Los dos temas que encabezan la lista de preocupaciones de la población en Argentina, según las encuestas, están fuertemente relacionados: en primer lugar, el alto desempleo, y en el segundo, la inseguridad.
La empresa Gallup indicó que en la capital argentina, la falta de seguridad ya superó al alto desempleo como principal motivo de preocupación. En agosto, 27 por ciento anotó la inseguridad y 25 por ciento el desempleo como los dos principales problemas.
Un informe del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría señala que la falta de empleo preocupa a 36 por ciento de la sociedad, mientras la inseguridad, que hace un año estaba en sexto lugar, hoy es la segunda causa de inquietud, con 20 por ciento.
Al consultar a los encuestados sobre la razón del incremento de la delincuencia, la respuesta es casi unánime. El 65 por ciento cree que está intrínsecamente relacionado con la falta de trabajo, y la mayoría de jueces y policías también lo cree así.
En Argentina, la tenencia de armas de fuego está en ascenso. Según el Registro Nacional de Armas hay casi 1,7 millones de armas legalmente habilitadas en manos de casi 700.000 personas, pero se estima que hay dos o tres millones de armas sin declarar.
Sólo en la capital argentina, la mitad de los hogares guardan un arma para autodefensa y en el Gran Buenos Aires, donde viven nueve millones de personas, 70 por ciento está pertrechado para matar a un delincuente.
El número de armerías aumentó 200 por ciento en cinco años, y los requisitos para ser portador son cada vez menos exigentes. Una investigación periodística reveló este mes que una persona desempleada también puede acceder a una pistola de alto calibre.
En agosto cerró un famoso restaurante de la capital -Dolly- situado junto a la embajada de Chile y frecuentado por políticos, empresarios y diplomáticos. Su dueña bajó las persianas tras una serie de asaltos, en uno de los cuales fue asesinado el policía que custodiaba la entrada y en otro fueron heridos dos clientes.
En la misma semana, un hombre fue muerto a balazos en su dormitorio por dos delincuentes que forzaron las rejas de su vivienda para robar. Otra forma habitual de morir es al llegar a la casa, cuando los asaltantes rodean a la víctima para llevarse su automóvil, y muchas veces también su vida.
Así, ir a un restaurante o quedarse en casa ya no significa optar por una alternativa segura.
El propio secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, cliente habitual del restaurante Dolly, admitió ante la dueña su impotencia: "No podemos hacer nada", le dijo al oír sus ruegos, ante lo que la propietaria decidió cerrar.
Los argentinos consultados por el Centro de Estudios Sociales descreen de la capacidad de la policía y del gobierno para solucionar el problema. Sólo 5,7 por ciento aprueba la acción policial en la capital y ocho por ciento en la provincia de Buenos Aires.
No obstante, la respuesta oficial consiste en agregar más policías en las calles.
En cuanto a la gestión del presidente Carlos Menem en materia de seguridad, 94 por ciento la considero "regular" o "mala". El mandatario pidió este mes a ministros y parlamentarios que aprobaran medidas para neutralizar un problema que erosiona su imagen cuando aún le resta más de un año de gobierno.
Entretanto, la población recurre a la seguridad privada, un negocio en ascenso pero casi sin control estatal.
Según admiten los dueños de estas agencias, que ya superan las 650 en todo el país, su principal publicidad son los noticieros de televisión, que muestran asaltos cotidianos en los cuales los delincuentes parecen no tener control de sí mismos.
La cámara que nuclea a las agencias de seguridad asegura que el negocio, que creció 35 por ciento en los últimos cinco años, ya movilizan 900 millones de dólares anuales. Si se suman los seguros contra robo y las alarmas el monto asciende a 1.200 millones.
Las agencias captaban en un principio a policías o militares retirados, pero en los últimos años absorben a cualquier desempleado que se anime a tomar un arma. Unas 85.000 personas trabajan como custodios y portan -muchas veces sin preparación adecuada- alrededor de 60.000 armas de distinto tipo.
El secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, León Arslanian, manifestó su preocupación por este fenómeno en ascenso, que ya le quitó al Estado el monopolio de la seguridad. En esa provincia hay más guardias privados armados que policías, lo que se considera un verdadero ejército paralelo sin control.
Sin embargo, los delitos siguen aumentando. La Corte Suprema de Justicia de Buenos Aires calcula que en los últimos dos años aumentaron 16 por ciento cada año, y proyecta que la tendencia se mantiene.
En Argentina, junto con la estabilidad económica, creció el número de personas con problemas laborales. Actualmente, el desempleo es de 13,2 por ciento y el subempleo afecta a 13,4 por ciento de la población, equivalente a unos tres millones a las que se debe sumar otro millón en condiciones de empleo precario.
Los expertos consideran que una persona sin empleo no necesariamente se vuelca al delito. Pero entre los sectores más pobres, y sobre todo entre los más jóvenes, la falta de expectativas de conseguir un trabajo constituye un caldo de cultivo para la delincuencia. (FIN/IPS/mv/ag/ip/98