El presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, se transformó hoy en el primer africano en recibir la Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos, el más alto honor civil del país.
La entrega de la medalla se realizó en una rutilante ceremonia que unió al presidente estadounidense Bill Clinton con su rival republicano Newt Gingrich, presidente de la Cámara de Representantes.
Mandela aprovechó la ocasión, que otorgó un bienvenido respiro al debate político por el escándalo que involucra a Clinton y a la ex becaria de la Casa Blanca Mónica Lewinsky, para presionar en favor de una mayor equidad económica entre los países industrializados y en desarrollo.
Desde la majestuosa rotonda del Capitolio, Mandela calificó el premio como "un símbolo de cooperación para la paz, la prosperidad y la equidad a las puertas del nuevo milenio".
Las desigualdades pasadas, dijo, "exigen una cooperación entre Africa y Estados Unidos, y entre países pobres y ricos, para lograr la transferencia de recursos y corregir los desequilibrios tan dramáticamente expuestos en la crisis del sistema financiero mundial".
La escena en la rotonda era extraordinaria: Mandela estaba sentado entre Clinton y Gingrich, los cuales se deshicieron en elogios al siempre sonriente presidente de Sudáfrica.
Clinton, quien le hizo entrega de la condecoración, declaró que "ningúna medalla, ningún premio, ninguna fortuna que le demos puede compararse al regalo que él nos hizo a nosotros y al mundo".
"La única recompensa verdadera consiste en continuar su misión y seguir su maravilloso ejemplo", agregó.
Gingrich fue igualmente efusivo y comparó a Mandela con George Washington, primer presidente de Estados Unidos y primer galardonado con la Medalla de Oro del Congreso.
"Hoy tenemos el privilegio de estar en presencia del padre de la democracia multirracial en Africa y del mayor representante en el mundo actual de los ideales de Washington y (el líder de los derechos civiles Martin Luther) King", dijo.
"Al salir de la prisión luego de 27 años de aislamiento con el corazón más grande y no más chico, presidente Mandela, usted dio al mundo un testimonio personal de cuánto vale la libertad", añadió Gingrich.
La medalla, que le cuesta al Tesoro unos 30.000 dólares, se otorgó sólo a 117 personas en los últimos 200 años. Los galardonados fueron en su gran mayoría ciudadanos estadounidenses, entre ellos destacados militares, empresarios, filántropos y personajes del mundo del espectáculo.
También la recibieron un puñado de extranjeros, como el ex primer ministro británico Winston Churchill y la madre Teresa de Calcuta. La distinción sólo se concede por ley.
Un grupo de legisladores, entre ellos Gingrich, el líder de la minoría demócrata Dick Gephardt y la presidenta de la Asamblea Negra del Congreso, Maxine Waters, presentaron en julio un proyecto de ley para darle la medalla a Mandela.
El congresista republicano Amo Houghton, quien presidió la ceremonia, encabezó la iniciativa.
Houghton dedicó la ceremonia a Amy Biehl, una estudiante estadounidense de raza blanca que mediante una beca Fulbright se trasladó a Sudáfrica para estudiar y ayudar a las mujeres africanas a inscribirse para las elecciones de 1994 que llevaron a Mandela al poder, cuatro años después de salir de la cárcel.
Biehl murió en 1993, víctima de violentos enfrentamientos raciales. Pero en 1997, sus padres solicitaron la amnistía para sus asesinos, como parte del proceso de reconciliación sudafricano.
"Nuestras aspiraciones se convirtieron en las suyas y perdió su vida en la turbulencia de nuestra transición", declaró Mandela. Biehl era una de los "incontables ciudadanos estadounidenses que respondieron al pedido de unirse a la campaña mundial contra el apartheid", agregó.
La campaña tuvo gran éxito en Estados Unidos. Organizaciones religiosas y de derechos humanos presionaron desde fines de los años 70 a las compañías estadounidenses para que dejaran de invertir en Sudáfrica.
En 1986, un grupo bipartidario de legisladores venció a la oposición del entonces presidente Ronald Reagan e impuso sanciones económicas de largo alcance contra Pretoria. Gingrich, entonces un republicano reformista, se unió a la mayoría.
La propia historia de división racial de Estados Unidos convirtió a Sudáfrica en un importante tema de discusión pública en este país. Un busto de tamaño real de King, el asesinado defensor de la igualdad racial, se encontraba en un lugar destacado cerca del estrado de la ceremonia.
Clinton se refirió a aquel debate en forma indirecta. "Le debemos a Nelson Mandela no sólo concederle este galardón, sino vivir de acuerdo con la lección que nos enseñó y derribar hasta el último vestigio del apartheid en nuestros corazones", declaró.
El martes, Clinton ofreció una cena en la Casa Blanca, donde Mandela y su esposa, Graça Machel, pasaron la noche.
Mandela, quien habló esta semana ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, dijo a los concurrentes a la cena que estaba informado del actual debate sobre el caso Lewinsky. "No es asunto nuestro interferir en esta cuestión", dijo.
"Pero sí nos gustaría decir que el presidente Clinton es amigo de Sudáfrica y Africa… el amigo de la gran masa de personas negras y los discapacitados de Estados Unidos. Pensamos que nuestra moralidad no nos permite abandonar a nuestros amigos", declaró Mandela. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml-aq/ip/98