Las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el sector privado de Camboya intentan resolver las urgentes necesidades de la población, mientras el gobierno se dedica a la lucha política que en los últimos años caracterizó a este país del sudeste de Asia.
El empresario Thai Ford cree que los paneles solares ofrecen una solución a la falta de electricidad que padece 80 por ciento del país. Pero la falta de electricidad sólo es uno de los problemas derivados de la falta de infraestructura que afectan a gran parte de la vida económica y social camboyana.
"La causa de la pobreza en Camboya es la falta de acceso a las carreteras, el agua, la salud, los servicios sociales, el crédito y la enseñanza. Estas son las zonas más importantes que se deben trabajar para el desarrollo de este país", dijo Ngy Chan Pal, subsecretario del Ministerio de Desarrollo Rural.
Todos concuerdan en que la estabilidad política y el crecimiento económico, junto con la asistencia extranjera sostenida, ayudarían en gran medida a acelerar el desarrollo.
En los primeros años tras las elecciones supervisadas por la Organización de las Naciones Unidas en 1993 había esperanzas de que esta combinación mágica se alcanzara.
Entre 1993 y 1996, el crecimiento del producto interno bruto (PIB) tuvo un promedio de entre cinco y seis por ciento anual y la hiperinflación que asoló al país antes de 1993 se redujo a menos de 10 por ciento en 1995.
Pero estos logros se perdieron en julio de 1997, cuando el Partido del Pueblo Camboyano, dirigido por Hun Sen, derrocó al primer primer ministro Norodom Ranariddh, del monárquico Frente Nacional Unido (Funcinpec), para presuntamente aliarse con el Jemer Rojo.
El comunista Jemer Rojo gobernó el país entre 1976 y 1979 y en ese lapso el hambre, las ejecuciones en masa y las enfermedades causaron la muerte de al menos un millón de personas. En la actualidad Camboya tiene casi 10 millones de habitantes.
La violencia subsiguiente hizo que el gobierno perdiera la ayuda extranjera de numerosos países industrializados y de las instituciones financieras multilaterales.
Según el Banco Asiático de Desarrollo, el PIB de Camboya creció apenas dos por ciento en 1997, comparado con la meta del gobierno de siete por ciento. A pesar de celebrar elecciones en julio con observación internacional, el crecimiento esperado para este año es de sólo 3,5 por ciento.
La inversión extranjera, que subió de 33 millones de dólares en 1992 a 240 millones de dólares en 1996, también descendió a menos de 150 millones de dólares de nuevo en 1997.
Dada la crónica inestabilidad política de Camboya, muchos opinan que los problemas pueden resolverse sólo por la acción popular y no a través del gobierno.
"En las aldeas, la primera prioridad es el agua potable e intentamos lograrlo excavando pozos", señaló Richard Schroeder, de la ONG Socios para el Desarrollo.
La ONG trabaja en la remota provincia de Kratie, en el este del país, proporcionando agua a comunidades que, si dependieran sólo del Estado, tendrían que esperar años para obtenerla.
El Censo Socioeconómico de Camboya de 1997 reveló que más de 68 por ciento de las viviendas rurales dependen de pozos sin protección, lagunas, ríos o arroyos como su fuente principal de agua potable.
En Phnom Penh sólo nueve por ciento de las casas utilizan estas fuentes inseguras, pero el porcentaje asciende a 47 por ciento en otras zonas urbanas.
El Estado se ocupó de la política y la guerra civil en los últimos años, mientras las más de 200 ONG de este país debieron hacer frente a la tarea de satisfacer las necesidades básicas inmediatas de la población.
Las ONG operan en Camboya desde principios de los años 80 y constituyeron la principal fuente de fondos para el desarrollo tras el aislamiento, encabezado por Estados Unidos, que sufrió el gobierno camboyano en 1981 por razones políticas, mientras aún se libraba la guerra fría y Phnom Penh tenía el respaldo de Vietnam.
La ayuda extranjera se reanudó tras las elecciones de 1993, pero las ONG aún tienen mucho para hacer.
Se estima que entre 1996 y el 2000 las ONG camboyanas habrán aportado más de 375 millones de dólares en proyectos de desarrollo y manejado casi 20 por ciento de la asistencia extranjera al desarrollo.
Las ONG concentran 80 por ciento de sus actividades en el interior, mientras 90 por ciento de la ayuda internacional se dirige a la zona de Phnom Penh.
Las ONG operan principalmente en los sectores de la salud, la enseñanza, la agricultura, el agua y el saneamiento, así como en la defensa de los derechos humanos y la eliminación de minas antipersonales.
Pero no todas las ONG son iguales y muchos critican su inclinación al gasto. Por ejemplo, una organización que trabaja con niños indigentes en Phnom Penh utiliza un automóvil todo terreno de 15.000 dólares para trasladarse por las calles de la capital.
Se cree que algunas ONG son pantallas para personas con peso político que pretenden lucrar con los fondos extranjeros que ingresan al país.
"El éxito de las ONG también provocó la aparición de imitadores que se dedican a esto sólo por el prestigio y el dinero fácil", dijo un diplomático asiático en Phnom Penh.
Pero debido a las carencias del Estado, la labor de las ONG se convirtió en una parte esencial de la vida de muchos camboyanos que buscan un alivio inmediato a sus problemas, agregó. (FIN/IPS/tra-en/ss/js/aq-mj/dv/98