El embargo impuesto hace más de dos años a Burundi por sus vecinos en réplica al golpe de estado de 1996 tuvo un efecto devastador en la población del país, coinciden el gobierno y otras fuentes.
El segundo vicepresidente, Mathias Sinamenye, dijo en una reunión de empresarios que la producción nacional cayó 20 por ciento en los últimos tres años, y que el ya magro consumo por familia se redujo a la mitad.
Marie Therese, secretaria de una empresa en la capital, Bujumbura, dijo: "En lugar de darle pan a mis hijos por la mañana, les doy copos de avena, y casi nunca compro carne porque los precios han subido mucho".
Las exportaciones e importaciones de Burundi, un país encerrado entre Rwanda, Tanzania, y la República Democrática de Congo, pasaban por el territorio de sus vecinos. Pero éstos impusieron un embargo económico tras el golpe de estado del 25 de julio de 1996, que llevó al poder al mayor Pierre Buyoya.
El caos político en el país se remonta a octubre de 1993, cuando soldados opositores asesinaron al presidente Melchior Ndadaye en un fallido golpe de estado tres meses después de su elección.
Ndadaye era el primer presidente perteneciente a la mayoría hutu, 85 por ciento de los seis millones de habitantes del país.
Para los extremistas de la etnia minoritaria tutsi (14 por ciento de la población) en el ejército, el mandatario era una amenaza a su tradicional control del poder.
Su asesinato llevó a enfrentamientos entre las dos etnias que dejaron unos 200.000 muertos.
Las muertes se adjudican al ejército, de mayoría tutsi, y a los rebeldes hutu infiltrados desde Uganda y Tanzania.
El golpe de estado de Buyoya fue condenado por Camerún, la República Democrática de Congo (entonces Zaire), Etiopía, Kenia, Rwanda, Tanzania y Uganda, que prometieron mantener el embargo económico hasta que se restaurara el orden constitucional.
Las exigencias de los vecinos incluían el regreso a la democracia multipartidaria, negociaciones con los rebeldes, restauración del parlamento disuelto con el golpe y la liberación de los ex presidentes Jean Baptiste Bagaza y Silvestere Ntibantunganya, éste último depuesto por Buyoya.
El parlamento fue repuesto, los dos presidentes liberados y se iniciaron las negociaciones entre el gobierno y varias facciones rebeldes en julio. Pero los gobiernos de la región decidieron que era muy temprano para abolir las sanciones, y mantienen la presión sobre el régimen de Bujumbura.
En las conversaiones de julio en Arusha, Tanzania, las partes acordaron un cese del fuego a partir del 20 de ese mes, pero luego no lo respetaron.
El embargo empeoró las dificultades económicas de Burundi, un país que figura entre los cuatro de menor desarrollo humano, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El producto interno bruto por persona asciende a 160 dólares al año.
El bloqueo económico también afectó a sectores como la educación y la salud. Los hospitales, por ejemplo, no tienen medicamentos.
La salud y la educación son algunas de las variables que usa la ONU para elaborar su índice de desarrollo humano, que clasifica a los países de acuerdo con la calidad de vida de que disfrutan sus ciudadanos.
En el Informe Sobre Desarrollo Humano de este año, divulgado la semana pasada, Burundi figura en el lugar 170 en un total de 174 países evaluados. En 1996, cuando comenzó el emnbargo, se encontraba en la posición 166.
Algunos productos entran al país ilegalmente, pero pocas familias pueden pagarlos. Un comerciante atribuyó los altos costos de esos productos a la necesidad de sobornar a intermediarios en los países vecinos para permitir que la mercadería cruce la frontera.
La principal fuente de contrabando era la República Democráctica de Congo, pero la crisis en ese país limitó allí la disponibilidad de mercancías.
"La gasolina está racionada y su precio se cuadruplicó en el mercado negro", dijo Marie Therese, propietaria de una pequeña tienda que dirige fuera de su horario como secretaria, pero que ahora está vacía.
El gobierno renovó los esfuerzos diplomáticos para salir del asilamiento producido por las sanciones de los vecinos.
Buyoya reclamó el levantamiento del embargo en una reciente visita a Nairobi, donde lanzó la versión en inglés de su libro "Misión imposible". El mandatario dijo que las sanciones "socavan los esfuerzos de paz".
Buyoya aprovechó la cumbre de los países no alineados a comienzos de mes en Durban, Sudáfrica, para discutir la eliminación de las sanciones con los jefes de las delegaciones de varios países.
El vicepresidente Frederic Bamvuginyumvira viajará en breve a Noruega y Bélgica para pedir ayuda para el sector de la salud, la reconstrucción de infraestructura dañada y el reasentamiento de personas desplazadas.
En Burundi existe la sensación de que la comunidad internacional no presta suficiente atención a los problemas del país.
"Todas las miradas están en la República Democrática del Congo. Por supuesto, Burundi no es rico en minerales y es 80 veces más pequeño, pero seis millones de personas viven aquí en medio de la guerra y el dolor", dijo un funcionario.
El gobierno anunció que iniciará una nueva ronda de negociaciones con los rebeldes, pero muchos burundianos son escépticos sobre lo que allí se pueda lograr. (FIN/ips/tra- en/ak/di-mj/ip dv/98