Narcotraficantes de México rompen "pactos sagrados" y matan a niños y mujeres en su lucha por el control del negocio de la droga en la frontera con Estados Unidos, mientras el gobierno parece impotente ante ola de violencia.
La ejecución de 21 personas, entre ellas nueve menores y siete mujeres, registrada en la localidad de Ensenada, cerca de la ciudad de Tijuana en la frontera con Estados Unidos, tiene la marca del narcotráfico, indicaron este viernes fuentes de la Procuraduría General.
Con la matanza se rompieron "viejas reglas y pactos sagrados", por lo que la violencia entre grupos delictivos aumentará ahora a niveles pocas veces visto, advirtió Víctor Clark, un activista humanitario en la frontera con Estados Unidos.
"Se trata en principio de reglas históricas y tradicionales no escritas de las venganzas y el cobro de facturas: no se tocan a las familias y menos a los niños", dijo Clark.
Hombres armados irrumpieron en la madrugada del jueves en una rancho de Ensenada, en las costas del océano Pacífico, sacaron a 21 personas de sus casas, las hicieron acostar sobre el piso y luego las balearon. Dos lograron salvarse, pero murieron en el hospital, según indican los últimos informes.
Entre los muertos hay un niño de un año, una mujer embarazada de ocho meses y el presunto narcotraficante Fermín Castro, un hombre de 38 años acusado de pertenecer al cartel de Tijuana, grupo comandado por los hermanos Arellano Félix.
La ejecución fue comparada por las autoridades con la cometida en diciembre pasado en el sureño estado de Chiapas contra 45 indígenas. En esa ocasión, los responsables fueron señalados como paramilitares.
En Tijuana y sus alrededores han ocurrido en este año unos 500 asesinatos, de los cuales 175 están relacionados directamente con el narcotráfico, según las autoridades.
La policía considera que la matanza de 21 personas en Ensenada marca un cambio en la forma de actuar de los narcotraficantes, pues antes cometían siempre los atentados en forma individual.
La Procuraduría sostiene que en la frontera con Estados Unidos se registra desde enero una sangrienta lucha por el control del tráfico de drogas, luego que varios jefes de nivel medio fueron detenidos.
Si el atentado de Ensenada fue dirigido contra los hermanos Arellano Félix, la mayor organización de narcotraficantes del corredor del océano Pacífico, podría registrarse una escalada de violencia sin precedentes, aseguran los observadores.
El gobierno del presidente Ernesto Zedillo dipuso una vigilancia especial en Tijuana, donde a pesar de las numerosas promesas de acabar con el narcotráfico, la violencia y la impunidad siguen reinando.
Las autoridades sostienen que la familia Arellano Félix es reponsable del ingresoa Estados Unidos de decenas de toneladas de cocaína, marihuana y heroína.
Miembros de ese cartel detenidos en 1996 y 1997 afirmaron que los hermanos Ramón, Javier y Benjamín Arellano Félix utilizan credenciales del Estado Mayor Presidencial de México y tienen protección de ex policías y militares.
El gobierno mexicano ofrece cerca de tres millones de dólares de recompensa a quien entregue información que permita detener a los hermanos Arellano Félix. El gobierno de Estados Unidos, por su parte, los mantiene en la lista de los delincuentes más buscados por la policía federal.
El asesinato del cardenal mexicano Jesús Posadas es atribuida el cartel de Tijuana, grupo al que la policía considera "especialmente sangiunario".
A fines de 1993, el gobierno mexicano detuvo a Francisco Arellano Félix y prometió que el cartel de Tijuana sería drestruido en menos de seis meses. Sin embargo, sigue actuando y siendo uno de los focos de mayor violencia en México. (FIN/IPS/dc/ag/ip/98