Un milar de cultivadores de coca de Bolivia concluyeron hoy 24 días de marcha a pie y llegaron a La Paz para pedir al gobierno que revise sus planes de erradicación de todas las plantaciones ilegales antes del 2002.
Tres columnas ingresaron a La Paz este miércoles, una de 500 campesinos procedentes de la región del Chapare, a 500 kilómetros de La Paz, y dos de más de 300 cada una desde Yungas, a 70 kilómetros de la principal ciudad boliviana.
El gobierno recibió con indiferencia la demostración de los campesinos, a la que califica de "narcomarcha". El presidente Hugo Banzer anunció en persona que no atenderá la demanda de los cocaleros y que no negociará con ellos su política de erradicación de cultivos de coca.
La marcha principal partió hace 24 días del Chapare, donde 95 por ciento de la coca producida se utiliza en la fabricación de la cocaína, según estadísticas del gobierno y de la embajada de Estados Unidos.
La marcha, denominada "por la vida, la soberanía, el territorio y la coca", se desarrolló en medio de fuertes críticas del gobierno y algunos medios de comunicación, para quienes la coca cuyo cultivo defienden los marchistas tiene como destino al narcotráfico.
"Lo que está reivindicando esta marcha es la producción de coca excedentaria que se hace cocaína", dijo este miércoles el vicepresidente Jorge Quiroga.
El propio Banzer dijo en varias oportunidades en los últimos días que no habrá con los cocaleros ningún diálogo en el que se pueda cuestionar la vigencia de la ley que establece las metas anuales de erradicación de cocales vigentes.
En su primer año de gobierno, Banzer asistió a varios foros internacionales para empeñar su palabra en el cumplimiento de su Plan Dignidad, consistente en erradicar todos los cultivos de coca excedentarios e ilegales en el Chapare (unas 35.000 hectáreas) utilizados casi íntegramente por el narcotráfico.
"No podemos negociar lo ilegal, no solo porque nos harían juicio por violar la ley, sino porque no estaríamos cumpliendo con el país", dijo este miércoles el ministro de Gobierno (Interior), Guido Nayar, a los dirigentes de la Central Obrera Boliviana que se solidarizaron con la demanda de los cocaleros.
Milton Gómez, máximo dirigente de la central sindical, pidió al gobierno dejar de llamar "narcomarcha" al movimiento de campesinos cocaleros, porque se trata, dijo, de gente humilde que solo defiende su fuente de trabajo.
Mientras tanto, lejos de la polémica política, los marchistas, entre los que figuraban jóvenes, ancianos y mujeres, llegaron cansados a La Paz y recibieron la solidaridad de los pobladores más pobres de la ciudad, que les ofrecieron a su paso refrescos y alimentos.
Los campesinos, muchos de los cuales no hablan español sino el originario idioma quechua, dijeron a su llegada a La Paz que no se irán hasta que el gobierno atienda su reclamo y que para ello están dispuestos incluso a declarar una huelga de hambre masiva.
Evo Morales, líder de las federaciones campesinas del Chapare y diputado elegido por esa región, advirtió a su llegada a La Paz que los marchistas permanecerán en la sede del gobierno hasta conseguir los objetivos que los llevaron a la caminata.
"Hemos recibido muchas muestras de solidaridad de la población al ingresar a La Paz. Esa es una muestra de que la campaña del gobierno para calificarnos de 'narcomarcha' no tuvo efecto", declaró Morales.
El gobierno se comprometió a no disponer medidas represivas contra la marcha mientras los campesinos no alteren el orden y no hagan provocaciones en la ciudad de La Paz.
Los marchistas que caminaron 500 kilómetros representan a unas 40.000 familias campesinas del Chapare, que en su mayoría se dedican al cultivo de coca.
Los campesinos del Chapare tienen niveles de ingreso dos veces superiores a los campesinos de las regiones altiplánicas y de los valles donde no se cultiva la coca.
Bolivia es el segundo productor de coca del mundo, después de Perú, y el segundo fabricante de cocaína, después de Colombia. (FIN/IPS/jcr/mj/ip/98
