MERCOSUR: Crisis financiera posterga choque Argentina-Brasil

El agravamiento de la crisis financiera internacional, de la que Brasil ya sufre el contagio, desvió a los negociadores de este país en el Mercosur de la ruta hacia un choque con Argentina.

Las actitudes que predisponían a Brasil a un conflicto son las crecientes condicionantes de Argentina a un acuerdo en torno a un régimen automotor común y el anuncio de investigaciones contra exportadores brasileños de acero, acusados de prácticas desleales ("dumping").

Empresarios y autoridades brasileñas creen, en base a estos dos episodios, que el gobierno de Carlos Menem intenta asegurarse nichos de competitividad mediante concesiones brasileñas, cuando las últimas trabas comerciales están por desaparecer.

"Argentina procura que Brasil revise el acuerdo automotor que libera el comercio a partir del 2000. El problema del acero responde a la preocupación argentina ante el fin del régimen de adecuación en enero próximo", según José Augusto de Castro, director de la Asociación de Exportadores de Brasil (AEB).

Los dos problemas volverán a ser motivo de discusión tan pronto se acomoden las turbulencias de los últimos días, aseguró el director del Departamento de Integración Regional de la cancillería brasileña, Renato Marques.

"En relación con el régimen automotor ya nos manifestamos contra las últimas propuestas de Argentina, que son inaceptables", dijo el diplomático.

La última gota fue la sugerencia de un diputado argentino, al parecer acogida por el ministro de Industria y Comercio, Alieto Guadagni, de imponer para el intercambio una proporción de cuatro vehículos argentinos por cada vehículo brasileño.

La diplomacia brasileña llegó a suspender la negociación hasta que el gobierno argentino adopte una posición definitiva sobre la propuesta "cuatro por uno". El Sindicato Nacional de la Industria de Autopartes (de piezas de vehículos) condenó también el índice de nacionalización pretendido por Argentina.

El presidente del gremio, Paulo Btori, calificó la iniciativa de Buenos Aires de "manera argentina típica de ganar tiempo a ver si Brasil cede, como siempre". El régimen automotor tiene por fin crear mecanismos contra terceros, como lo es el arancel de 35 por ciento, pero no contra otros socios, argumentó.

"En realidad, con la liberación comercial a partir de 2000 difícilmente los argentinos mantendrán el superávit bilateral de 1.000 millones de dólares obtenido en 1997 y las nuevas inversiones se desplazarán a Brasil por el tamaño del mercado", sostuvo el empresario.

Argentina no tiene razones para quejarse de los incentivos fiscales ofrecidos por estados brasileños que están atrayendo líneas de montaje y fabricantes de piezas de vehículos, según Luiz Adelar Scheuer, director de Mercedes Benz en Brasil, porque eso es normal en cualquier parte del mundo.

Además, Argentina perdió legitimidad en este asunto, ya que sus provincias también recurrieron a mecanismos similares, añadió.

El intento de asegurarse competitividad sectorial también ocurre en la siderurgia, ya que el acero figura en la lista argentina del régimen de adecuación, que mantiene los gravámenes sobre unos 300 productos brasileños, mientras la lista de Brasil tiene solo 20 rubros.

Ante el inminente fin de ese desequilibrio, "espantar patos en la laguna para tirar en el revuelo y abatir por lo menos uno" es la táctica argentina, según la definición de Lucia Maduro, coordinadora internacional de la Confederación Nacional de la Industria (CNI).

"El acero brasileño está incluso dejando de sufrir gravámenes en Estados Unidos, tras comprobarse ausencia de 'dumping', pero ahora son nuestros socios que entran en la escena", criticó la economista.

"Es absurdo acusar el acero brasileño de ser exportado a precios inferiores a los impuestos en el mercado interno, porque la situación económica de las empresas brasileñas no permitiría eso", destacó Nildo Masini, presidente del Sindicato Nacional de la Industria de Trefilación y Laminación de Metales Ferrosos.

Por el contrario, el acero argentino sí entra en Brasil "con precios muy cercanos al del mineral de hierro, lo que es incompatible con una siderurgia obsoleta y sin calidad", acusó Masini.

La CNI y AEB temen que el gobierno ceda políticamente a las peticiones argentinas y que nuevos productos se incorporen a las disputas.

"Queda siempre la sensación de que los rangos más altos del gobierno brasileño hacen concesiones en nombre de la política de buena vecindad y los intereses geopolíticos", según Castro.

Ahora hay, al parecer, más unidad y firmeza en la defensa de posiciones brasileñas, incluso ante el gobierno. Los empresarios luchan en el frente externo y también interno, porque el gobierno no adoptó medida alguna en torno a varios casos de barreras que afectan exportadores brasileños, opinó el director de AEB.

Un ejemplo es el reintegro, como se denomina a la devolución a los exportadores argentinos de los impuestos internos ya pagados, al que se suma ahora la exigencia de autorización previa para importaciones desde 600 dólares, monto que antes era de 3.000 anteriores.

Esa última medida afectará mucho las operaciones de las pequeñas empresas, dijo Castro.

"Los argentinos argumentan que eso vale para todos los mercados, pero quieren concesiones que no hacen para nosotros. Argentina tiene que aceptar que Brasil es socio y no tutor", señaló. "No podemos cargar a ningún país en la espalda ", agregó Btori.

La crisis que determina una desaceleración económica en Brasil fortalece las presiones de esos actores económicos. Todos afirman que el país no puede perder ningún centavo más en exportaciones. (FIN/IPS/mo/mj/if/98

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