Millones de personas sólo comen una vez al día en Indonesia debido a los altos precios del arroz, lo que agrava la inestabilidad social y política en este país del sudeste asiático de 190 millones de habitantes.
La paciencia de los indonesios se está acabando. Unos 1.000 estudiantes se congregaron en Yakarta la semana pasada para exigir precios más bajos y la renuncia del presidente Bacharuddin Habibie.
"¡Hambre, hambre, hambre!", gritaban."El pueblo no necesita partidos políticos, necesita comida", rezaban las pancartas.
"No tengo dinero para comprar arroz ahora, pero gracias a Dios sobrevivo por la generosidad de mis vecinos', dijo hace unos meses Jumni, una anciana de Indonesia.
Pero el precio del arroz, la comida básica indonesia, se duplicó en los últimos dos meses y la caridad que mantuvo a Jumni, residente de Java central, desapareció. Ahora la anciana prescindió del arroz y consume tapioca seca.
"Quisiera seguir siendo generosa. Pero cada vez más personas me piden arroz y no tengo el suficiente dinero para darles a todos. Sólo puedo alimentar a mi familia", explicó Enung, vecina de Jumni.
"Tienen que pedirle ayuda al gobierno", opinó, pero lo único que al parecer hacen los funcionarios para ayudar a los necesitados es apelar a la solidaridad de los sectores de mayores ingresos.
Jumni se encuentra entre los 17 millones de familias indonesias, que en promedio cuentan con cuatro integrantes cada una, que padecen escasez de alimentos como consecuencia de la recesión económica.
Esta semana, el ministro de Alimentación A.M. Saefuddin informó que en las provincias de Java Central y Java Oriental, 60 por ciento de 7,3 millones de familias pobres solo consumen una comida diaria.
Otros 9,7 millones de familias que aún consumen dos comidas diarias ven deteriorarse su situación a un nivel calificado de "crítico" por Saefuddin.
Los altos precios y la escasez de arroz son en especial preocupantes. Como en muchos países asiáticos, el acceso al arroz es un factor fundamental para medir el bienestar y su escasez podría anunciar más inestabilidad social y política en Indonesia, según analistas.
Este panorama implica un retroceso, ya que el gobierno de Alí Suharto, quien renunció en mayo, había logrado la autosuficiencia arrocera en los años 80.
Muchos analistas consideran que la escasez de arroz supone una amenaza a la estabilidad nacional. Ya se registraron saqueos a depósitos y comercios estatales y camiones que transportan arroz.
"Si la única forma que tengo para sobrevivir es a través del saqueo, entonces lo haré", aseguró Yusuf, quien junto con cinco personas más se encontraba en las afueras de Bandung, al este de Yakarta, esperando el paso de camiones con arroz.
Ciudadanos desesperados invadieron campos de arroz y robaron la cosecha, lo que obligó a algunos propietarios a contratar guardias de seguridad. En los distritos de Banyumas y Kebumen, los centros arroceros de Java Central, los agricultores cosechan de noche para evitar los saqueos.
"Si trabajamos durante el día, habrían saqueado el arrozal la noche anterior", aseguró Daldiri, un agricultor de Kebumen, Java Central.
"Para los indonesios, el arroz es una cuestión de vida o muerte. Harán cualquier cosa para sobrevivir, incluso si tienen que robar a sus compatriotas en mejor situación económica", afirmó Zarkasih Nur, presidente del partido de orientación musulmana Casa de Desarrollo Unido.
El problema del arroz "decidirá si el presidente Habibie puede seguir adelante o si caerá", agregó Budi Hardjono, del Partido Democrático Indonesio.
El gobierno de Suharto subsidiaba al sector arrocero, el combustible y la harina. Los fertilizantes importados también recibían fuertes subsidios.
La economía creció un promedio de siete por ciento en las últimas décadas lo que posibilitó la fuerte inversión del gobierno en el sector agrícola para intensificar los cultivos, entrenar a los agricultores y otorgar créditos con bajos intereses.
El precio del arroz se mantuvo bajo ya que el gobierno controló el mercado para estabilizar los precios. Entre 1974 y 1984, Indonesia pasó de ser el mayor importador de arroz en el mundo a la autosuficiencia.
Pero debido a los bajos precios, muchos granjeros abandonaron la agricultura y se mudaron a las ciudades. Entre 1990 y 1996, la cantidad de trabajadores agrícolas se redujo 45,3 por ciento.
Para 1997, 40 por ciento de las arroceras, en su mayoría en la isla de Java, no se utilizaban con fines agrícolas y más familias quedaron sin tierras. La crisis económica, sus consecuencias y algunas de las políticas aplicadas para combatirla alteraron completamente el panorama.
Cuando la moneda indonesia, la rupia, se derrumbó frente al dólar, el precio de los fertilizantes importados resultó prohibitivo para los agricultores del arroz. Los granjeros de Indramayu, la mayor zona arrocera de Java Occidental, cultivaron arroz sin fertilizantes y sus cosechas fracasaron en agosto.
La prolongada sequía y la caída proyectada de la producción agrícola obligaron al gobierno a importar arroz.
Indonesia importará 4,5 millones de arroz este año, "1,5 millones de toneladas más que el año pasado", explicó Philip Clarke, representante de Yakarta ante el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas.
El precio del arroz de baja calidad aumentó a 36 centavos de dólar por kilogramo, el doble de los 18 centavos que se había fijado como meta el gobierno. El arroz de alta calidad se vende a 45 centavos, mientras se vendía a 16 centavos en 1997.
El problema del arroz se agravó por la desorganización de la red de distribución, tradicionalmente en manos de comerciantes de origen chino, y las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) contra los subsidios.
Incluso funcionarios de Yakarta aseguran que el gobierno no logra reconstituir la red de destribución, afectada desde que la comunidad china abandonó el país luego de que fuera blanco de la ira de violentas manifestaciones. (FIN/IPS/tra-en/ky/js/aq-mj/if ip dv/98
