El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, asediado por el escándalo sobre su conducta sexual, se enfrentará a una batalla legislativa en los próximos días para que el Congreso apruebe 18.000 millones de dólares para el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La batalla tendrá lugar en un ambiente cada vez más áspero y partidista en el Congreso, mientras los legisladores se aprestan para concluir el 9 de octubre sus sesiones de este año, sólo un mes antes de las elecciones legislativas.
La retórica partidaria se agravó en los últimos días cuando los republicanos reunieron votos para difundir documentos sobre la investigación de la relación de Clinton con Monica Lewinsky, realizada por el fiscal independiente Kenneth Starr, para avergonzar y debilitar aún más al presidente y los demócratas.
Estas acciones ayudaron a polarizar el debate sobre el FMI y el paquete de ayuda externa. La secretaria de Estado Madeleine Albright dijo que es "absolutamente horroroso y vergonzoso" que la Cámara de Representantes no haya autorizado el pedido de Clinton, dada la crisis financiera mundial.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Newt Gingrich, respondió el viernes a las palabras de Albright.
"A menos que haya reformas profundas y mayor rendición de cuentas, no le vamos a entregar 18.000 millones de dólares a un socialista francés para que los despilfarre, que es lo que está haciendo", declaró Gingrich en referencia a Michel Camdessus, director gerente del FMI desde 1987.
Aunque la cámara baja aprobó 3.400 millones de dólares para una línea de crédito especial destinada al FMI, no aprobó los 14.500 millones de dólares que corresponden al incremento de la cuota de Washington para reforzar los recursos de la institución.
La Casa Blanca indicó que Clinton vetará el proyecto de ley de ayuda que aprobó el jueves la mayoría republicana de la Cámara de Representantes.
El motivo, arguyeron altos funcionarios, es que el proyecto de ley no incluye suficiente dinero, sobre todo para el FMI, e impone condiciones para el gasto destinado a la planificación familiar en el exterior a las que Clinton se opone firmemente.
El gobierno prefiere el proyecto aprobado antes este mes por el Senado, que aprobó los 18.000 millones de dólares solicitados por Clinton y excluyó toda condición sobre la financiación a la planificación familiar.
A diferencia de la cámara baja, el Senado también incluyó dinero, aunque condicionado, para entregar a Corea del Norte como parte de un acuerdo de 1994 para desmantelar un reactor nuclear.
El proyecto del Senado también incluía más ayuda a los países de la ex Unión Soviética, para los que el gobierno solicitó más de 900 millones de dólares.
Las versiones del proyecto de ley aprobadas por cada cámara destinaron sólo 12.500 millones de dólares para la ayuda externa en 1999, sin contar el gasto para el FMI.
Esa cifra es 1.000 millones inferior a lo que Clinton solicitó en febrero y 600 millones inferior al nivel de gasto actual, lo que constituye una caída en términos reales de cinco por ciento y la cifra más baja de ayuda extranjera otorgada por Estados Unidos en los últimos 50 años.
Las dos cámaras tampoco incluyeron 250 millones de dólares para los fondos de desarrollo de Africa y Asia, que concede créditos en condiciones preferenciales a los países más pobres de esas regiones.
El Congreso tampoco aprobó 250 millones solicitados por el gobierno para la Agencia Ambiental Mundial, un organismo multilateral que proporciona dinero a países en desarrollo para enfrentar problemas como la destrucción del ozono, la contaminación de los océanos y el recalentamiento planetario.
Las diferencias en los proyectos de ambas cámaras deben ser reconciliadas por un "comité conferenciante" antes de que se envíe a Clinton la versión definitiva para que éste la firme o la vete.
Albright dijo que, de cualquier manera, recomendaría el veto debido al bajo nivel de gasto. Washington se encuentra ante una encrucijada con respecto a su papel en el mundo, agregó.
"¿Estados Unidos seguirá dirigiendo (al mundo) o esconderemos nuestras cabezas en la arena por indiferencia, complacencia o temor? ¿En los próximos años, tendremos el papel del águila o del avestruz?", preguntó la canciller.
La prioridad del gobierno a partir de enero ha sido conseguir los 18.000 dólares solicitados para el FMI.
La crisis financiera se inició en Tailandia en julio de 1997, y la capacidad del FMI para controlarla genera inquietud en Washington, la Reserva Federal y la Bolsa de Valores de Nueva York.
La economía estadounidense no resultó afectada mientras la crisis se extendió por Asia a fines de 1997 y principios de este año, pero la confianza en el sistema financiero mundial, al que el FMI debería estabilizar, se vio menoscabada por la caída de las bolsas de valores en América Latina, el colapso de Rusia y el descenso de los valores en Wall Street.
El FMI, el gobierno y el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, designado por el ex presidente republicano Ronald Reagan, advirtieron al Congreso que los paquetes de rescate destinados a Asia oriental y Rusia limitaron los fondos de la institución.
La reducción es tal que el FMI no puede ofrecer la ayuda que quizá sea necesaria, especialmente para los países de América Latina cuyas monedas sufrieron ataques financieros en las últimas semanas, aseguraron.
"¿Seguiremos perdiendo el tiempo y permitiremos que arda el mundo?", preguntó el representante demócrata Ken Bentsen.
A pesar de las duras palabras de Gingrich sobre Camdessus y el FMI, la opinión de los republicanos sobre la institución se divide entre la extrema derecha populista dirigida por el líder de la mayoría Dick Armey, y los "moderados", más vinculados a Wall Street.
Se espera que empresarios preocupados por el giro populista y hacia la extrema derecha que tomó el Partido Republicano presionen a los dirigentes para que aprueben los 18.000 millones de dólares autorizados por el Senado, aunque en el actual ambiente de enfrentamiento, quizá no les sea tan fácil. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq- ml/ip/98
