/BOLETIN-DROGAS/ DROGAS: Perú deja de ser el primer productor mundial de coca

Perú dejó el primer lugar entre los países productores de coca en el mundo, al haberse reducido a casi la mitad las hectáreas cultivadas. Pero a más de 250.000 ex campesinos cocaleros este logro les significó pasar a la categoría de "pobres extremos".

En los últimos años los cultivos ilegales de coca en Perú bajaron de 120.000 a 69.000 hectáreas, según cifras oficiales del gobierno peruano y de organismos internacionales.

"No tenemos nada, lo perdimos todo", dice Jacinto Taira, un campesino de la selva, mientras recorre con la vista un campo seco, cubierto de pastos quemados, las secuelas que el cultivo intensivo de coca dejó en esos fértiles suelos."Hasta aquí no llegó el desarrollo alternativo, se quedó en el camino".

En efecto, los cultivos alternativos, como palma aceitera, cacao, café y productos nativos como el camu-camu, si bien resultan exitosos donde se emprenden, sólo cubren 10 por ciento de las antiguas áreas cocaleras. En el resto, campea la pobreza y la desorientación.

Tocache es un buen ejemplo. Ubicado en el departamento de San Martín, 840 kilómetros al noreste de Lima, vivió un auge incomparable hasta mediados de los años 90.

Desde allí salían los cargamentos de hoja de coca, que llegó a cotizarse a más de cinco dólares el kilogramo, se cosechaba hasta tres veces al año y crecía incluso en terrenos accidentados. Los campesinos ni siquiera necesitaban sacar el producto, ya que se los compraban en la misma parcela.

El dinero fácil invadió el mercado y cambió radicalmente el modo de vida de la población de costumbres sencillas y cuando los precios de la coca comenzaron a bajar, cundió el pánico.

Sin créditos, asistencia técnica ni conocimiento del mercado, y considerados "al margen de la ley", los cocaleros de Tocache no pudieron reaccionar a tiempo.

Hoy, el kilogramo de coca cuesta 30 centavos de dólar y se observa en los mercados a hombres y mujeres vendiendo la hoja al menudeo, para la preparación de infusiones medicinales o la masticación, una costumbre ancestral de los pobladores andinos.

Pero este mercado es marginal y se cubre ampliamente con la producción procedente de las 1.800 hectáreas legalmente reconocidas de los valles interandinos, con larga tradición productora.

Muchos expertos consideran que la caída de los precios de la coca se explica por la mayor producción de Colombia y Bolivia, los otros dos grandes productores.

Edmundo Apodaca, ex director de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) en Lima, declaró recientemente a un diario local que la producción colombiana aumentó de 68.000 hectáreas en 1996 a 72.000 el año pasado.

También en Bolivia se habría producido un aumento en las plantaciones, con coca de mejor calidad, ya que procede de plantaciones nuevas y sin los fuertes controles que se han adoptado en Perú para combatir el narcotráfico.

"Fue un mecanismo de regulación del mercado el que provocó la crisis de la coca", dice Róger Rumrill, asesor del Consejo Andino de Productores de Hoja de Coca, para quien la política antidrogas del gobierno peruano tiene un punto débil: el desarrollo alternativo.

"Le hace falta una concepción coherente de lo que significa desarrollo y está en contradicción con la política neoliberal, que es enemiga de los subsidios económicos y tecnológicos, sin los cuales no es posible reactivar el agro", afirma.

Rumrill alerta ante la tendencia a impulsar los monocultivos como alternativa para los ex productores de coca. "Lo ideal es tener un abanico de productos que puedan competir exitosamente en el mercado, el monocultivo no es favorable porque está sujeto a las alzas y bajas de la comercialización", sostiene.

La otra cara de la moneda la constituyen los campesinos que sustituyeron la coca, con ayuda del Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID), por cacao, café y frutales, cultivos de demanda comercial muchos de los cuales tienen el valor agregado de la agroindustria.

Uno de los casos más exitosos es el del proyecto Ilave, en el Cusco, donde se logró reducir la producción de coca de 680 kilogramos en 1995 a 280 en 1997. La producción de estas zonas está dedicada casi totalmente a los mercados de Europa y Japón.

"Recibimos asistencia técnica y hemos mejorado notablemente nuestra forma de producir», manifiesta Aurora Carhuas, una ex campesina cocalera. «Yo ganaba bastante con la coca, pero ahora no me puedo quejar tampoco», afirma.

En Ucayali, otro importante ex centro cocalero del este del país, también se desarrollan programas exitosos de cultivos alternativos, con palma aceitera.

Sin embargo, el común denominador de estos programas es la fuerte inversión que requieren y la escasa cantidad de campesinos que involucran, los dos principales motivos que explican el lento avance del programa de sustitución de cultivos, según funcionarios gubernamentales peruanos.

Para la instalación de 2.350 hectáreas de palma aceitera, por ejemplo, se requiere una inversión de más de 1,5 millones de dólares, que se está consiguiendo con el aporte de diferentes agencias internacionales y organismos de desarrollo.

Se estima que el proyecto beneficiará a fines del año 2000 a 200 familias campesinas de dos provincias de la Amazonia. Este es un paso importante pero poco significativo, si se tiene en cuenta que en Perú hay casi 260.000 ex campesinos cocaleros. (FIN/IPS/zp/ag/if/98

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