EE.UU.-ONU: Clinton, asediado, se concentra en el terrorismo

El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, evitó la discusión de los temas que asedian a Washington y a la ONU y se concentró en la lucha contra el terrorismo al dirigirse hoy a la Asamblea General del foro mundial.

Una hora antes de que se comenzara a exhibir en todo el país y en el mundo su testimonio ante el Gran Jurado sobre el llamado "caso Lewinsky", Clinton recibió una calurosa acogida en la sede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Su discurso se concentró en su preocupación porque "el terrorismo no desaparece con el siglo XX".

Además, anunció que propondrá esta semana al Congreso la provisión de fondos de emergencia para reparar las dos embajadas estadounidenses que fueron objeto de sendos atentados con bomba el 7 de agosto, ayudar a la gente de Kenia y Tanzania afectada por los ataques y "ampliar la lucha mundial contra el terrorismo".

"El terrorismo tiene un nuevo rostro en los años 90", declaró el mandatario, y agregó que las nuevas tecnologías, incluida la Internet, permite a los terroristas operar en diversas regiones con mayor facilidad que nunca.

Ninguna región es hoy inmune al terrorismo, señaló Clinton, quien citó incidentes como el ataque con gas sarín en el subte de Tokio, el atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires, los ataques contra civiles en Sri Lanka y Cachemira y las recientes voladuras de las embajadas estadounidenses en Nairobi y Dar es Salaam.

"A menudo somos un blanco", y "sabemos que mucha gente nos ve como símbolo de un sistema de valores que no comparten", dijo.

No obstante, el presidente se esforzó por rechazar la idea de un "choque de civilizaciones" entre Occidente y los países islámicos, planteada por primera vez por el teórico político Samuel Huntington.

"Los estadounidenses respetamos y honramos el Islam", declaró Clinton, y destacó que en Estados Unidos hay unos seis millones de musulmanes y 1.200 mezquitas y centros islámicos.

"Compartimos sus mismas esperanzas y aspiraciones de vivir en paz y con seguridad", añadió.

Pese a su concentración en el terrorismo y a su orden de disparar misiles sobre supuestos objetivos terroristas en Sudán y Afganistán, el mes pasado, Clinton permanece popular ante los gobiernos islámicos y los países miembros de la ONU en general.

"Nos parece que Clinton es más solidario con las preocupaciones de los musulmanes" que sus predecesores, manifestó Mushahid Hussein, ministro de Comunicaciones de Pakistán.

Otros mandatarios se hicieron eco de las preocupaciones de Clinton. "Africa condena enérgicamente el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones", declaró el presidente de Burkina Faso, Blaise Compoare, quien prometió una discusión regional sobre la cuestión.

Aunque Clinton obtuvo el aplauso de los líderes de los 185 estados miembros de la ONU reunidos para la 53 sesión plenaria de la Asamblea General y fue recibido con una ovación incluso antes de hablar, su aparición puso de manifiesto el debilitamiento de su autoridad.

Quizá la señal más clara de ese debilitamiento podía apreciarse en los pasillos de la ONU, donde los diplomáticos se dividían entre las pantallas de televisión que transmitían el discurso de Clinton ante la Asamblea y las que emitían la grabación de su testimonio ante la justicia sobre su relación con Mónica Lewinsky, una ex becaria de la Casa Blanca.

Todas las cadenas de televisión comenzaron a transmitir el testimonio de cuatro horas de Clinton 60 minutos antes de que comenzara su discurso en la ONU.

Más importante aún, la concentración de Clinton en el terrorismo recordó por sí misma los asuntos relacionados con el foro mundial que evadió, desde el atraso de Washington en el pago de sus aportes atrasados hasta la prohibición de las minas terrestres y el futuro Tribunal Penal Internacional.

En todas las cuestiones mencionadas, Clinton se enfrenta al Congreso dominado por los republicanos y al Pentágono (Departamento de Defensa).

El Congreso bloquea los planes del gobierno de pagar al menos parte de los 1.600 millones de dólares que adeuda a la ONU, mientras el Pentágono se opone a la aprobación de la Convención de Ottawa contra las minas de tierra y a la creación del Tribunal Penal Internacional.

"¿De qué más puede hablar Clinton? No puede mencionar las deudas (de Washington), las minas terrestres, ni (el tratado de Kioto) sobre control climático. No hay nada más que pueda decir", afirmó un funcionario de la ONU.

Antes del discurso de Clinton, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, planteó de nuevo el problema de las deudas de los estados miembros, que obligan al foro mundial a una "dieta de hambre".

"Apelo nuevamente a aquellos pocos estados miembros que se encuentran seriamente retrasados en sus aportes a seguir el buen ejemplo de otros. No puede haber algo que sustituya el pago completo y a tiempo de lo que se debe", urgió Annan.

Pero Clinton sólo se refirió al apoyo que Washington brinda a las agencias de la ONU, no a la Secretaría presidida por Annan, y señaló "la importancia de que todos los países, incluso Estados Unidos, paguen su parte".

A Washington le queda poco tiempo tras el veto de Clinton a un proyecto de ley que condicionaba el pago parcial de la deuda con la ONU a la aprobación de ciertas restricciones impuestas a grupos que defienden el aborto y son financiados por el gobierno.

El veto prácticamente aseguró que el Congreso no emprenderá nuevas gestiones este año para pagar las deudas de Estados Unidos, cuyo aporte representa -o debería representar- 25 por ciento del presupuesto regular de la ONU, dijo Marc Thiessen, portavoz del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

Según las normas de la ONU, todo país que se retrase en el pago de sus aportes durante dos años perderá el derecho al voto en la Asamblea General, algo que le podría ocurrir a Washington a partir de octubre. Algunos funcionarios temen que la pérdida del voto deteriore aún más las relaciones con el foro mundial.

Clinton ni siquiera cuenta con un embajador ante la ONU para manifestar las inquietudes de Washington o solucionar disputas con otros países. Hace dos semanas, el anterior embajador, Bill Richardson, se retiró formalmente del cargo para convertirse en secretario de Energía.

La aprobación del sustituto previsto para Richardson, el diplomático Richard Holbrooke, se encuentra retenida en el Congreso mientras se discute si mantuvo contactos inadecuados con el gobierno poco después de concluir sus funciones en un cargo anterior en el Departamento de Estado (cancillería).

Mientras la aprobación de Holbrooke se encuentra pendiente, la misión estadounidense está al mando del suplente de Richardson, Peter Burleigh.

Por todas esas razones, la acogida que Clinton recibió dentro del edificio de la ONU pareció más cálida que la que le esperaba afuera. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/ml-aq/ip/98

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