La escasa audiencia del informe anual al Congreso del presidente de México, Ernesto Zedillo, cumplió hoy con su ritual y diseccionó al mandatario, con disímiles diagnósticos. La única coincidencia aparente fue la ausencia en el discurso de la autocrítica y del conflicto de Chiapas.
Enfasis en lo económico y en los problemas de seguridad pública, llamados a compartir responsabilidades y exhortaciones al diálogo y la concertación fueron los ejes del informe presentado la noche del martes, el cuarto desde 1995, transmitido por cadena de radio y televisión.
Para portavoces de la oposición, se trató de un discurso decepcionante. Los representantes del oficialismo, en cambio, lo calificaron de preciso y claro..
Algunos analistas coincidieron en que se trató de un informe que se ajustó a la personalidad de Zedillo: austero, sin grandes anuncios y un poco aburrido.
Una encuesta telefónica realizada por el diario Reforma en los 32 estados del país señaló que 69 por ciento de los mexicanos no vieron ni escucharon a Zedillo. De los que estuvieron atentos, sólo 17 por ciento siguieron todo el discurso.
Día de "ley seca" y de asueto para los bancos y la Bolsa de Valores, el 1 de septiembre de cada año se inicia un nuevo período en la Cámara de Diputados con el informe presidencial.
Sin la grandilocuencia de otros tiempos, el presidente pasó esta última ocasión revista a los problemas mexicanos, pero dejó fuera el conflicto del estado de Chiapas y a la presencia en este país del Ejército Zapatista para la Liberación Nacional (EZLN) y del Ejército Popular Revolucionario.
En Chiapas, estado del sur de México donde el EZLN lanzó una rebelión el 1 de enero de 1994, el diálogo entre el gobierno y los guerrilleros están interrumpido desde 1996 y un grupo paramilitar asesinó a fines de 1997 a 45 indígenas.
Los problemas de Chiapas despiertan conflictos internos y críticas en el extranjero, pero Zedillo los "minimiza olímpicamente", dijo el analista político Jaime González.
El mandatario tampoco se refirió a los derechos humanos, a pesar de que su gobierno fue observado y criticado las últimas semanas por la Organización de las Naciones Unidas y mútiples organizaciones independientes como Amnistía Internacional y Human Rights Wacht.
El secretario (ministro) de Gobernación (Interior), Francisco Labastida, atribuyó la actitud del mandatario respecto de Chiapas se explica a la escasa "trascendencia y relevancia" de esta cuestión en comparación con otras, como la econonomía o la seguridad pública.
Activistas de organizaciones de derechos humanos se declararon decepcionados por el discurso del presidente, pues, dijeron, no dio ninguna esperanza de mejora. Mientras, seguidores de los guerrilleros reiteraron sus denuncias de que el gobierno prepara un golpe militar en Chiapas.
Para los empresarios y los miembros del gobernante Partido Revolucionario Institucional, el discurso de Zedillo fue claro y esperanzador, en especial en materia económica, área donde México fue golpeado los últimos días por las turbulencias financieras externas.
Zedillo reiteró que el país seguirá por su actual senda de disciplina fiscal, vaticinó que el crecimiento del producto interno bruto anual promedio en su gestión (1994-2000) será de más de cinco por ciento, uno de los más alto de América Latina, y descartó una nueva crisis económica.
No obstante, dijo que los próximos dos años de su mandato serán difíciles, pues habrá "grandes retos y fuertes restricciones en la política económica". Según el mandatario, lo peor de la crisis financiera internacional aún estaría por venir.
"El informe fue realista y crudo, pero no podía ser de otra manera", declaró Gerardo Aranda, presidente de la Confederación Patronal, mientras Carlos Gómez, máximo dirigente de los banqueros, opinó que las palabras del mandatario serán "sin duda bien tomadas por el mercado".
A los empresarios les gustó el llamado que hizo Zedillo para "superar las divergencias y los conflictos pasajeros", pues en el país "no puede ni debe haber discordia duradera ni guerras, ni vencedores ni vencidos".
En las últimas semanas, el gobierno tuvo dificultades para que la Cámara de Diputados, dominada por la oposición hace un año, aprobara su plan para convertir en deuda pública un oneroso rescate bancario.
A diferencia de sus antecesores, los informes anuales de Zedillo, como el de esta semana, trataron siempre de evitar cualquier elemento de enfrentamiento. Además, en materia de formalidades, dejaron de lado los resabios monárquicos.
Hasta la gestión de Carlos Salinas (1988-1994), el informe anual ante los diputados era seguido por el desfile del mandatario en automóvil descubierto por las calles de la capital, la foto familiar y la formación de largas filas de funcionarios y diplomáticos para saludar al mandatario. (FIN/IPS/dc/mj/ip if/98