La escritora Taslima Nasreen volvió a Bangladesh tras cuatro años de exilio y ahora se enfrenta a la ira de las organizaciones musulmanas fundamentalistas que la acusan de blasfemia y exigen su ejecución.
La vuelta de Nasreen acaparó los titulares de la prensa en este país y desató una ola de protestas callejeras de diversos grupos religiosos de extrema derecha que exigen su inmediata detención y ejecución.
Habrá graves consecuencias si el gobierno protege a Nasreen, advirtieron en sendos comunicados dirigentes de organizaciones islámicas como Jammat-e-Islami, el Movimiento Constitución Islámica, el Movimiento de Unidad Islámica y el Consejo Inquilab Ulema.
Oradores en manifestaciones realizadas en Dhaka y otras ciudades calificaron a Nasreen de "pecadora" y "renegada" y recordaron a la gente que una "fatwa", o decreto religioso, puso precio a la cabeza de la escritora.
Nasreen se encuentra oculta. La policía y autoridades de gobierno aseguran ignorar su paradero desde que ingresó al país el día 14 junto a sus padres, que fueron a Nueva York para recibir tratamiento médico.
Los diarios publican rumores sobre su paradero, y un artículo que cita a un amigo de la familia indicó que la escritora volverá a Nueva York a fines de mes. "No tiene intención de permanecer en Bangladesh", agregó la fuente.
Médica convertida en escritora, Nasreen concitó la atención del público al escribir contra la injusticia social, el machismo, la discriminación contra las mujeres y el fanatismo de los fundamentalistas musulmanes.
La escritora atacó sin piedad y abiertamente a los fundamentalistas por oprimir a las mujeres.
Su libro "Vergüenza", escrito tras los disturbios ocurridos entre musulmanes e hindúes entre 1992 y 1993, generó nuevas controversias. La obra cuenta las penurias de una familia de la minoría hindú que es acosada por los extremistas y obligada a emigrar a India.
El libro le granjeó la popularidad fuera de Bangladesh cuando la editorial Penguin India tradujo la obra al inglés.
Pero Nasreen provocó una crisis en Bangladesh con los comentarios que realizó al diario indio The Statesman, y en los que dijo que el Corán, la Biblia y los Vedas, respectivamente las escrituras sagradas del Islam, el cristianismo y el hinduísmo, eran "anticuadas" y "obsoletas".
Frente a las violentas manifestaciones que provocaron sus palabras y tras ser acusada de blasfemia, Nasreen primero negó haberlas declarado y luego se retractó, pero no pudo detener las protestas y la campaña de los radicales para declararla hereje.
Los clérigos musulmanes que expidieron la "fatwa" en su contra dijeron que la ejecución sería una respuesta adecuada al cuestionamiento de Nasreen a la validez del Corán, al que los musulmanes consideran la palabra de Alá (Dios), como le fue revelada al profeta Mahoma.
Obligado por las protestas nacionales, el gobierno de entonces dirigido por el Partido Nacional de Bangladesh solicitó la detención de Nasreen, por el cargo de blasfemia contra la religión islámica.
Al darse cuenta del riesgo que corría su vida, la escritora se ocultó y se presentó luego ante la corte suprema, donde obtuvo la libertad bajo fianza.
Para escapar de la ira fundamentalista, Nasreen huyó de Bangladesh en agosto de 1994 y solicitó asilo en Suecia, luego se trasladó a Alemania, Francia, Noruega, y finalmente a Estados Unidos.
Nasreen no está obligada a permanecer en Bangladesh, según juristas, pero legalmente podría ser juzgada por el caso de blasfemia, que los fundamentalistas religiosos exigen desde 1994.
Pero muchos jóvenes apoyan a la escritora por sus agudos comentarios sobre la injusticia social y sus opiniones abiertas sobre la sexualidad y la religión.
Nasreen no es la primera persona que debió abandonar este país por amenazas de los radicales. El poeta y periodista Daud Haider debió salir del país en 1973 frente a las violentas protestas de los fundamentalistas por lo que fuera un comentario presuntamente difamatorio contra Mahoma en una de sus poesías. (FIN/IPS/tra-en/ti/an/aq/hd/98
