El mercado mundial de capitales, en tensión creciente, tiene su nervio más sensible en la Bolsa de Sao Paulo, Brasil, que cerró la semana con una baja de 6,13 por ciento, repitiendo el "viernes negro" del 21 de agosto.
La fuerte baja del viernes, que obligó a interrumpir los negocios por media hora a las 15.28 horas (18.28 GMT), al sufrir una caída de 10,05 por ciento, acentuó la tendencia del jueves, cuando el índice paulista cayó 8,6 por ciento.
Este retroceso se debió a que la agencia de calificación de riesgos Moody's, de Estados Unidos, bajó la evaluación de los títulos de la deuda externa del gobierno y empresas brasileñas.
El Ministerio de Hacienda de Brasil consideró en una nota divulgada el viernes que la evaluación fue "equivocada", destacando la "desinformación" y falta de diálogo y consulta en el proceso de calificación.
Autoridades brasileñas y analistas trataron de restarle credibilidad a la Moody's, recordando sus errores al no prever los graves riesgos que presentaban México, países asiáticos y Rusia, en vísperas de los recientes desastres que generaron el actual nerviosismo financiero en todo el mundo.
Aun así, las fuertes oscilaciones se repitieron el viernes en Sao Paulo, donde la jornada empezó en alza, pero cerró, después de llegar a una caída de 13,62 por ciento poco antes de concluir las operaciones, con una baja de 6,13 por ciento, atribuida en gran parte al desempeño negativo de Nueva York.
La Bolsa de Valores de Sao Paulo (Bovespa) es la mayor de América Latina, con negocios diarios que suman en promedio más de 520 millones de dólares, más del triple de las operaciones de México y 16 veces las de Buenos Aires.
Pero es también la más volátil, pues presenta las alzas y bajas más bruscas. Las turbulencias ocurridas en otras regiones, hechos políticos, noticias económicas o rumores, internos o externos, repercuten en la bolsa paulista como desastres.
Las pérdidas de inversionistas en sus principales acciones ya acumulan más de 45 por ciento este año. Pero habían obtenido abultadas ganancias en los años anteriores, en los que se estabilizó la moneda brasileña y se recuperó el crecimiento de la economía.
La caída acumulada fue superior en las Bolsas de Venezuela, México y Buenos Aires. Pero Caracas logró estabilizarse el viernes, incluso con una ligera alza de 0,4 por ciento, tras acumular pérdidas de 66,45 por ciento en los ocho primeros meses de este año, 40,07 por ciento solo en agosto.
El altibajo extremado del índice Bovespa se debe a la liquidez y el elevado volumen de negocios. Es donde los inversionistas internacionales venden sus acciones para cubrir pérdidas sufridas en otras plazas, como las asiáticas y la rusa, desde el año pasado, según expertos como Flavio Conde, del banco Lloyds.
Eso se agrava por la gran concentración de los negocios en las acciones de Telebrás, organismo estatal que controlaba el sistema de telecomunicaciones brasileño, que representa 42 por ciento del índice Bovespa.
Por lo menos este último factor debe diluirse en el futuro. La extinción de Telebrás se prevé para el próximo año, ya que sus empresas fueron privatizadas el 29 de julio y, luego de reorganizadas y consolidadas, lo sustituirán en las bolsas.
La fuerte caída de Bovespa, acompañada por la bolsa de Rio de Janeiro cuyo índice bajó 5,4 por ciento, aumenta los temores de que Brasil se convierta en nuevo epicentro de la crisis financiera.
La salida de capitales desde inicios de agosto ya suma más de 12.000 millones de dólares, según varias estimaciones. Si se confirman, las reservas cambiarias del país, de 70.210 millones de dólares a fines de julio, habrán caído casi 20 por ciento.
Por eso el gobierno reaccionó duramente a la rebaja en la clasificación de Moody's, que pone Brasil al mismo nivel que Nicaragua, Paraguay y Venezuela.
La agencia no consideró la mejora en las cuentas externas del país, la reducción del déficit comercial ni el éxito de las privatizaciones, acusó el Ministerio de Hacienda.
Pero las autoridades reconocieron el desequilibrio fiscal brasileño, destacando la prioridad concedida por el gobierno a la superación del problema. El déficit fiscal ya alcanza siete por ciento del producto interno bruto, un nivel considerado peligroso.
La escasez y encarecimiento de los recursos externos ponen a Brasil en situación delicada. Elevar los intereses internos, medida que utilizó en octubre ante la crisis asiática, no parece viable ahora, porque agravaría el déficit fiscal y por la experiencia rusa, donde intereses muy elevados condujeron a la quiebra.
Por eso, el énfasis con que el ministro de Hacienda, Pedro Malán, defendió la reducción de los intereses estadounidenses, en la reunión de autoridades financieras americanas con el Fondo Monetario Internacional en Washington, el jueves y viernes.
Con esa medida espera contener la fuga de capitales desde Brasil y otros países en desarrollo. (FIN/IPS/mo/mj/if/98