Malasia decretó controles sobre capitales y el cambio monetario fijo como medidas alternativas a las soluciones de libre mercado propuestas por el FMI para paliar la crisis financiera del sudeste de Asia.
El primer ministro Mahathir Mohamad tomó la decisión la semana pasada, cuando los controles de capital eran una mala palabra en los círculos financieros.
No obstante, algunas economías experimentaron por esa vía, como las restricciones de Chile al capital de corto plazo o el cierre hasta 1992 de los mercados de capital en Corea del Sur.
Pero la decisión de Mahathir quizás tenga mayor revuelo debido a sus críticas contra los "especuladores occidentales" que procuran empobrecer a los asiáticos, según sus declaraciones.
Mahathir está conduciendo a Malasia por un camino distinto al de Corea del Sur o Tailandia, con frecuencia consideradas los mejores ejemplos de reformas recomendadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Se deben "tomar medidas contrarias a la filosofía o los principios del libre mercado", declaró el primer ministro el martes 1 y agregó que es hora de proteger a la economía de los mercados financieros internacionales para permitir su recuperación.
Las reacciones variaron de la condena a la admiración luego de que Malasia decidiera prohibir la venta de su moneda, el ringgit, en el exterior y obligar a los inversores extranjeros a mantener sus fondos en el país durante un año.
La decisión de Mahathir significa el "autoaislamiento", según el diario Asian Wall Street Journal. Para otros, es darle la espalda al sistema financiero mundial.
"El FMI cree que toda restricción impuesta al movimiento de capitales no logrará consolidar la confianza de los inversores", señaló un portavoz de la institución en Washington. Pero el abandono de la ortodoxia económica de parte de Malasia no generó la reacción adversa esperada.
Quizá porque incluso los pensadores tradicionales del libre mercado reconocen que no hay soluciones claras a la vista, a más de un año del comienzo de la crisis en el sudeste de Asia y mientras el mundo se dirige hacia lo que muchos temen sea una depresión mundial.
Algunos analistas financieros prevén el colapso de la inversión extranjera y la pérdida de confianza en Malasia, pero otros creen que los controles de capital pueden funcionar si ayudan a revitalizar la actividad económica y se suman a reformas más amplias.
Muchos se abstienen de opinar hasta que las consecuencias de los controles sean más evidentes. El lunes, la bolsa de valores de Kuala Lumpur encabezó la suba regional de los mercados, ya que su índice se incrementó en 69 por ciento desde que se impusieron los controles el día 1, antes de descender este martes.
La actividad minorista tuvo algunas señales de revitalización y varios empresarios creen que la tasa de cambio fija podría ayudar más a la economía real que a los mercados financieros.
Noordin Sopiee, presidente del Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales (ISIS), de Kuala Lumpur, dijo que Malasia decidió tomar medidas drásticas, antes de que la economía "siga cayendo como una gran piedra".
La economía se contrajo 6,8 por ciento en los primeros seis meses del año, incluso más que la de Corea del Sur.
Los esfuerzos de Malasia por aplicar las reformas del FMI no funcionaron, comentó Noordin. Las soluciones recomendadas por la institución consisten en profundos recortes del gasto público y altas tasas de interés, aplicadas en Corea del Sur, Indonesia y Tailandia.
Pero el camino contrario, el recorte de las tasas de interés, el fácil acceso al crédito y un mayor gasto para estimular la economía, ejercería gran presión sobre el ringgit.
En consecuencia, el gobierno fijó el ringgit a 3,8 unidades por dólar, un alza de las cuatro o 4,2 unidades en las que se encontraba hasta hace poco.
A pesar de los comentarios de Mahathir, "la iniciativa de Malasia no es contra Occidente, ni contra las compañías privadas o el mercado", señaló Noordin.
"Sencillamente está a favor del crecimiento y le da al país un refugio temporario en un momento de increíble turbulencia mundial, para que la gente y las empresas puedan continuar sus vidas sin que los abata el tornado monetario", argumentó.
Malasia optó por el camino de China para transformar al ringgit en parcialmente convertible, según Noordin. El yen chino tuvo un comportamiento mejor que el resto de las monedas de sus vecinos, agregó.
Pero otros señalan que la comparación no es posible porque mientras China está en camino a la economía de mercado, Malasia ya tiene ese sistema económico y ahora pretende dar marcha atrás.
Aunque pocos gobiernos asiáticos están dispuestos a reconocerlo, la región observa con interés el experimento de Malasia con los controles de capital y quizá aprenda de él.
"¿Será necesario algún tipo de control de cambio o debemos regirnos por la doctrina de libre mercado del FMI?", preguntó un funcionario del Banco Central de Filipinas, incluso después de que el presidente de la institución rechazara la idea la semana última.
Las dudas que tiene Malasia con respecto al FMI son compartidas por otros.
Paul Krugman, del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts, opinó que las economías asiáticas quizá necesiten algún tipo de control monetario como una medida temporal de estabilización.
La crisis financiera en Rusia generó nuevos adeptos a la idea, aún polémica, de la intervención del gobierno y el control de capitales.
En agosto, Hong Kong intervino por primera vez en su historia y gastó miles de millones de dólares para estabilizar a la bolsa de valores atacada, según el gobierno, por especuladores.
Esta semana, Hong Kong presentó un plan de 30 puntos contra los especuladores que permite la rápida intervención cuando "la estabilidad y la integridad del sistema monetario se encuentra en peligro". (FIN/IPS/tra-en/js/aq/if-ip/98