El cine de Brasil cuenta desde hoy con un instrumento importante para su afirmación y desarrollo: un canal propio de televisión por cable.
El Canal Brasil culmina un proceso de tres años de estudios, preparación y negociaciones de un grupo de cineastas que hace mucho procuran romper el cuello de botella que representan la distribución y la exhibición para el cine nacional.
Su estreno con "Sueño sin fin", del director Lauro Escorel Filho, es casi un manifiesto, porque la película trata de las dificultades para hacer cine en el país. Fue premiada en 1996 en el tradicional Festival de Gramado, que en los últimos años se convirtió en muestra de cine iberoamericano.
Luego seguirán los más de 300 largometrajes, 70 cortometrajes y casi un centenar de producciones en video que constituyen el acervo inicial del canal. Gran parte debió ser recuperada por una empresa especializada, Casablanca Finish House, de Sao Paulo, que se asoció al proyecto.
La exhibición durante las 24 horas del dia se divide en varios programas diarios que reúnen películas con características comunes. El más importante, "Sesión de las nueve", exhibirá las obras consideradas históricas del cine brasileño, empezando por "Sueño sin fin".
Se emitirá también el programa "Brasil Cult" para exhibir únicamente los filmes más polémicos, en muchos casos considerados de vanguardia en la época en que fueron hechos. "Los grandes comediantes" agrupa obras cómicas de varios períodos, en especial las llamadas "chanchadas" de los años 40, 50 y 60.
El cine erótico, los cortometrajes y el "clip" (la presentación de canciones acompañadas de imágenes) también tendrán sus horarios. Informaciones sobre el cine, historias de cineastas, entrevistas y otros programas sobre cuestiones cinematogárficas completan la jornada.
Pero el Canal Brasil no será de audiovisuales. "Será el canal de la cultura brasileña", explicó Paulo Mendonça, su director adjunto. La programación incluirá teatro, otras artes e incluso gastronomía, ampliándose según encuestas entre sus televidentes.
El objetivo es servir de instrumento a la "identificación del público con la cultura brasileña", según la definición de Aníbal Massaini, uno de los cinco cineastas socios del GCB, empresa que puso el canal en operación.
Cada día se presentarán entre cuatro y cinco largometrajes. Mendonza calcula que 180 distintas películas serán exhibidas en este primer año, con repeticiones. Eso ocupará inicialmente 80 por ciento del horario, participación que debe bajar a 60 por ciento dentro de un año ante la producción de nuevos programas.
Operando en Brasil y Portugal, el canal puede llegar a los 760.000 suscriptores de los sistemas de distribución del grupo Globosat para abonados de Brasil y Portugal, Net de televisión por cable y Sky por satélite.
La Globosat ya dispone de casi dos millones de usuarios en Brasil, pero solo 360.000 con acceso al plan Advanced, exclusivo de los que pagan una cuota adicional sobre la suscripción normal. En Portugal será liberado a todos los 400.000 suscriptores.
Poner en marcha el Canal Brasil costó unos tres millones de dólares, que deben pagarse en entre dos y tres años, tras "un inicio muy duro", dijo Mendonça, también director financiero de GCB.
Decisiva fue la asociación con Globosat, empresa de televisión por cable de la Rede Globo, el mayor grupo de comunicación en Brasil. Fueron 20 meses de negociación entre "el grupo débil" de los cineastas y la poderosa propietaria de la mayor televisión abierta, exportadora de telenovelas a todo el mundo.
La Rede Globo decidió incursionar, además, en la producción de películas.
La producción cinematográfica del país, con unos 30 a 40 filmes por año, no permite un volumen de novedades necesario para mantener y ampliar la audiencia del Canal Brasil, admitió Mendonça.
Una expansión probable será vía Mercosur, donde leyes y acuerdos favorecen el intercambio. Argentina y Chile producen buenas películas que hasta ahora no tienen acceso al mercado brasileño, argumentó Mendonça. Eso se puede extender a América Latina, para ganar la escala necesaria.
La esperanza es que esa asociación con la televisión contribuya a romper el bloqueo que separa el cine nacional del gran público. La producción brasileña renació en los cuatro últimos años, pero decenas de películas no lograron exhibición comercial. (FIN/IPS/mo/mj/cr/98