Los refugiados karen en el norte de Tailandia volvieron a empacar y marcharse de sus campamentos como lo hacen cada año, ante la inminencia de la temporada de lluvias y de nuevos ataques de milicias de su país de origen, Birmania.
La rutina se repite. El Ejército Democrático Budista Karen (EDBK), grupo leal al gobierno militar en Rangún, ataca una y otra vez el campamento Huay Kalok, a cinco kilómetros de la frontera entre los dos países.
En enero de 1997 y marzo de este año, el EDBK se lanzó sobre este campamento, dejando un alto número de muertos y heridos.
Desde 1977, más de 8.000 refugiados de la etnia karen viven en Huay Kaloko, en el distrito Mae Sot de la norteña provincia tailandesa de Tak.
Hay más de 110.000 exiliados birmanos en los 19 campamentos en territorio tailandés. Sus vidas están marcadas por la incertidumbre. En su país de origen, la situación política es impredecible y en Tailandia no hay una política definida hacia los refugiados.
Para el país anfitrión, los ataques a estos campamentos dentro de su territorio son una amenaza a la seguridad.
En ocasiones, las luchas avanzaron tanto en terreno tailandés que los refugiados debieron mudarse temporalmente al interior del país y apostarse junto a las carreteras principales.
Los trabajadores de socorro que ayudan a estos exiliados dijeron que muchos de ellos aún desean volver a Birmania cuando eso sea posible.
"Muchos refugiados en los campamentos quieren visitar a sus amigos y familiares en su país cuando la situación en Birmania se estabilice", dijo Aziz Kumardas, coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Esta organización trabaja en campamentos de asilados birmanos desde 1984 y recibe fondos de la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea para ayudar y dar atención médica a los exiliados.
"La cantidad de refugiados en los campamentos del lado tailandés es un reflejo de la situación en Birmania. Si allí aumenta la lucha, vendrán más refugiados, pero es difícil predecir desde aquí lo que va a ocurrir en cada momento", expresó Aziz.
La mayoría de los refugiados karen en Tailandia pertenecen a la Unión Nacional Karen (UNK), uno de los pocos grupos minoritarios en Birmania que aún resiste al gobierno militar. El UNK pelea hace años por independizarse de Rangún.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) dijo que la cantidad de refugiados birmanos en Tailandia aumentó el año pasado debido a la situación interna en su país de origen, signado por luchas armadas, decadencia económica, trabajo forzoso y otras formas de abuso.
Los karen tienen permiso para estar en los campamentos y recibir ayuda de las organizaciones internacionales, pero el gobierno tailandés no les concedió la condición de refugiados, definiéndolos en cambio como personas desplazadas, una categoría más limitada.
Vivir en estos campamentos es como vivir en una zona de guerra. Los trabajadores de auxilio dicen que los ataques armados sorpresivos dificultan su trabajo. A veces reciben órdenes de retirarse inmediatamente y no pueden ayudar a los necesitados.
Pero aunque los ataques desde Birmania continúan, Aziz informó que el año pasado algunos indicadores de salud, como la mortalidad, mejoraron en varios campamentos.
Funcionarios de MSF dijeron que, si bien ellos se esfuerzan por atender las necesidades de los exiliados, el problema principal que éstos enfrentan es la política de refugiados de Tailandia.
Según observadores, el país debe encontrar una solución permanente al problema de los refugiados, más allá de alojarlos en campamentos. Pero tal solución requiere la colaboración del resto de los países del sudeste asiático y de las propias autoridades de Birmania.
Tailandia acordó en mayo con ACNUR un mecanismo para atender mejor la situación de esas personas. Esa fue la reacción del país a las críticas internacionales por su falta de transparencia en el tratamiento de los refugiados birmanos.
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, el nuevo sistema supondría darle asistencia inmediata a los birmanos que huyen a Tailandia, con la ayuda de ACNUR, alojándolos en nuevas instalaciones.
Los nuevos campamentos, organizados por el Ministerio del Interior, estarían en otras partes de la provincia de Tak, alejadas de la frontera. Algunos asentamientos actuales en los distritos Mae La y Huay Kalok de esa provincia han sido incendiados por fuerzas karen favorables a Rangún.
En las conversaciones entre ACNUR y las autoridades tailandesas se fijaron dos objetivos: en lo inmediato, alejar los campamentos de la frontera, y en el largo plazo, repatriar a los refugiados.
En 1997, ACNUR propuso la participación de los exiliados y de los gobiernos de Tailandia y Birmania en los esfuerzos para resolver la situación de los refugiados, pero sus intentos de dialogar con Rangún fracasaron, como sucedió otras veces en el pasado.
La representante regional del ACNUR, Amelia Bonifacio, dijo que la solución del problema depende en última instancia del diálogo entre el régimen militar de Rangún y sus oponentes políticos, que incluyen a la Liga Nacional Pro Democracia, liderada por Aung San Suu Kyi, y a la Unión Nacional Karen.
La Organización de las Naciones Unidas cree que sólo se pondrá un fin real a los problemas de los refugiados mediante acuerdos políticos, no con ayuda humanitaria.
En Tailandia, algunos sectores urgieron a los países del sudeste de Asia a tomar un papel más activo en las negociaciones con Birmania sobre los refugiados.
Pero Paul Sainwa, un refugiado karen en Chiang Mai, la principal ciudad del norte de Tailandia, no es muy optimista. "Regresar a casa y vivir en paz es algo inalcanzable. La única forma de lograrlo sería mediante un régimen democráctico, pero no sabemos cuándo se va a dar", se lamentó. (FIN/IPS/tra-en/pd/di- mj/ip hd pr/98