BRASIL: La deuda pública es una bola de nieve en un declive

La salud económica de América Latina y los rumbos de la crisis financiera mundial están en gran parte pendientes de la forma como Brasil logrará parar la bola de nieve en que se convirtió su deuda pública.

Desde 1994, cuando el país se liberó de décadas de elevada inflación crónica, la deuda en títulos del gobierno se quintuplicó, pasando a 265.000 millones de dólares en julio.

Tal cifra, en sí misma, no sería grave. Muchos países industrializados tienen deudas que casi alcanzan o incluso superan todo su producto interno bruto, mientras en Brasil no llega a 40 por ciento, observó Adhemar Mineiro, presidente del Consejo Regional de Economistas de Río de Janeiro.

El problema son los plazos cortos y los intereses muy elevados que paga el Estado brasileño, generando el fenómeno "bola de nieve" indetenible en su crecimiento.

El déficit fiscal, hoy cercano a 7,5 por ciento del producto interno bruto, o cerca de 60.000 millones de dólares, se debe casi totalmente a los costos financieros de la deuda, observó Mineiro.

Las tasas de interés del Banco Central, elevadas a 49,75 por ciento hace tres semanas para contener la fuga de capitales, agrava ese talón de Aquiles de la economía brasileña.

Alargar los plazos de la deuda, como venía haciendo el gobierno brasileño antes de la crisis asiática de 1997, y bajar los intereses sería una solución. Pero no lo permite "la otra ecuación", la dependencia brasileña de capitales externos, señaló Mineiro.

La deuda pública creció de modo atemorizante a causa del modelo económico adoptado por el gobierno actual, basado en la captación de los dólares que "inundaron la economía", atraídos por una remuneración mucho más elevada que en otros mercados, explicó.

"El problema no es el tamaño de la deuda, sino el déficit fiscal", y el gobierno se apresta a cerrar su principal fuente, la previsión social, sostuvo la ex ministra de Planificación Ieda Crusius.

Economista y diputada del oficialista Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), Crusius considera que el aumento de la deuda pública en los últimos cuatro años fue "normal", porque se debió principalmente al saneamiento de la economía, ahora posible por la estabilidad monetaria.

La elevada inflación anterior ocultaba muchas deudas, las llamadas "monedas podridas". El gobierno central asumió y consolidó pasivos, convirtiéndolos en títulos, de estados y municipios, bancos en quiebra, empresas y organismos estatales, muchos extintos y variados "esqueletos heredados".

Por eso la deuda pública mobiliaria se habra multiplicado por cinco, según Crusius.

La oposición y los economistas críticos prefieren mencionar la deuda en títulos, cuyo crecimiento es más atemorizante, del equivalente a unos 60.000 millones de dólares a casi 300.000 millones en la actualidad.

Pero la deuda neta, que incluye la moneda en manos del público y créditos del gobierno y el Banco Central, creció menos, 126 por ciento desde 1994, alcanzando 305.000 millones de dólares o 38,1 por ciento del producto interno bruto.

De cualquier manera, con los intereses de 22,9 por ciento anual en julio y elevados ahora a cerca de 40 por ciento, la hemorragia solo deja de ser mortal con un brutal esfuerzo fiscal, coinciden los economistas.

Con una deuda tan creciente, una rebaja gradual de los intereses reducirá poco el déficit fiscal, argumentó el experto en finanzas públicas Raul Velloso, quien defiende un fuerte ajuste en los gastos e ingresos del sector público.

Velloso propuso un superávit primario, es decir sin contabilizar los gastos con intereses, de al menos 16.500 millones de dólares en el próximo año. Solo así se lograría una caída importante de las tasas de interés, bajando el déficit total y permitiendo una recuperación de la economía.

El gobierno habia anunciado una meta de solo 7.200 millones de dólares de superávit primario en 1999.

Pero el presidente Fernando Henrique Cardoso prometió el miércoles "resolver definitivamente los desequilibrios de las cuentas públicas", prometiendo medidas rápidas y duras, de ser necesario con aumento de tributos, tras su prevista reelección el 4 de octubre.

El callejón en que se metió el gobierno es de difícil salida, evaluó Adhemar Mineiro. La apuesta en una abundante disponibilidad de recursos externos por largo tiempo, lo que permitiría un ajuste fiscal gradual en muchos años, fue el error básico, según el economista.

La sobrevaluación cambiaria, empleada para combatir la inflación en 1994 y 1995, "aceleró" el desequilibrio, agregando la amenaza externa, al transformar un superávit comercial de 13.340 millones de dólares en 1993 en déficit de 8.364 millones en 1997, añadió.

Ahora, Mineiro cree que el gobierno tratar de obtener ayuda externa, "pese a las condiciones draconianas del Fondo Monetario Internacional", un superávit fiscal primario y el alargamiento de los plazos de su deuda, "si el mercado se calma". De todas formas, se prevé recesión y mayor desempleo. (FIN/IPS/mo/mj/if/98

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