La batalla entre Tailandia y una universidad de Gran Bretaña por la custodia de más de 200 cepas de hongos marinos con potenciales usos médicos revela cómo la biodiversidad de este país asiático se convirtió en una preciada mercancía.
Las colonias de hongos fueron extraídas de áreas de manglares y costeras en el sur de Tailandia, y permanecen en laboratorios de la Universidad Portsmouth de Gran Bretaña. Pero ahora Bangkok quiere recuperarlas.
Los especímenes de hongos fueron tomados por un profesor de Portsmouth en 1993, como parte de un proyecto de investigación auspiciado por una compañía farmacéutica.
Pero como Tailandia en ese momento no tenía laboratorios adecuados, los hongos se mantuvieron en la universidad británica, indicó el Centro Nacional de Ingeniería Genética y Biotecnología (Biotech), la agencia del gobierno responsable de los recursos naturales de este país.
A comienzos de este año, el gobierno tailandés pidió los especímenes, citando un "acuerdo de caballeros" según el cual serían entregados cuando se los solicitara. Sin embargo, hasta ahora el personal de Portsmouth University ha dado respuestas encontradas al pedido, según Biotech.
Autoridades tailandesas temen que el país pierda el derecho a desarrollar y beneficiarse de las cepas de hongos si firmas farmacéuticas occidentales descubren y patentan las drogas que podrían contener.
"Científicos tailandeses perderían su derecho a desarrollar las mismas cepas aunque podamos encontrarlas en el país", explicó Kuanpoth.
Nigel Howel-Jones, científico británico que trabaja como director de micología taxonómica y molecular de Biotech, afirma que las cepas de hongos son una de las colecciones en mayor peligro del mundo debido a su tamaño e importancia genética.
Los hongos marinos de países tropicales han sido el blanco de la industria farmacéutica desde que una compañía descubrió en 1994, en un especimen recolectado en Malasia, una sustancia química que puede matar las células de la leucemia.
Expertos afirman que las cepas en disputa podrían costar miles de millones de dólares si la industria farmacéutica descubre en ellas un potencial para curar enfermedades como cáncer o sida.
Pero la batalla por los hongos marinos no es la primera, y probablemente no será la última por la rica biodiversidad de Tailandia. Nadie sabe con seguridad cuántas muestras de plantas y animales han sido sacadas del país por compañías internacionales o investigadores extranjeros.
Años atrás, Tailandia perdió los derechos ante Japón de la planta local "Plao Noi", que contiene sustancias capaces de curar la úlcera.
Tailandia también intenta proteger sus derechos al arroz jazmín, tras la venta de parte de una empresa estadounidense de un arroz llamado "jasmati", que según autoridades engaña a los consumidores haciéndolos pensar que se trata del perfumado arroz tailandés.
Pero también hay aspectos positivos. Recientemente, Tailandia negoció con éxito con Japón y aseguró el retorno de especies de insectos tailandeses.
"Científicos extranjeros llegaron a Tailandia a explotar su biodiversidad recolectando especies durante años, y nunca tuvimos registros oficiales de sus nombres, quiénes eran y qué especies pueden haber sacado del país", dijo Sakarin Bhumirattana, director de Biotech.
Si las 200 cepas de hongos finalmente son vendidas, Jakkrit sostiene que Tailandia puede iniciar una acción legal contra la violación de sus derechos de biodiversidad, incluso si no ratificó la Convención sobre Biodiversidad.
Algunos críticos acusaron al gobierno de permitir que la recolección de hongos se hiciera sin participación local. Pero Sakarin dijo que Biotech no debe ser culpado por no proteger la propiedad nacional.
Sakarin sostuvo que los científicos de la Universidad de Portsmouth hicieron la recolección antes de que Biotech creara un programa que obliga a investigadores extranjeros que retiran microorganismos de Tailandia a trabajar con científicos tailandeses y dejar muestras de sus colecciones en laboratorios de Biotech.
Tailandia parece haber aprendido la lección. Sakarin dijo que Biotech introdujo un "acuerdo de transferencia de material" que prohibe a los investigadores utilizar muestras obtenidas en Tailandia con motivos comerciales. (FIN/IPS/tra-en/pd/js/lp/en if/98