La defensa de la moneda y de la estabilidad económica de Brasil exige medidas adicionales inmediatas, además del alza de las tasas de interés, según analistas y expertos del mercado financiero.
El país está sufriendo un "ataque especulativo", definido por la fuga de más de 1.000 millones de dólares diarios en las dos últimas semanas y elevada a 3.000 millones el último viernes, sentenciaron dos ex presidentes del Banco Central brasileño, Affonso Celso Pastore y Francisco Gros.
Ambos apuntan la necesidad de medidas que reduzcan el déficit fiscal y el de cuentas corrientes con el exterior, factores que hacen vulnerable el país, en entrevistas publicadas el domingo y este lunes por diarios nacionales.
El alza de 19 a 29,75 por ciento en la tasa de interés del Banco Central, a partir de este martes hasta el día 30, busca combatir la fuga de capitales y defender las reservas cambiarias, que estarían en cerca de 59.000 millones de dólares, según estimación de la autoridad monetaria.
Un objetivo inmediato consiste en interrumpir la salida de dólares para la compra de títulos de la deuda externa, los bonos Brady, del propio país.
La rápida devaluación de esos títulos a la mitad de su valor nominal, como consecuencia de la crisis asiática y rusa, permite a sus compradores una ganancia de más de 20 por ciento al año, superior a la que se obtenía en Brasil.
Eso creó una "situación perversa", ya que estaban sacando su dinero de Brasil los inversionistas que más confían en la economía del país, convencidos de que la deuda externa será puntualmente pagada, manifestó Gros, quien hoy es director ejecutivo del Banco Morgan Stanley, de Estados Unidos.
El desempeño de los bonos Brady en los próximos días será por tanto decisivo para la superación del ataque a la moneda brasileña y la definición de medidas adicionales por parte del gobierno.
De todas formas, los economistas en general observan que el alza de intereses actúa sólo a corto plazo y no restablece la confianza de los inversionistas. Además, la medida agrava el problema fiscal brasileño, con gastos adicionales estimados en 2.550 millones de dólares.
El déficit presupuestario, actualmente en siete por ciento del producto interno bruto, cerca de 56.000 millones de dólares, es apuntado como el principal factor de desconfianza en la economía brasileña.
Por eso se espera el anuncio de recortes en los gastos públicos, una decisión que podría ser divulgada este martes por el ministro de Hacienda, Pedro Malán, en mensaje a la nación.
Sin embargo, el presidente Fernando Henrique Cardoso desmintió nuevamente este lunes que el gobierno esté preparando un "paquete" de medidas, asegurando que hará "todo lo posible y lo imposible" para mantener estable la moneda.
La situación es más grave que la provocada por la crisis asiática en octubre pasado, según los analistas. En aquella ocasión, el Banco Central aumentó a 43,5 por ciento su tasa básica de interés y el gobierno hizo un "esfuerzo fiscal" de 18.000 millones de dólares.
El incumplimiento de gran parte de las 51 medidas anunciadas en noviembre contribuye a la desconfianza actual. El gobierno deberá ahora mostrar signos más claros de voluntad política para reducir sus gastos.
Será fundamental la reforma de la previsión social, principal rubro del déficit público, cuya aprobación por el Congreso Nacional sufre dilaciones desde el año pasado. Pero esto sólo comenzará a producir efectos en 1999.
Además, las elecciones del 4 de octubre dificultan la adopción de medidas de fondo en este período. La duda es si el alza de intereses y medidas puntuales podrán mantener el real a flote por un mes más.
El país cuenta aún con algún margen de maniobra, con sus reservas de casi 60.000 millones de dólares, según Gros, pero las alternativas se estrecharon.
Luego de su probable reelección, Cardoso tendrá que "gastar su capital político haciendo las reformas", indispensables para reducir el déficit público y la necesidad de capital externo, acotó Pastore. (FIN/IPS/mo/ag/if/98