorme crisis sobre la cual hay que tomar medidas y generar programas de promoción agresivos", agregó la Coordinadora, que reúne a unas 15.000 pequeñas empresas radicadas en Gamarra, un distrito pobre y populoso de Lima, en las que trabajan 56.000 personas.

Los trabajadores de Gamarra, donde los propios empresarios invirtieron sin ayuda externa 130 millones de dólares y se venden mercancías de primera calidad por 800 millones de dólares cada año, se reparten unos 180 millones de dólares en sueldos anuales.

Inversionistas coreanos intentaron comprar el emporio hace dos años, pero los pequeños confeccionistas se negaron.

De cualquier forma, la ropa coreana logró invadir el mercado peruano. "Nuestras ventas cayeron por lo menos 70 por ciento. La gente ve cosas baratas y compra. No se dan cuenta de que son prendas de lavar y botar porque se encogen, se destiñen y se estiran", dijo Alipio Romo, del Emporio Gamarra.

Hace pocos días, los pequeños empresarios lograron, mediante movilizaciones y paros patronales, que el Congreso legislativo prohibiera la importación de ropa y calzado usados, también de procedencia mayoritariamente asiática, hasta el 31 de diciembre del 2005.

Con esta medida, los 140 contenedores de ropa usada que esperaban su ingreso al país desde Miami, tendrán que buscar otro destino.

Sin embargo, calculan los pequeños empresarios, con la ropa que ingresó en las últimas semanas hay suficiente para vestir a la mitad de la población de Lima, ciudad de seis millones de habitantes.

"Hemos ganado una batalla pero no la guerra. Lo que pedimos es que los textiles y confecciones importados de Asia o de cualquier otra parte del mundo se vendan a sus precios reales y paguen los aranceles correspondientes. En suma, que haya competencia en igualdad de condiciones", precisó Romo. (FIN/IPS/zp/mj/if/98

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